Mar del Plata y los primeros casos de VIH: entre el miedo y la desinformación
Por RG
Mar del Plata — A finales de los años 80, la ciudad comenzó a escuchar un término que para muchos sonaba lejano: SIDA. Las primeras informaciones llegaron cargadas de incertidumbre, rumores y escasos datos oficiales. En ese contexto, se habló de un número creciente de casos y se tejió un clima social donde el desconocimiento amplificaba el temor.
El informe que circulaba entonces mencionaba más de medio centenar de personas infectadas, señalando que todas habían sido diagnosticadas en hospitales locales. Aunque en aquel momento se asociaba casi exclusivamente la enfermedad a la comunidad homosexual masculina, los médicos advertían que el virus no discriminaba por orientación sexual.
Una enfermedad nueva y mortal
El VIH, causante del SIDA, fue descrito como un virus capaz de atacar el sistema inmunológico, debilitando las defensas y dejando al organismo vulnerable frente a infecciones y enfermedades oportunistas. Su evolución podía ser rápida y, sin tratamiento —que en esos años apenas comenzaba a desarrollarse—, el desenlace era casi siempre fatal.
Especialistas consultados explicaban que el virus destruía progresivamente las células encargadas de coordinar la defensa inmunitaria, comprometiendo la capacidad del cuerpo para responder incluso a enfermedades comunes. La consecuencia: un cuadro clínico grave y, en la mayoría de los casos, irreversible.
El desafío del diagnóstico
Uno de los puntos críticos de la época era la dificultad para detectar la infección en forma temprana. No existían pruebas de diagnóstico rápido, y la confirmación requería métodos de laboratorio limitados a centros especializados. Esto generaba retrasos en la identificación de casos y favorecía la expansión silenciosa del virus.
El doctor Juan Guillermo Fanproyen, consultado entonces, enfatizaba que la prevención era la única barrera realmente efectiva ante la imposibilidad de curar la enfermedad. Alertaba también sobre la necesidad urgente de mejorar la infraestructura diagnóstica y de capacitación médica.
Nuevas vías de transmisión
En paralelo, comenzaban a confirmarse casos que desmentían la creencia inicial de que el virus se transmitía únicamente entre hombres homosexuales. Los investigadores ya advertían que las mujeres podían transmitirlo a sus parejas masculinas y que el contagio también podía ocurrir a través de relaciones heterosexuales sin protección, transfusiones de sangre y el uso compartido de agujas.
Esta información, aunque hoy parece evidente, fue clave para empezar a cambiar la narrativa pública y dejar en claro que cualquiera podía infectarse si no tomaba precauciones.
Entre el miedo y la ciencia
En aquel momento, la sociedad marplatense oscilaba entre la alarma y la negación. Mientras algunos sectores reclamaban medidas drásticas para frenar la propagación, otros subestimaban el riesgo. El clima estaba marcado por la falta de campañas educativas amplias, la escasa cobertura mediática responsable y los prejuicios hacia las personas infectadas.
Los médicos insistían en que el miedo no debía reemplazar a la información, y que la educación sexual y el uso sistemático del preservativo eran las herramientas más efectivas para frenar la epidemia.
Un llamado que sigue vigente
A más de tres décadas de aquellas primeras notas, lo que queda claro es que el SIDA no fue, como algunos creyeron, un problema pasajero. La enfermedad se convirtió en un desafío sanitario global que impulsó cambios profundos en la medicina, la educación y la conciencia social.
En retrospectiva, aquellas advertencias de los médicos de Mar del Plata fueron un llamado temprano a la acción: sin prevención, educación y diagnóstico, el VIH siempre encontrará la forma de propagarse.
✍️ Roberto Gomes (ex jefe de redacción diario El Atlántico MDQ)
Arquitecto, periodista, ambientalista, activador de conciencia urbana.
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