Cuando el techo se les viene encima

Cuando el techo se les viene encima

Por RG

Desalojos, cloacas pendientes y “cuadras a elección”: crónica de una ciudad que debe urbanizar donde ya vive gente

Mar del Plata — En los bordes de la ciudad, el techo no es una metáfora. Se agrieta, se humedece, se despega con cada sudestada. Y también cae por arriba en forma de papeles: demandas de desalojo, juicios por loteos viejos, oficios que llegan con la fría prolijidad del expediente. Entre ambos pesos —la fragilidad material y la jurídica— viven miles de familias que hace décadas levantan sus casas en terrenos sin título y sin cloacas.

La vida entre promesas y oficios

Vecinos y comisiones de fomento acumulan carpetas con notas, sellos y fotos. Piden lo básico: regularizar la tierra y conectar cloacas y desagües para que el barro no coma la casa ni las napas contaminen el pozo. La respuesta suele ser la misma: “estamos gestionando”. El invierno, mientras tanto, no espera.

En barrios como San Lorenzo y Malvinas, familias con más de veinte años en el mismo terreno pagan tasas, arreglan calles a pulmón y hacen zanjas como pueden. La contradicción es grotesca: el Estado cobra como si fuera ciudad, pero no invierte como ciudad. Donde debería haber obra pública, hay cables aéreos precarios y pozos que brotan.

El triángulo del conflicto

  1. Tierra: loteos irregulares, sucesiones eternas o propietarios que reaparecen al calor del mercado. Entre la usucapión y la expropiación, la gente vive en limbo: ni dueña ni inquilina.
  2. Infraestructura: cloacas, pluviales y agua segura. Obras que se postergan o se hacen “por cuadra”, según quién empuje o a quién convenga.
  3. Bolsillo: familias que sostienen con changas y pagan tasas altas por servicios que no existen; cuando llega una obra, el aporte vecinal es impagable.

Resultado: barrios incompletos que funcionan a fuerza de arreglos caseros y organización comunitaria.

“Cuadras a elección”

La obra pública fragmentada se convirtió en una lotería. Una cuadra sí, la de al lado no. La presión del presupuesto anual, la lógica electoral y la burocracia rompen la continuidad técnica. Así nacen redes truchas que terminan siendo peligrosas y más caras de reparar después.

Qué haría falta para que el techo deje de caer

0–30 días: parar la caída

  • Mesa única de urbanización (Municipio–OSSE–Provincia–Nación–vecinos) por barrio, con un plan escrito y público.
  • Medidas cautelares para frenar desalojos mientras dure la regularización.
  • Emergencia hídrica y sanitaria: zanjeo crítico, bombas y camiones atmosféricos donde las napas rebasan.

30–90 días: seguridad mínima

  • Conexiones provisorias seguras (agua, electricidad con disyuntor, cierre de pozos abiertos).
  • Módulos “Techo Digno 72 h” para las viviendas en riesgo estructural (panel aislante, membrana, kit eléctrico).
  • Proyecto ejecutivo de cloacas y pluviales por sector: costos, traza y cronograma.

90–180 días: papel y obra

  • Regularización dominial por manzanas, no persona por persona: mensura, catastro social y títulos progresivos que permitan tramitar gas, crédito y mejoras.
  • Licitación de cloacas/pluviales con financiamiento mixto (Nación/Provincia/Muni) y aporte vecinal realista (microcréditos a tasa social, 24–36 cuotas).
  • Transparencia: tablero público de avance (qué cuadra, qué obra, cuántas conexiones por semana).

24 meses: ciudad completa

  • Calles de acceso, alumbrado, veredas y arbolado;
  • Centros de primera infancia y jornada extendida a 10–15 minutos a pie;
  • Consorcios de mantenimiento barrial con empleo local (que el dinero quede en el barrio y mejore el barrio).

Por qué es más barato hacerlo bien

Urbanizar a tiempo cuesta menos que la suma de parches: salud por enfermedades evitables, pérdidas por inundaciones, juicios, arreglos de emergencia y reconstrucciones. Cada peso invertido en cloaca, agua segura y título ahorra diez en la próxima crisis.

Epílogo: derecho a la ciudad, no privilegio

La gente no pide milagros: quiere pagar lo justo por un servicio que exista y por un papel que reconozca su casa como hogar. El techo que se les viene encima es de chapas finas, sí; pero también de leyes tardías y obras partidas. Urbanizar donde ya vive gente no es un favor: es cumplir la Constitución y, de paso, construir una Mar del Plata que no se desarme cada invierno.

✍️ Roberto Gomes (ex jefe de redacción diario El Atlántico MDQ)

Arquitecto, periodista, ambientalista, activador de conciencia urbana.

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