La ola delictiva: por qué el “negocio del robo” se sostiene y cómo se desarma
Por RG
Mar del Plata atraviesa una escena conocida —y sin embargo siempre urgente—: robos de autos, asaltos a viviendas, hurtos en la vía pública. La crónica lo plantea sin eufemismos: mientras las casas se enrejan y el vecino vive a la defensiva, el delito encuentra su oxígeno en un eslabón específico de la cadena: los reducidores. Sin ese comprador final de lo robado, la rueda se frena; con él, la rueda gira incluso cuando se multiplican patrullajes y allanamientos.
El corazón económico del problema
Nada en el delito callejero es “espontáneo”. Hay oferta (quien roba) porque hay demanda (quien compra). En autos, la ecuación es escolar: un coche vale más desarmado que entero si existe un mercado de repuestos sin trazabilidad; en hogares, los objetos “líquidos” (electrónica, herramientas, bicicletas, joyería) salen al circuito en horas. Ese es el punto que la nota machaca: mientras haya lugares donde vender, habrá quien robe.
El síntoma visible
Rejas, alarmas, perros, barrios que se organizan por WhatsApp, horarios “de seguridad” para volver, miedo a dejar el auto en la calle. La ciudad se encierra para sentirse a salvo, pero no reduce la tasa de robos: solo encarece el botín y desplaza el hecho delictivo a donde la defensa es más débil.
“Somos los mejores”
La voz policial sostiene que, frente a otros distritos, el despliegue operativo es sólido: patrullajes, investigaciones y detenciones. Puede ser cierto en términos comparativos; no alcanza si el circuito económico del delito permanece rentable. Cuando la probabilidad de reventa es alta y el riesgo penal es bajo, el gráfico favorece al ladrón.
Un cambio estructural (lo que funciona en serio)
- Asfixiar al reducidor
- Trazabilidad obligatoria de autopartes y objetos seriados (bicicletas, herramientas, electrónica): número —> dueño —> comprobante.
- Habilitación exigente para desarmaderos, talleres y chatarrerías; inspecciones sorpresivas y clausuras efectivas ante mínima irregularidad.
- Comprador responsable: sanciones a quien adquiera repuestos sin respaldo legal.
- Mercado de usados limpio
- Registro municipal de casas de compra–venta, ferias y plataformas; obligación de asentar operaciones (foto, serie, vendedor).
- Convenios con bancos y empresas de logística para bloquear pagos cuando se sospeche mercadería robada.
- Investigación sobre bandas, no sobre hechos sueltos
- Equipos mixtos (DDI–Fiscalía–Municipio) con mapa del delito y del dinero: quién roba, a quién entrega, por qué rutas sale, en qué locales aparece.
- Prevención situacional que se ve
- Iluminación, poda, cámaras donde la estadística manda; entornos seguros en paradas y corredores peatonales.
- Custodia inteligente en bocas de expendio de repuestos/metal: el botín se vuelve difícil de colocar.
- Justicia que llega a tiempo
- Flujo rápido de causas simples (tenencia de elementos robados, encubrimiento) con audiencias a 72 h y sanciones proporcionales.
- Reparación a la víctima: decomiso y restitución exprés de bienes recuperados.
- Comunidad dentro del plan, no a la intemperie
- Foros vecinales trimestrales con devolución de resultados (robos esclarecidos, puntos calientes tratados, locales clausurados).
- Programas de marcado gratuito de bicicletas y herramientas; campañas “No compres robado”.
Lo que se gana cuando se corta la cadena
- Menos robos oportunistas: si colocar el botín es casi imposible, el número cae.
- Más confianza: la gente baja la guardia del miedo, no la de la atención cívica.
- Recursos para el Estado: multas y decomisos reinvertidos en prevención y fiscalización.
Cierre
La ciudad no sale del atolladero con más candados, sino con menos compradores de lo robado. El paso de la policía que corre al Estado que estrangula el negocio criminal es el quiebre que devuelve la calle a sus dueños. Sin reducidor, no hay “negocio”. Sin negocio, el robo deja de pagar. Y cuando el robo no paga, baja.
✍️ Roberto Gomes (ex jefe de redacción diario El Atlántico MDQ)
Arquitecto, periodista, ambientalista, activador de conciencia urbana.
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