La Infantería de Marina en la épica y el costo íntimo de la historia
Por RG
(síntesis narrativa de la doble página, 16 de abril de 1989)
La crónica abre con un marco que mezcla doctrina y memoria. La Infantería de Marina aparece como arma anfibia por excelencia: tropa adiestrada para moverse con naturalidad entre mar y tierra, combinar desembarcos con operaciones en costa, custodiar instalaciones estratégicas, asistir en emergencias y proyectar presencia a lo largo del litoral. En el relato se subraya la exigencia del entrenamiento —resistencia, tiro, comunicaciones, navegación, primeros auxilios de combate— y una ética de cuerpo que condensa disciplina, compañerismo y sobriedad.
Ese telón de fondo conduce, inevitablemente, al Sur Atlántico. La página recuerda el desembarco de abril de 1982, la coordinación de batallones, comandos anfibios y buzos tácticos, y el modo en que la doctrina aprendida durante años se puso a prueba bajo condiciones extremas. Se rescata la dimensión técnica —planeamiento, logística, enlaces—, pero también la experiencia humana de los combatientes: miedo administrado, entereza y lealtad silenciosa. Se anota lo que vino después: el regreso discreto, la readaptación a cuarteles y ciudades, las heridas visibles e invisibles, y la necesidad de acompañar a veteranos y familias más allá de las fechas del calendario.
En paralelo, la nota baja la épica a una escena concreta, íntima y dura: “Ese día la multitud festejó mientras una familia lloraba.” Mientras el país vibraba en plazas y avenidas, una familia vestida de luto asistía a una ceremonia de honor. El texto recompone a trazo fino la biografía breve de un oficial joven: formación rigurosa, vocación temprana por el mar, la carta que quedó a medio escribir, las fotos de guardia en cubierta. Vemos el traslado del féretro, el pabellón plegado, los acordes del clarín, el saludo final. Hay memoria de nombres propios, pero el foco está en los gestos: una madre que aprieta el pañuelo, un camarada que sostiene el hombro del padre, el silencio pesado que sigue al “presente”.
La composición es deliberada: coexisten la gesta y su precio. Ni glorificación ciega ni cinismo: una invitación a mirar la historia con las dos luces encendidas. De un lado, la profesionalidad de una fuerza que entrenó para lo improbable y lo ejecutó; del otro, la contabilidad íntima de los que no volvieron y de los que volvieron distintos.
El cierre se hace cargo de la deuda: el reconocimiento no se agota en los desfiles. Exige políticas de salud, acompañamiento psicológico, acceso al trabajo, becas para hijos, custodia de la memoria. Porque la soberanía también se ejerce cuidando a quienes la defendieron y explicando, con serenidad, a las nuevas generaciones qué pasó y por qué.
Esta doble página, leída hoy, conserva su fuerza por la honestidad del encuadre. A la Infantería de Marina la presenta como lo que es —una herramienta compleja de un país marítimo— y a la epopeya la pone donde corresponde: en el cruce entre la destreza profesional y el dolor de las familias. Allí, entre honores y ausencias, la historia encuentra su medida.
✍️ Roberto Gomes (ex jefe de redacción diario El Atlántico MDQ)
Arquitecto, periodista, ambientalista, activador de conciencia urbana.
A Better World, Now Possible!
EcoBuddha Maitreya
©2025. All rights reserved. Conditions for publication of Maitreya Press notes

Deja un comentario