
Extracto biográfico
Krishnamurti
El Mesías que Renuncio al Cargo
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Krishnamurti, una de las grandes luces espirituales de este siglo, no aceptó ser tratado como un Maestro ni como una autoridad, y renunció a aceptar otra acción que no fuera la transformación espiritual de cada persona, sin sujeción a tradiciones ni a cambios preestablecidos. Esta actitud marca, tal vez, su sello más característico.
Al sumergirnos en su vida, surge la tentación de pensar que este rechazo a la autoridad y a los caminos establecidos está determinado por su propia historia personal. Pero ¿Quién se atreverá a asegurar que sea así, y no la verdadera condición para un crecimiento espiritual real?.
Krishnamurti pudo haber tenido la vida normal de un joven indio de familia pobre, pero el «azar» lo puso en el camino de la sociedad Teosófica, la que declaró al mundo que él era el mesías esperado para esta nueva era. Sin embargo, luego de algunos años de cumplir con tal «investimiento», vive un proceso de despertar espiritual que lo lleva a desvincularse de la institucionalidad Teosófica.
Inició así un nuevo camino que lo llevó a un liderazgo espiritual de proyección mundial, libre de cualquier atadura, y con la convicción de que el camino espiritual es también la vía hacia la libertad.
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¿Qué pensar de un joven que a sus 18 años decide comenzar a escribir su autobiografía, y llamarla Cincuenta años de mi vida, argumentando que 32 años después será, sin duda, alguien digno para publicarla?.
Pues eso hizo Krishnamurti en 1913.
El plazo de 50 años se cumplía en 1945, coincidiendo llamativamente con el final de la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué circunstancias habían marcado la vida de este joven indio para que su proyecto literario no se tratara sólo de un simple acto de megalomanía juvenil? Recorramos sus primeros años de vida para intentar encontrar una respuesta.
El nombre del dios pastor
Un 12 de mayo de 1895 nace Jiddu Krishnamurti, en Madanpalle, al sur de la India. Su condición de octavo hijo, tal como lo fue Krishna, el dios pastor, sustenta su nombre. Su padre –Jiddu Naraniah– un funcionario público de jerarquía menor, develó su vocación de espiritual al incorporarse en 1882 a la Sociedad Teosófica. Su madre –Sanjeevamma– era considerada psíquica, y aseguraba que experimentaba visiones y veía los colores del aura en las personas. Ella se entregó con gran dedicación a su hijo –marcado por una débil salud, y con frecuentes ataques de malaria–; Pasaba tardes enteras leyéndole escrituras sagradas hindúes, y hablándole de Krishna, del Karma y de la reencarnación. En algunas ocasiones, ella aseguraba que veía en el jardín a una hija que había muerto, y le preguntaba si él la veía.
Quizá esta relación cotidiana con el más allá ayudó a este muchacho a enfrentar el terrible dolor que le produjo la muerte de su madre, poco después de haber cumplido diez años, en 1905.
En el colegio, Krishnamurti desarrollo una falta de interés en los estudios y una actitud de permanente «mirar las nubes», que lleva a sus profesores a pensar que tenia un retardo mental. Poco después, la familia debió enfrentar la jubilación del padre, quien quedó con una pensión que no alcanzaba para mantener a sus hijos. En ese momento, como un llamado del destino, decidió solicitar trabajo en una sede de la Sociedad Teosófica, ubicada en Adyar. Annie Besant, cabeza de la entidad, accedió ante su incansable insistencia.
La Sociedad había sido fundada por madame Helena Petrovna Blavatsky (1831-1891), una rusa que vivió en el Tíbet, en contacto con los Maestros de la Hermandad Oculta. Tras conocer más tarde al coronel Henry Steel Olcott, un investigador psíquico de los EE.UU., fundan esta organización y le definen la misión de estudiar la antigua sabiduría y la exploración de los misterios de la naturaleza y los poderes latentes del hombre.
El momento de aparición de la Sociedad coincide con un periodo en el que había adquirido gran fuerza, en círculos vinculados con las tradiciones esotéricas, el planteamiento de la venida de un nuevo mesías o instructor del mundo. Mme. Blavatsky postuló entonces para la Sociedad el propósito de preparar su advenimiento.
En 1907, después de la muerte del coronel Olcott, Annie Besant se convirtió en la presidenta de la Sociedad. Su decisión de reincorporar a un cargo de responsabilidad a Charles Webster Leadbeater (1847-1934), un ex clérigo anglicano con reputados poderes de clarividencia, resultaría trascendente para la vida de Krishnamurti.
El mismo declarará después que «llevaba la existencia usual de un joven indio corriente, hasta que llegué a Adyar en 1908». Mientras su padre trabajaba para la Sociedad, él asistía a un colegio distante, y por las tardes jugaba con sus hermanos junto a un río, cerca de la sede.
Allí, Leadbeater lo «descubrió», y comenzó a sostener que el joven tenía un «aura singular que no contenía egoísmo alguno», entre otros atributos, declarando que sería un gran maestro espiritual y un excelente orador. Bajo este precepto solicitó al padre de Krishnamurti que accediera a que le muchacho y su hermano menor, Nitya, dejaran de asistir al colegio para ser instruidos por él.
Leadbeater aseguró también que las encarnaciones anteriores del muchacho revelan una «ordenación luminosa en sus vidas pasadas, de la que se desprendía que había sido discípulo del Buda».
Mrs. Besant se hizo eco en plenitud de las convicciones de Leadbeater, y fue aún más allá, asegurando que el Instructor del Mundo, el Bodhisattva Maitreya, se iba a manifestar a través del cuerpo de Krishnamurti.
Con el respaldo de Mrs. Besant, Leadbeater logró sacar a los hermanos de la casa paterna, y llevarlos a vivir en la elegante sede de la Sociedad Teosófica. Inmediatamente comenzaron a construir un muro protector alrededor del joven futuro mesías, para cuidarlo e instruirlo. Así fue integrándose a las practicas espirituales que allí se realizaban, y muy pronto otorgó a Mrs. Besant el título de madre.
Sin embargo, comenzó a surgir una fuerte critica que atribuía a la Sociedad «hacer negocio del mesías». Para comprender esto se debe tener en cuenta que el financiamiento de la Sociedad dependía de aportes y donaciones de sus miembros y simpatizantes, reclutados muchas veces en círculos de la alta sociedad de países europeos y de Norteamérica, con los que se sostenían las actividades y compraban propiedades para el desarrollo de la misión institucional. Junto a estos rumores, muchos de sus propios miembros también se rebelaron ante la adoración que se había comenzado a rendir al pequeño hindú. Por si no bastara, había surgido un fuerte rumor que atribuía inclinaciones homosexuales a Leadbeater.
Cuando en 1911 Mrs. Besant decide llevar por primera vez a Krishnamurti a Inglaterra, su padre, receloso de los rumores, entabló un juicio para recuperar a sus hijos, el que finalmente perdió. Así, en medio de este poco edificante clima espiritual, el futuro mesías inició su peregrinaje por el gran mundo.
El mesías en sociedad
Quizá no estaba en los planes de nadie que este primer viaje se convirtiera en una estadía de diez años, prolongándose hasta 1921.
Podemos imaginar a este joven muchacho indio, consignado como el nuevo mesías, deambulando como huésped en las casas de adherentes y socios ricos de la Sociedad Teosófica. Lejos de su tierra, su familia y sus costumbres, enfrentado a la deslumbrante realidad del imperio británico. Asistía a las galas de sociedad, al teatro, y era el centro de la atención. A poco andar comenzó a comprar ropas caras, desarrolló gusto por los autos, y parecía haber olvidado completamente su destino espiritual.
Se consigna que cuando le preguntaron en una velada como sobrellevaba su misión de ser la encarnación de la deidad, él habría contestado riendo: «Yo diría que es una dura carga; lo que más me preocupa en estos momentos es quién va a ganar Wimbledon».
En definitiva, el devoto meditador y visionario de Adyar mostraba una actitud irónica bordeando en lo cínico, lejos de la elevación espiritual que se habría esperado de su rol.
Pero nadie conoce los caminos del destino, porque en 1922 le deparaba un gran vuelco. Ese año viaja junto a su hermano Nitya a Estados Unidos, hasta una propiedad de la organización ubicada cerca de Santa Bárbara, California. Allí «Krishnamurti iba a sumergirse en el intenso despertar espiritual que cambió el curso de su vida».
Este despertar espiritual es presenciado y testimoniado por Nitya, quien describe que su hermano padecía fuertes dolores, se desmayaba, llamaba en lengua nativa a su madre, pedía que lo llevaran al bosque de la India y hablaba de la presencia de seres poderosos. Nitya afirma que era evidente un vaciado de la conciencia de Krishnamurti, junto a momentos en que sentía una gran presencia.
«El 17 de agosto sentí un dolor agudo en la base de la nuca y tuve que reducir mi meditación a quince minutos. El dolor, en vez de mejorar como había esperado, empeoró. El clímax fue alcanzado el día 19. Yo no podía pensar, no era capaz de hacer nada, y mis amigos me obligaron a permanecer en cama. Luego quedé casi inconsciente, aunque me daba cuenta muy bien de lo que sucedía a mi alrededor. Volvía en mí diariamente cerca del mediodía. Ese primer día, mientras estaba en tal estado y más consciente de las cosas que me rodeaban, tuve la primera y más extraordinaria experiencia. Había un hombre reparando la carretera; ese hombre era yo mismo, yo era el pico que él sostenía, la piedra misma que él estaba rompiendo era parte de mí, la tierna hoja de hierba era mi propio ser y el árbol junto al hombre era yo. Casi podía sentir y pensar como el hombre que reparaba la carretera, podía sentir el viento pasando a través del árbol, y la pequeña hormiga sobre la hojita de pasto. Los pájaros, el polvo, y el mismo ruido eran parte de mí. Justo en ese momento pasaba un auto a cierta distancia; yo era el conductor, la maquina y las llantas. Conforme el auto se alejaba, yo también me alejaba de mí mismo. Yo estaba en todas las cosas o, más bien, todas las cosas estaban en mí, las inanimadas como las animadas, las montañas, el gusano y toda cosa viviente», describirá Krishnamurti más tarde.
Hacia el fin de sus terribles dolores, sostiene haber tenido visiones del Buda, de Maitreya y de otros maestros de la jerarquía oculta, según aseguraba Nitya en una carta a Annie Besant.
«El proceso de Krishna ha dado ahora un definitivo paso adelante. La otra noche (…) todos sentimos un gran embate de poder en la casa, (…) Krishna vio al Señor y al Maestro; pienso que también vio la Estrella brillando afuera esa noche, porque todos nosotros experimentamos una intensa sensación de reverente temor (…). Después Krishnamurti me dijo que la corriente comenzó como de costumbre en la base de su espina dorsal y alcanzó la base posterior de su cuello, luego una parte pasó al lado izquierdo y la otra al lado derecho de la cabeza, y por fin se encontraron ambas en la frente; Cuando se encontraron, desde su frente surgió una llama. Ese es el desnudo resumen de lo que ocurrió; ninguno de nosotros sabe lo que ello significa, pero el poder era tan inmenso esa noche, que parece señalar una etapa definitiva. Presumo que debe significar la apertura del tercer ojo.»
Como futuro instructor del mundo mantenía una agenda de viajes a diferentes países, particularmente vinculada con convenciones de la Sociedad Teosófica. En estas actividades, se hacia acompañar por su hermano. Sin embargo, el destino no quería darle paz; el 13 de noviembre de 1925, en medio de una tempestad, sobrevino la muerte de Nitya.
Krishnamurti quedó destrozado; sollozaba, gemía y lloraba a gritos por su hermano. Con su madre muerta, exiliado de su padre y demás hermanos a quienes no había vuelto a ver, su pequeño Nitya había sido su única familia y su querido compañero.
Pero no era sólo esa la fuente de su desesperación. También había puesto la vida de su hermano en manos de los grandes maestros espirituales Maitreya y el Buda, ante quienes consideraba tener acceso directo a través de practicas esotéricas junto a Mrs. Besant y Mr. Leadbeater. Más aún, ellos mismos, que también afirmaban tener acceso a esos planos del espíritu, habían asignado a Nitya a un papel de acompañante en el trayecto del futuro mesías.
Todo esto hace desmoronar como un castillo de naipes sus creencias de acceso a las predicciones de sucesos futuros, y sobre el propio destino mesiánico que le había asignado la Sociedad Teosófica. Su fe en los maestros y en la jerarquía oculta experimenta en ese momento una revolución total.
La ruptura con la Sociedad Teosófica
A partir de ese momento, Krishnamurti inició un proceso de distanciamiento con la Sociedad, expresado en una actitud de independencia frente a sus jerarquías, y la adopción de un discurso y un mensaje más centrados en sí mismo.
En las convenciones, aunque Annie Besant estuviera presente, tomaba la iniciativa en las pláticas entregando su nueva comprensión. Comenzó entonces, imperceptiblemente, a expresar una desbordante alegría, y un sentimiento de unidad con el universo. Su nueva actitud molestó a la jerarquía de la Sociedad, la que comenzó a difundir que no era el Señor Maitreya quien estaba hablando a través de Krishnamurti, sino espíritus malignos.
Para sus más cercanos, se estaba manifestando un proceso de larga gestación, a través del cual su mente había ido dejando caer las capas superficiales que había aceptado del ritual y la jerarquía Teosófica, para emerger libre, anclada en un desarrollo y una experiencia espiritual propia.
Refiriéndose años más tarde a la meditación que realizaba con la jerarquía de la Sociedad, Krishnamurti señalo que «la hacia porque me habían dicho que la hiciera. Formaba parte de la creencia Teosófica, pero para mí no significaba nada. Todo eso lo hacia automáticamente».
En una convención realizada el Ommen, el 1927, comenzó a hablar en un lenguaje por completo opuesto a las enseñanzas Teosófica: «Por muchas vidas y por toda esta vida, especialmente en los últimos meses, he luchado para liberarme de mis amigos, de mis libros, de todos mis vínculos. Deben ustedes luchar por la misma libertad. En lo interno tiene que haber un constante torbellino.»
Una enorme asamblea de más de tres mil personas lo oyeron hablar sobre la necesidad de abandonar todas las fuentes de autoridad, y en particular aquella que lo signaba como el Instructor de Mundo. Por el contrario, señalaba, cada cual debe vivir sólo de su propia luz interior.
«Deseo que aquellos que buscan comprenderme sean libres, que no me sigan, que no hagan de mí una jaula que se tornará en una religión, una secta. Más bien deberían librarse de todos los temores; del temor a la religión, del temor de la salvación, del temor de la espiritualidad, del temor del amor, del temor de la muerte, del temor de la vida misma…»
«…Ustedes están acostumbrados a la autoridad, o a la atmósfera de autoridad que piensan va a conducirlos a la espiritualidad. Creen y esperan que otro, por sus extraordinarios poderes –por un milagro–
podrá transportarlos a ese reino de libertad eterna que es la felicidad…»
«…Me han estado escuchando durante años sin que ningún cambio se operara en ustedes, salvo en algunos pocos. Ahora analicen lo que estoy diciendo, sean críticos para que puedan alcanzar una comprensión profunda, fundamental. Cuando buscan una autoridad que los conduzca a la espiritualidad, se obligan ustedes automáticamente a crear una organización alrededor de esa autoridad. Por la creación misma de la organización,… quedan atrapados en una jaula…»
Todo ello trajo consigo una verdadera revolución en la organización de la Sociedad Teosófica; se liquidaron los diversos fideicomisos y los fondos, las grandes propiedades y terrenos volvieron a sus donadores originales, y se estableció una pequeña oficina para emprender la publicación de sus practicas. Comenzó entonces a ser considerado un filosofo hostil a todas las creencias religiosas. Krishnamurti renuncio a la Sociedad Teosófica en 1930.
Muy poco después, el 20 de septiembre de 1933, moría Annie Besant, madre de su destino como Instructor del Mundo.
El retiro del mundo
La propiedad cerca de Santa Bárbara, California, en la localidad de Ojai, se convirtió en hogar permanente y centro de practicas. Aunque entre 1933 y 1939 viajó varias veces a la India para ofrecer ante masivos auditorios, el mundo y los medios de prensa habían perdido interés en este «Instructor del Mundo».
La Segunda Guerra Mundial lo encontró en Ojai, donde vivió durante casi ocho años en un relativo aislamiento. Como extranjero, se le prohibió ofrecer conferencias, y debía presentarse regularmente ante la policía.
No obstante, su calidad espiritual motivaba permanentemente la presencia de ilustres visitantes. Aldous Huxley, quien se había establecido en California y estaba perdiendo la vista, solía pasear con él durante largas horas. También realizaba paseos y picnics con un grupo de amigos que integraban, entre otros Greta Garbo, Charlie Chaplin y Bertrand Russell.
Rememorando su relación con Huxley y Gerald Heard, Krishnamurti diría después: «Yo era terriblemente tímido, y ellos eran tan intelectuales. Yo los escuchaba, intercalando uno o dos comentarios.»
En 1945, al final de la guerra, cayó muy enfermo. Padecía dificultades urinarias, tenia fiebre alta y permanecía inconsciente durante largos periodos. Los médicos lo examinaron, pero parecían incapaces de diagnosticar su enfermedad, y no pudieron prescribirle medicina alguna. La salud le retornó luego sin razón explicable para los médicos, aunque él atribuyó a su propio ejercitamiento espiritual.
Maestro en una India independiente
El 15 de agosto de 1947, la India se declaró independiente, tras una larga lucha de carácter no violento, que había sido conducida, desde los primeros años del siglo XX, por Mahatma Gandhi. La llegada de Krishnamurti a su tierra natal, dos meses después de la independencia, no pudo haberse dado en un momento más propicio.
Muchos jóvenes, hombres y mujeres, se reunieron en torno de él en Bombay. Algunos habían participado en la lucha por la libertad, eran héroes políticos, pero estaban llenos de horror por los acontecimientos que siguieron a la división India. Uno de esos jóvenes era Achyut, quien estuvo muy cerca de Gandhi, a quien fue a visitar a fines de 1947 para decirle que por unos cuantos meses iba a dejar la política porque iba a pasar un tiempo con Krishnamurti. Gandhi se mostró muy feliz, y le confesó que tras los terribles acontecimientos ocasionados por la partición India, estaba pasando por una gran oscuridad, y que no vislumbraba ninguna luz.
Krishnamurti recibía a la gente que se acercaba a él y escuchaba sus preguntas. Su postura de negación de la autoridad espiritual o gurú como centro de conductor de la búsqueda religiosa y como intermediario entre el buscador de la verdad y la realidad misma, lanzaba toda la responsabilidad sobre el propio buscador. Solía decirles a quienes lo visitaban: «Lo real está cerca, uno no tiene que buscarlo. La verdad está en ‘lo que es’ y esa es su belleza.»
No prometía tampoco éxtasis o explosiones de luz, ni visiones, ni poderes extrasensoriales para sustentar una búsqueda, sino más bien los desalentaba. Contaba que cuando era niño él tenia muchos poderes extrasensorios –la capacidad de leer el pensamiento o lo que estaba escrito en una carta sin abrir–, y que también podía materializar objetos, tener visiones, predecir el futuro e, incluso, el don de curar. Pero argumentaba que todos esos fenómenos debían observarse y desecharse a medida que iban surgiendo. Sólo el despertar de una percepción viviente; ver y escuchar lo real tal como se revelaba en los pensamientos y sentimientos que eran el verdadero contenido de la mente.
Muchas personas acudían a él en busca de curación física, pero Krishnamurti les decía: «En un tiempo practicaba curaciones; pero descubrí que es mucho más importante curar la mente, el estado interno del ser. Concentrase en la cura física puede contribuir a la popularidad, a arrastrar grandes multitudes, pero no conduce al hombre a la felicidad».
También le decía a sus seguidores que habían abrazado la causa de la independencia de la India, que la acción política y social jamás podría cambiar al mundo en sus raíces, y que el individuo mismo era quien debía transformarse radicalmente. «Los sistemas nunca podrán transformar al hombre, es el hombre que transforma siempre al sistema», decía.
Una vez un joven le preguntó qué entendía por «pensar creativo», frente a lo cual se levantó de un salto, se sentó junto a él e inclinándose hacia delante le preguntó: » ¿Quiere usted investigarlo, señor, y ver si puede experimentar el estado de pensar creativo ahora?» A partir de esta experiencia, a las conversaciones comenzó a añadir un trabajo practico transformador.
Junto a estas conversaciones con sus seguidores, Krishnamurti comenzó a ser invitado y escuchado por grandes lideres políticos.
En tanto la independencia fue liderada por Gandhi, no resulta extraño que las autoridades que asumieron el gobierno de la India independiente tuvieran gran interés por lo espiritual. Jawaharlal Nehru, como primer ministro de la India, se reunía con él para intercambiar ideas sobre el destino de su país.
Más estrecha aún fue la relación con Indira Gandhi. La profundidad espiritual de esta dirigenta política de la India queda muy bien expresada en una de sus cartas, donde pregunta: » ¿Ha llegado el mundo a un punto muerto? Más y más gente se está dando cuenta de lo que anda mal y de lo que podría hacerse. Sin embargo, la corriente nos arrastra en la dirección opuesta. Un puñado de personas tiene el poder de influir sobre la vida de millones que habitan esta tierra. Los pocos están demasiado envueltos en sí mismos y en lo que ellos consideran que son sus intereses inmediatos en términos de tiempo y lugar, y los muchos que desean ser empujados y mantenidos en la ilusión de que son libres y que conducen sus propias vidas. El mundo necesita de ese espíritu de compasión suyo, todos tendrían que mirar dentro de sí mismos y poseer el coraje de actuar en consecuencia».
Los acontecimientos políticos acercaban a Indira al año de su destino «Si de cualquier manera, ‘de cualquier manera’ ello pudiera servirle de ayuda, iré a Delhi», le escribió Krishnamurti, quien la vería por ultima vez en una visita que le hizo la noche del 13 de febrero de 1984. Pupul Jayakar, su amiga, discípula y biógrafa, cuenta que para el 3 de noviembre de 1984, Indira tenia programado almorzar en su casa con Krishnamurti y el Dalai Lama, quienes iban a ofrecer una platica pública juntos el 4 de noviembre. Pero la cena nunca se realizó. Ella fue asesinada el 31 de octubre de 1984.
«Krishnaji se sentó durante todo el día en mi sala de estar contemplando el jardín; estuvo observando los arboles y los pájaros, casi no habló y comió muy poco. A las cuatro de la tarde él había percibido la presencia de Indira, e hizo un comentario sobre la necesidad de silencio dentro de la mente para permitir que ella estuviera en paz. Yo pude ver que se sentía profundamente conmovido. Tarde en la noche siguiente, me dijo: no conserve recuerdos de Indira en la mente, eso la retiene en la tierra. Déjela irse. Su mano hizo un gesto hacia el espacio y la eternidad», testimonia Pupul Jayakar.
Final del viaje
En esa época también volvieron para Krishnamurti sus padecimientos físicos, Jayakar relata, luego de una visita que realizaran a Nehru:
«Cuando llegamos a la casa fue a su habitación, y nos pidió a Nandini y a mí que entráramos. Cerró la puerta y después nos dijo que, cualquier cosa que ocurriera, no nos asustáramos, y que de ningún modo llamáramos a un medico. Nos pidió a ambas que nos sentáramos tranquilamente y que lo vigiláramos. No tenía que haber temor. No debíamos hablarle ni reanimarlo, pero sí cerrarle la boca si se desmayaba. Bajo ninguna circunstancia debíamos dejar el cuerpo solo.
Krishnamurti parecía sufrir muchísimo. Se quejaba de un severo dolor de muelas y de un intenso dolor en la nuca, en la coronilla y en la espina dorsal.
En medio de sus padecimientos decía: «Están limpiando mi cerebro completamente, lo están vaciando». Otras veces se quejaba de un gran calor, y su cuerpo transpiraba profusamente. La intensidad del dolor variaba según el área donde se concentraba. A veces se localizaba en la cabeza, en los dientes, en la nuca o en la columna vertebral. En otras oportunidades, él gemía y se agarraba el estomago. Nada aliviaba el dolor; este venía y se iba a voluntad. Cuando el proceso operaba, el cuerpo que yacía en la cama era como una mascara; sólo parecía hallarse presente una conciencia del cuerpo. En este estado la voz era débil como la de un niño.
Súbitamente el cuerpo fue ocupado por una elevada presencia. Krishnaji se incorporo, sentándose con las piernas cruzadas y los ojos cerrados; el frágil cuerpo parecía crecer y llenar la habitación; había un silencio palpable, palpitante, y una fuerza inmensa se derramaba en el lugar y nos envolvía. En este estado, la voz tenia un gran volumen y profundidad».
A pesar de estos padecimientos, que vinculaban el dolor físico con el crecimiento espiritual, Krishnamurti no cesó nunca sus actividades de difusión de su enseñanza, ni transformó su mensaje, que postulaba el crecimiento espiritual basado en el conocimiento que emana del interior de cada ser humano y no de creencias y dogmas externos.
Si bien ya nunca más tuvo la plataforma de sus primeros tiempos a través de la Sociedad Teosófica, y muy atrás había quedado la época en que fue presentado como el nuevo mesías, había adquirido por sí mismo una celebridad e importancia de primer nivel.
En sus numerosas actividades como expositor solía recibir invitaciones oficiales de distintos países. En plena actividad, cumplió sus 90 años, viajando y dando conferencias. Pero la muerte ya estaba cerca.
En enero de 1986 dictó sus ultimas charlas en la India, y se despidió de sus discípulos. El 10 de enero quiso volver a pasear por la playa de Adyar, donde 75 años atrás había sido «descubierto» como Instructor del Mundo.
Después de todos estos rituales de despedida regreso a Ojai, y poco más de un mes después, el 17 de febrero de 1986, abrazo la muerte, afectado por un cáncer al páncreas.
Sus cenizas fueron llevadas a Delhi.
En 1980, Krishnamurti le había dicho a Pupul Jayakar que cuando dejara de hablar, su cuerpo moriría.
«El cuerpo tiene un solo propósito –le dijo–, revelar la enseñanza.»
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La meditación
Madrás, India, 29 de enero de l964
Me gustaría, si puedo, hablar acerca de la meditación. Quisiera hablar de ella porque siento que es lo más importante que hay en la vida.
Para comprender la meditación, para investigarla bien a fondo, ante todo debemos comprender la palabra y el hecho «meditación», porque casi todos nosotros somos esclavos de las palabras. La palabra misma «meditación» induce en muchas personas cierto estado, cierta sensibilidad, cierta quietud, un deseo de lograr esto o aquello. Pero la palabra no es la cosa. La palabra, el símbolo, el nombre, si no se comprende totalmente, es algo terrible. Actúa como una barrera, convierte a la mente en una esclava. Y lo que nos hace actuar a la mayoría de nosotros, es la reacción a la palabra, al símbolo, porque no nos percatamos o somos inconscientes del hecho mismo. Llegamos al hecho, a «lo que es», con nuestras opiniones y evaluaciones, con nuestros juicios y recuerdos. Y nunca vemos el hecho, «lo que es». Creo que esto debe ser claramente comprendido.
Para comprender cada experiencia, cada estado de la mente, «lo que es», el hecho real, uno no debe ser esclavo de las palabras; y ésa es una de las cosas más difíciles. La palabra, al nombrar el hecho, despierta diversos recuerdos; y estos recuerdos hacen impacto sobre el hecho, lo controlan, lo moldean, ofrecen una guía al hecho, a «lo que es». Por lo tanto, uno debe estar extraordinariamente atento a esta confusión y no generar un conflicto entre la palabra y lo factual, «lo que es». Y ésa es tarea muy ardua para una mente; exige precisión, claridad. Sin claridad, uno no puede ver las cosas como son. Hay una belleza extraordinaria en ver las cosas tal como son, no desde nuestras opiniones, nuestros juicios y recuerdos. Uno tiene que ver el árbol tal como es, sin confusión ninguna; de igual manera, tiene que ver el cielo que en un atardecer se refleja sobre el agua; simplemente ver, sin verbalizar, sin despertar símbolos, ideas, recuerdos.
En eso hay una belleza extraordinaria. Y la belleza es esencial. La belleza es la apreciación, la sensibilidad a las cosas que a uno lo rodean: la naturaleza, la gente, las ideas. Si no hay sensibilidad, no habrá claridad; las dos cosas van juntas, son sinónimos. Esta claridad es esencial si queremos comprender qué es la meditación. Una mente confusa, atrapada en las ideas, en las experiencias, en todos los impulsos del deseo, sólo engendra conflicto. Y una mente que de veras quiera hallarse en un estado de meditación, tiene que estar atenta no sólo a la palabra, sino también a la respuesta instintiva de nombrar la experiencia o el estado. Y el hecho mismo de nombrar ese estado o esa experiencia -cualquiera que sea, por cruel, verdadera o falsa que pueda ser-, sólo fortalece el recuerdo de esa experiencia, con el cual pasamos a una nueva experiencia. Por favor, si se me permite señalarlo, es muy importante que comprendan de qué estamos hablando, porque si no comprenden esto no podrán emprender con quien les habla un viaje por todo este asunto de la meditación. Como dijimos, la meditación es una de las cosas más importantes en la vida, tal vez la más importante.
Si no hay meditación, no es posible ir más allá de los límites del pensamiento, de la mente y el cerebro. Y para investigar este problema de la meditación, desde el principio mismo tenemos que echar los cimientos de la virtud. No me refiero a la virtud impuesta por la sociedad, una moralidad originada en el temor, la codicia, la envidia, en ciertos premios y castigos. Hablo de la virtud que se genera de modo natural, fácil y espontáneo, sin conflicto ni resistencia de ninguna clase, cuando hay conocimiento propio. Sin conocimiento propio, hagan lo que hicieren, no es posible el estado de meditación. Por «conocimiento propio» entiendo conocer cada pensamiento, cada estado de ánimo, cada sentimiento, conocer la actividad de nuestra mente; no hablo de conocer el «yo supremo», el «gran yo»; no hay tal cosa, el «yo superior», el Atman, sigue estando dentro del campo del pensamiento.
El pensamiento es el resultado de nuestro condicionamiento, es la respuesta de nuestra memoria, ya sea ancestral o inmediata. Y tratar meramente de meditar sin establecer primero, profunda e irrevocablemente, esa virtud que surge a la existencia con el conocimiento propio, es totalmente engañoso y absolutamente inútil. Por favor, es muy importante que esto sea comprendido por aquéllos que son serios, porque si no pueden hacerlo, la meditación que practiquen y la vida factual estarán divorciadas, separadas; tan ampliamente separadas que, aunque puedan meditar adoptando posturas indefinidamente por el resto de sus vidas, no verán más allá de sus narices.
Cualquier postura que adopten, cualquier cosa que hagan, no tendrá ningún sentido. Por lo tanto, la mente que quiera investigar -uso deliberadamente la palabra investigar- qué es la meditación, tiene que echar estos cimientos de la virtud que surge natural y espontáneamente, con facilidad y sin esfuerzo alguno, cuando hay conocimiento propio. Y también es importante comprender qué es este conocimiento propio: simplemente estar alerta, sin opción alguna, al «yo», el cual tiene su origen en un manojo de recuerdos -en seguida examinaré lo que entiendo por percepción alerta-, sólo estar conscientes de él sin ninguna interpretación, observar nada más el movimiento de la mente. Pero esa observación se ve impedida cuando uno meramente acumula, a través de la observación, el conocimiento de lo que debe hacer y no debe hacer, de lo que debe y no debe realizar; si lo hace así, pone fin al proceso vital de ese movimiento de la mente que es el yo. O sea, tengo que observar y ver el hecho, lo real, «lo que es». Si lo abordo con una idea, con una opinión -tal como «debo» o «no debo», que son respuestas de la memoria-, entonces el movimiento de «lo que es» se ve obstaculizado, bloqueado; por lo tanto, no hay un aprender. Para observar el movimiento de la brisa en el árbol, uno no puede hacer nada al respecto.
La brisa se mueve con violencia o con gracia o con belleza. Uno, el observador, no puede controlarla. No puede formularla, no puede decir: «La conservaré en mi mente». Está ahí. Puede que uno la recuerde, pero si recuerda esa brisa en el árbol la próxima vez que lo mire, no estará mirando el movimiento natural de la brisa en el árbol, sino sólo rememorando el movimiento del pasado. Por lo tanto, no estará aprendiendo; sólo estará añadiendo a lo que ya conoce. Por eso, en cierto nivel, el conocimiento se vuelve un obstáculo para un nivel ulterior. Espero que esto haya quedado muy claro. Porque lo que vamos a examinar en seguida exige una mente clara, capaz de mirar, de ver y escuchar, sin que haya ningún proceso de reconocimiento. Por consiguiente, ante todo uno debe estar muy claro, no confuso. La claridad es esencial. Entiendo por claridad ver las cosas como son, ver «lo que es», sin opinión ninguna, ver el movimiento de la propia mente, observarlo con diligencia, con atención y minuciosidad, sin ningún propósito, sin directiva alguna.
El simple observar requiere una claridad asombrosa; de lo contrario, no es posible observar. Si uno observa a una hormiga en sus movimientos, realizando todas las actividades que realiza, y aborda la observación con los distintos hechos biológicos que conoce acerca de la hormiga, ese conocimiento le impide mirar. Así, uno empieza a ver inmediatamente dónde el conocimiento es necesario y dónde se vuelve un obstáculo. De este modo, no hay confusión. Cuando la mente es clara, precisa, capaz de un razonamiento profundo, fundamental, se halla en un estado de negación. La mayoría de nosotros acepta las cosas muy fácilmente, somos tan crédulos porque ansiamos consuelo, seguridad, un sentimiento de esperanza, deseamos que alguien nos salve -Maestros, salvadores, gurúes, rishis-. ÁUstedes ya conocen toda esa mescolanza! Y nosotros aceptamos con prontitud y facilidad; y con igual facilidad negamos, según cómo esté el clima de nuestra mente. De modo que la «claridad» lo es en el sentido de ver las cosas como son dentro de uno mismo. Porque uno forma parte del mundo, es el movimiento del mundo. Uno es la expresión externa del movimiento que se desarrolla internamente; es como la marea que sale y entra.
El mero concentrarse en uno mismo, o el observarse como algo separado del mundo, lleva al aislamiento y a todas las formas de idiosincrasia, neurosis, miedos aisladores, etc. Pero si uno observa el mundo, si sigue el movimiento del mundo y se deja llevar por ese movimiento cuando éste penetra en lo interno, entonces no hay división entre uno mismo y el mundo, entonces uno no es un individuo opuesto a lo colectivo. Y tiene que existir este sentido de observación, que consiste tanto en observar como en explorar, escuchar y estar alerta. Uso la palabra observar en ese sentido. El acto mismo de observación es el acto de exploración. Uno no puede explorar si no está libre. Por lo tanto, para explorar, para observar, tiene que haber claridad. Para explorar profundamente dentro de sí mismo, cada vez que uno llega a esa exploración debe hacerlo como si fuera la primera vez. O sea, uno jamás ha obtenido un resultado, jamás ha ascendido por una escalera, y nunca puede decir: «Ahora lo sé». No hay escalera. Y si uno llegara a subir, debe bajar de inmediato a fin de que la mente sea sensible en grado sumo para observar, vigilar, escuchar. Gracias a este observar, escuchar, ver, vigilar, adviene esa belleza extraordinaria de la virtud. No hay otra virtud, excepto la que proviene del conocimiento propio.
Entonces esa virtud es vital, vigorosa, activa, no una cosa muerta que cultivamos. Y ésos han de ser los cimientos. Los cimientos para la meditación son la observación, la claridad y la virtud en el sentido en que la entendemos, no en el sentido de hacer de la virtud una cosa que debemos cultivar día tras día, lo cual es mera resistencia. Entonces, a partir de ahí, podemos ver lo que implican las así llamadas oraciones, la repetición de palabras, los mantras, el sentarse en un rincón y tratar de fijar la mente sobre un objeto en particular, o sobre una palabra, un símbolo, lo cual implica meditar deliberadamente. Por favor, escuchen con mucha atención. Adoptar una postura deliberada o hacer deliberadamente, conscientemente, ciertas cosas para meditar, sólo indica que están jugando en el campo de sus propios deseos y de su propio condicionamiento; por lo tanto, eso no es meditación. Si uno observa, puede ver muy bien que esas personas que meditan tienen toda clase de imágenes: ven a Krishna, a Cristo, a Buda, y piensan que han logrado algo. Como un cristiano que ve a Cristo; ese fenómeno es muy simple, muy claro: es una proyección de su propio condicionamiento, de sus temores, sus esperanzas, su deseo de seguridad. El cristiano ve a Cristo como ustedes [hablaba a hindúes] verían a Rama o a cualquiera que sea su dios predilecto. No hay nada notable respecto de estas visiones. Son el producto de nuestro inconsciente, el cual ha sido tan condicionado, tan adiestrado en el temor.
Cuando nos hallamos un poco quietos, ese inconsciente irrumpe con sus imágenes, sus símbolos, sus ideas. Por lo tanto, las visiones, los trances, las imágenes e ideas, no tienen absolutamente ningún valor. Es como ocurre con un hombre que repite una y otra y otra vez algún mantra o alguna frase o un nombre. Cuando uno repite y repite y repite un nombre, es obvio que lo que hace es embotar la mente, volverla estúpida; y, en esa estupidez, la mente se aquieta. Para aquietar la mente, lo mismo podría uno tomar una droga -y tales drogas existen-; en ese estado de quietud, estando drogado, uno tiene visiones. Esas visiones son, obviamente, el producto de nuestra propia sociedad, de nuestra propia cultura, de nuestras esperanzas y nuestros temores; no tienen nada que ver con la realidad. Lo mismo sucede con las oraciones.
El hombre que ora es como aquél que tiene su mano en el bolsillo de otro. El hombre de negocios, el político y toda la sociedad competitiva oran por la paz; pero lo hacen todo para engendrar guerras, odios y antagonismo. Eso no tiene sentido, carece de racionalidad. Nuestra oración es una súplica, pedimos algo que no tenemos derecho a pedir, porque no vivimos, porque no somos virtuosos. Queremos algo pacífico, grande, que enriquezca nuestras vidas, pero hacemos todo lo opuesto: destruimos, nos volvemos vulgares, mezquinos, estúpidos. Las plegarias, las visiones, el sentarse derecho en un rincón respirando de modo correcto, haciendo cosas con nuestra mente, todo eso es muy inmaduro, muy infantil; no tiene sentido para un hombre que realmente quiera comprender el pleno significado de lo que es la meditación. Un hombre así descarta por completo todo esto, Áaun cuando pudiera perder su empleo! El no recurre inmediatamente a un pequeño dios, a fin de obtener un nuevo empleo -ése es el juego que practican todos ustedes-. Cuando hay alguna clase de dolor, de perturbación, acuden a un templo Áy se llaman a sí mismos religiosos!
Todas estas cosas deben ser completa y totalmente descartadas, de modo que ni siquiera los toquen. Si han hecho esto, entonces podemos seguir investigando todo este asunto de lo que es la meditación. Tiene que haber observación, claridad, conocimiento propio y, a causa de ello, virtud. La virtud es una cosa que florece todo el tiempo en bondad; uno puede haber cometido un error, haber hecho algo feo, pero eso se ha terminado; uno se está moviendo, floreciendo en bondad porque se conoce a sí mismo. Habiendo echado esos cimientos, es posible dejar de lado las oraciones, el murmurar palabras y el adoptar posturas.
Entonces puede uno empezar a investigar qué es la experiencia. Es muy importante comprender qué es la experiencia, porque todos la deseamos. Tenemos las experiencias cotidianas: ir a la oficina, disputar, sentirnos celosos, envidiosos, ser brutales, competitivos, sexuales. En la vida pasamos por toda clase de experiencias, día tras día, consciente o inconscientemente. Vivimos en la superficie de nuestra vida, sin belleza, sin ninguna profundidad, sin nada propio que sea original, prístino, puro. Somos seres de segunda mano, siempre citando a otros, siguiendo a otros, como cáscaras vacías. Y, naturalmente, queremos más experiencias además de la experiencia cotidiana. Buscamos, pues, estas experiencias ya sea por medio de la meditación o tomando alguna de las drogas más recientes. El LSD 25 es una de estas drogas recientes; tan pronto lo toman, sienten que tienen un «misticismo instantáneo», no que han tomado la droga [risas del público].
Estamos hablando en serio. Ustedes se limitan a reír ante la menor provocación; por lo tanto, no son serios, no examinan esto paso a paso, observándose a sí mismos; sólo escuchan las palabras y siguen dejándose llevar por las palabras -algo contra lo cual los he prevenido al principio de esta plática-. Están estas drogas que nos inducen una expansión de la conciencia, que de momento nos tornan altamente sensibles. Y en ese estado de sensibilidad intensificada vemos cosas: El árbol adquiere una vida asombrosa, es más claro y brillante, contiene una inmensidad. O, si tenemos inclinaciones religiosas, en ese estado de sensibilidad acrecentada experimentamos un sentimiento extraordinario de paz y luz; no hay diferencia entre uno mismo y la cosa que uno observa: uno es eso, y todo el universo es parte de uno mismo. Y anhelamos estas drogas porque deseamos más experiencia, una experiencia más amplia y más profunda, confiando en que tal experiencia dará un significado a nuestra vida; de este modo, comenzamos a depender. Sin embargo, cuando uno tiene estas experiencias, sigue estando dentro del campo del pensamiento, dentro del campo de lo conocido. Por consiguiente, ustedes tienen que comprender la experiencia, o sea, la respuesta a un reto, la cual se vuelve una reacción; y esa reacción moldea sus pensamientos, sus sentimientos, todo su ser. Y así suman más y más experiencias; sólo piensan en tener cada vez más experiencias.
Cuanto más claros son los recuerdos de esas experiencias, más creen ustedes que conocen, que saben. Pero si lo observan, encontrarán que cuanto más conocen, más superficiales se vuelven, más vacuos. Al volverse más vacuos desean más experiencias, experiencias más amplias. De modo que tienen que comprender, no sólo lo que he dicho anteriormente, sino también esta demanda extraordinaria de experiencias. Ahora podemos proseguir. Una mente que busca cualquier clase de experiencia, sigue estando dentro del campo del tiempo, dentro del campo de lo conocido, de los deseos autoproyectados. Como dije al comienzo, la meditación deliberada sólo nos conduce a la ilusión. Sin embargo, tiene que haber meditación. Si meditamos deliberadamente, eso nos lleva a distintas formas de autohipnosis, a distintas formas de experiencias proyectadas por nuestros propios deseos, por nuestros propios condicionamientos; y esos condicionamientos, esos deseos moldean nuestra mente, controlan nuestro pensamiento. Por eso, un hombre que de verdad quiera comprender el significado profundo de la meditación, debe comprender el significado de la experiencia; además, su mente tiene que estar libre de toda búsqueda. Eso es muy difícil. En seguida voy a examinarlo. Habiendo asentado todo esto naturalmente, espontáneamente, fácilmente, como algo básico, debemos averiguar qué significa controlar el pensamiento. Porque eso es lo que todos persiguen: cuanto más pueden controlar el pensamiento, más creen que han avanzado en la meditación. Para mí, cualquier forma de control –físico, psicológico, intelectual, emocional– es nociva. Por favor, escuchen cuidadosamente. No digan: «Entonces haré lo que me plazca». No estoy diciendo eso. El control implica subyugación, represión, adaptación, implica moldear el pensamiento conforme a un patrón particular, lo cual quiere decir que el patrón es más importante que el descubrimiento de lo verdadero. Así, el control en cualquier forma –resistencia, represión o sublimación– moldea más y más la mente conforme al pasado, conforme al condicionamiento en que nos educaron, al condicionamiento de una comunidad en particular, y así sucesivamente.
Es necesario comprender qué es la meditación. Ahora, por favor, escuchen cuidadosamente. No sé si alguna vez han hecho esta clase de meditación. Es probable que no, pero ahora van a hacerla conmigo. Vamos a emprender el viaje juntos, no verbalmente, sino que recorreremos ese camino desde el principio hasta el fin de donde llega la comunicación verbal. Es como llegar juntos hasta la puerta; entonces, o bien pasan ustedes por la puerta, o se detienen de este lado. Se detendrán de este lado de la puerta si no han hecho todo lo que se ha indicado, no porque lo diga quien les habla, sino porque es cuerdo, sano, razonable y soportará todas las pruebas, todos los exámenes. De modo que ahora vamos a meditar juntos, no deliberadamente, porque no existe la meditación deliberada. Es como dejar la ventana abierta y el aire llega cuando quiere –cualquier cosa que el aire traiga, sea como fuere la brisa–. Pero si esperan que las brisas lleguen porque han abierto la ventana, éstas jamás llegarán. La ventana tiene que ser abierta por amor, por afecto, desde la libertad, no porque uno desee algo. Y ése es el estado de belleza, es el estado de la mente que ve y no exige nada. Estar atentos implica un estado extraordinario de la mente –estar atentos a cuanto los rodea, a los árboles, al pájaro que canta, al Sol que está detrás de ustedes; estar atentos a los rostros, a las sonrisas; estar atentos a la suciedad del camino, a la belleza de la tierra, a la palmera contra el cielo rojo del crepúsculo, a la onda sobre el agua–, simplemente estar atentos, sin preferencia alguna. Por favor, háganlo mientras prosiguen con esto.
Escuchen a esos pájaros, sin nombrarlos, no reconozcan la especie, sólo escuchen el sonido. Escuchen los movimientos del propio pensar, no los controlen, no los moldeen, no digan: «Esto es bueno, eso es malo». Simplemente, muévanse con ellos. Eso es la percepción alerta, en la que no hay opción ni condena ni juicio ni comparación o interpretación; sólo observación pura. Eso hace que la mente sea altamente sensible. En el momento en que nombran, han retrocedido y la mente se embota, porque eso es lo que acostumbran hacer. En ese estado de percepción alerta hay atención, no control ni concentración. Hay atención. O sea, escuchan a los pájaros, ven la puesta del Sol, contemplan la quietud de los árboles, oyen pasar los automóviles, oyen a quien les habla; y están atentos al significado de las palabras, a sus propios pensamientos y sentimientos y al movimiento de esa atención. Están atentos globalmente, sin un límite, no sólo de manera consciente, sino también inconscientemente. Lo inconsciente es más importante; por lo tanto, tienen que investigar lo inconsciente. No uso la palabra «inconsciente» desde el punto de vista de la técnica o como un término técnico. No la uso en el sentido en que la usan los psicólogos, sino para referirme a aquello de lo que no son conscientes. Porque la mayoría de nosotros vive en la superficie de la mente: yendo a la oficina, adquiriendo conocimientos o una técnica, disputando, etc. Jamás prestamos atención a la profundidad de nuestro ser, la cual es el resultado de nuestra comunidad, del residuo racial, de todo el pasado -no sólo el de cada uno de nosotros como ser humano, sino también el del hombre, el de las ansiedades del hombre-. Cuando dormimos, todo esto se proyecta en la forma de sueños, y entonces está la interpretación de esos sueños. Los sueños se vuelven totalmente innecesarios para un hombre que está despierto, alerta, observando, escuchando, consciente, atento. Ahora bien, esta atención exige una energía tremenda; no la energía que ustedes han acumulado mediante la práctica, el celibato y todas esas cosas; ésa es la energía de la codicia. Yo hablo de la energía del conocimiento propio. Gracias a que han echado los cimientos correctos, de ello surge la energía que necesitan para estar atentos, energía en la que no hay ningún sentido de concentración.
La concentración es exclusión; ustedes quieren escuchar esa música [que llega desde una calle cercana], y también quieren oír lo que dice quien les habla, de modo que ofrecen resistencia a esa música y tratan de escucharlo a él; de esta manera, no prestan realmente atención completa. Una parte de su energía se ha ido en resistir a esa música y una parte está tratando de escuchar; por lo tanto, no escuchan totalmente, no están atentos. Así que si se concentran, meramente resisten, excluyen. Pero una mente que se halla atenta, puede concentrarse y no ser exclusiva. De esta atención surge, pues, un cerebro quieto.
Las células cerebrales mismas están quietas; no aquietadas, no disciplinadas, no forzadas ni condicionadas brutalmente. Pero a causa de que toda esta atención ha surgido naturalmente, espontáneamente, con facilidad y sin esfuerzo alguno, las células cerebrales no se han falseado, ni se han insensibilizado ni vulgarizado ni embrutecido.
Espero que estén siguiendo todo esto. A menos que las células cerebrales mismas sean asombrosamente sensibles, vitales y alertas, que no estén endurecidas ni golpeadas ni agotadas ni especializadas en un sector particular del conocimiento, a menos que sean extraordinariamente sensibles, no pueden estar quietas. Por consiguiente, el cerebro debe estar quieto y, no obstante, debe ser sensible a cada reacción, debe estar atento a toda la música, a los ruidos, a los pájaros, escuchando estas palabras, contemplando la puesta del Sol, sin presión ninguna sin tensiones, sin influencias. El cerebro debe estar muy quieto, porque sin quietud, quietud no inducida, no producida artificialmente, no puede haber claridad. Y la claridad puede llegar sólo cuando hay espacio. Ustedes tienen espacio en el momento en que el cerebro está absolutamente quieto y, no obstante, altamente sensible, no apagado. Por eso es muy importante lo que hacen todos los días. El cerebro se halla embrutecido por las circunstancias, por la sociedad, por los trabajos que ustedes realizan y por la especialización, brutalmente molido por sus treinta o cuarenta años en una oficina -todo eso destruye la extraordinaria sensibilidad del cerebro-. Y el cerebro debe estar quieto. A partir de ahí, toda la mente, en la cual está incluido el cerebro, es capaz de estar completamente silenciosa. Esa mente silenciosa ya no busca, no espera experiencias; no experimenta nada en absoluto. Confío en que comprendan todo esto. Tal vez no lo comprenden. No importa, simplemente escuchen. No se sientan hipnotizados por mí, sino presten atención a la verdad de esto. Quizás entonces, cuando estén caminando por la calle o se encuentren sentados en un autobús o contemplando un torrente o un campo sembrado de arroz verde y abundante, esto llegue inadvertidamente, como un susurro desde una tierra muy remota. Así, la mente queda en completo silencio, sin ninguna forma de presión, de compulsión. Este silencio no es algo producido por el pensamiento, porque el pensamiento ha cesado, toda la maquinaria del pensamiento ha llegado a su fin. El pensamiento debe terminar; de lo contrario, producirá más imágenes, más ideas, más ilusiones, más, más y más.
Por lo tanto, tienen que comprender toda esta maquinaria del pensamiento -no cómo detener el pensar-. Si comprenden toda la maquinaria del pensamiento -la cual es la respuesta de la memoria, de la asociación y el reconocimiento, del nombrar, comparar y juzgar-, si la comprenden, ésta llega naturalmente a su fin. Cuando la mente está por completo silenciosa, entonces, a causa de ese silencio, en ese silencio mismo, hay un movimiento por completo diferente. Ese movimiento no es un movimiento creado por el pensar, por la sociedad, por lo que ustedes han leído o no han leído. Ese movimiento no pertenece al tiempo o a la experiencia, porque no contiene experiencia alguna. Para una mente silenciosa no hay experiencias. Una luz que arde brillantemente, una luz intensa, no requiere nada más, es luz para sí misma. Ese movimiento no es un movimiento en ninguna dirección, porque la dirección implica tiempo. Ese movimiento no tiene causa, porque cualquier cosa que tenga una causa produce un efecto y ese efecto se convierte en la causa y así sucesivamente: una cadena interminable de causa y efecto. Por lo tanto, no hay en absoluto ni efecto ni causa ni motivo ni experiencia. Debido a que está por completo quieta, naturalmente silenciosa, a que ustedes han echado los cimientos correctos, la mente se halla relacionada de manera directa con la vida, no está divorciada del vivir cotidiano. Si la mente ha llegado hasta ahí, ese movimiento es creación. Entonces no hay ansiedad por expresarse, porque una mente en estado de creación puede expresarse o no expresarse. Ese estado de la mente que se halla en completo silencio tiene su propio movimiento; esa mente se moverá en lo desconocido, en aquello que es innominable.
Por consiguiente, la meditación que ustedes practican no es la meditación de que estamos hablando, la cual existe de lo eterno a lo eterno, porque uno ha echado los cimientos no en el tiempo sino en la realidad.
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Verdad y libertad
Los Años del Despertar, © Mary Lutyens
» La verdad es una tierra sin senderos. El hombre no puede acercarse a ella a través de ninguna organización, de ninguna secta, dogma, sacerdote o ritual, ni a través de algún conocimiento filosófico o técnica psicológica. Tiene que encontrarla a través del espejo de las relaciones, a través de los contenidos de su propia mente, de la observación y no a través del análisis intelectual o la disección introspectiva. El hombre ha construido en sí mismo imágenes como una valla de seguridad–religiosas, políticas, personales. Estas se manifiestan en forma de símbolos, ideas, creencias. La carga de estas imágenes domina el pensamiento del hombre, sus relaciones y su vida diaria. Estas imágenes son la causa de nuestros problemas ya que dividen a los hombres. Su percepción de la vida esta moldeada por conceptos ya establecidos en su mente. El contenido de su consciencia es su entera existencia. Este contenido es común en toda la humanidad. La individualidad es el nombre, la forma, la cultura superficial que él adquiere a través de la tradición y el ambiente. La unicidad del hombre no reside en lo superficial sino en la libertad absoluta del contenido de su consciencia, la cuál es común en todos los seres humanos. Así el no es un individuo.
“La libertad no es una reacción; no es una elección. Es la pretensión del hombre creer que por tener elección es libre. La libertad es pura observación sin dirección, sin miedo al castigo, sin recompensas. La libertad existe sin motivo; la libertad no está al final de la evolución del hombre sino que reside en el primer paso de su existencia. Al observar, uno comienza a descubrir la falta de libertad. La libertad se encuentra en una consciencia no escogida en nuestra existencia y actividad diaria. El pensamiento es tiempo.
«El pensamiento nace de la experiencia y el conocimiento, los cuales son inseparables del tiempo y el pasado. El tiempo es el enemigo psicológico del hombre. Nuestra acción se basa en el conocimiento y por tanto en el tiempo, así el hombre siempre es un esclavo del pasado. El pensamiento es siempre limitado, así que vivimos en constante conflicto y lucha. No hay evolución psicológica.
“Cuando el hombre se vuelva consciente del movimiento de sus propios pensamientos, verá la división entre el pensador y el pensamiento, el observador y lo observado, el experimentador y lo experimentado. Descubrirá que esa división es una ilusión. Sólo entonces hay pura observación en la que no existe sombra del pasado ni el tiempo. Este eterno “insight” trae consigo una profunda y radical mutación en la mente. “La negación total es la esencia de lo positivo. Cuando hay negación de todas esas cosas que el pensamiento ha ocasionado psicológicamente, solo entonces hay amor, que es compasióne e inteligencia.”
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LA SOLEDAD INTERIOR
…… Si se me permite repetir lo que dije el otro día, estas charlas tienen muy poca significación si no experimentamos no sólo directamente sino también de forma inmediata lo que se está diciendo; no sirve de nada reflexionar, o recordar y luego poner en práctica lo que se ha dicho,porque la experiencia directa de lo que es la verdad tendrá su propio efecto sin que la mente haya de buscar intervención alguna sobre ella.Ésta es la razón por que es muy importante escuchar no sólo lo que se está diciendo, sino todo en la vida.
Cuando escuchamos a otra persona decir algo, cuando leemos, cuando oímos el canto de los pájaros o el sonido del mar agitado, es importante escuchar atentamente, porque en el mismo acto de escuchar existe una vivencia directa que no se encuentra contaminada por ninguno de nuestros prejuicios o nuestro particular condicionamiento. Tengo la impresión de que la mayoría de nosotros encuentra extremadamente arduo escuchar, porque hemos leído muchas cosas, y entonces justificamos o comparamos lo que hemos leído con lo que estamos escuchando, o intentamos recordar lo que se está diciendo para luego reflexionar sobre ello. Entonces la mente está intranquila y, por lo tanto, no escucha con atención.
Interlocutor: Usted ha dicho que las nacionalidades, las creencias, los dogmas, son separativos. ¿Es también la familia una fuerza separativa?
KRISHNAMURTI: Mientras exista alguna forma de identificación con la familia, con un grupo nacional, con un dogma, con unas creencias, obviamente será también separativa. Si yo me identifico con la India, con su pasado, con su religión, con sus dogmas, con su nacionalidad, yo, obviamente, estoy construyendo un muro a mi alrededor a través de la identificación con lo que yo pienso que es más importante que yo mismo.
Claramente, la cuestión no es si la familia o el grupo son separativos, sino si la mente se identifica a sí misma con algo y, en consecuencia, crea división. ¿Por qué me identifico a mí mismo con la India? Porque, si no me identifico con la India, con América, con Oriente o con Occidente, o con lo que sea, estoy perdido, me siento solo, abandonado. Este temor a quedarse solo, aislado, me obliga a identificarme con mi familia, con mi propiedad, con una casa, con una creencia. Eso es lo que está causando separación, no la familia. Si yo no me identifico con nada, ¿qué es lo que soy? No soy nadie. Pero si digo que soy un hindú con sabiduría oriental y toda esa insensatez (ya ustedes saben todo lo que hay detrás de ello), entonces sí que soy alguien. El identificarme con América o con Rusia me da prestigio, hace que me sienta importante, le proporciona un significado a mi vida; porque yo no quiero ser nadie, no quiero pasar desapercibido. Puede que yo tenga un nombre, pero ese nombre debe proporcionarme una categoría; rechazo ser realmente nadie, no tener una identificación con el mí, con algo que yo considero más grande: Dios, la verdad, el país, la familia o la ideología.
Es este proceso de identificación el que es separativo, destructivo. Por favor, escuchen esto. Este es su problema porque el mundo está siendo dividido actualmente en dos identificaciones dogmáticas que no están sino incrementando la fuerza separativa. Somos seres humanos, no hindúes, o americanos, o rusos. ¿Mas es posible vivir sin identificarnos, ser nadie en este mundo en el que todos luchan por ser alguien? Desde luego, es posible. Nuestros intentos por ser alguien nos están llevando a la miseria, a las guerras, todo lo cual lleva implicado la persecución del poder; y, cuando buscamos el poder individualmente, como grupo o como nación, estamos conduciéndonos hacia nuestra propia destrucción; esto es un hecho.
¿Podemos, tanto yo como ustedes, permanecer en soledad internamente, sin ir en busca de poder, sin identificarnos con nada -lo cual significa, realmente, carecer de temor? Encontrarán la respuesta por ustedes mismos si profundizan en la cuestión.
Interlocutor: ¿Niega usted el valor y la integridad de los santos de todas las épocas, incluyendo a Cristo y a Buda?
KRISHNAMURTI: Eso plantea una cuestión muy interesante: ¿Por qué quiere usted santos?, ¿Por qué quiere héroes?, ¿Por qué quiere ejemplos? ¿Y quién es un santo? Porque una Iglesia canonice a alguien, ¿es ese alguien un santo? ¿Y cuál es su medida de un santo? Su medida estará acorde con sus deseos, esperanzas y condicionamientos; pero, como usted ve, la mente quiere a alguien a quien aferrarse, algo que esté más allá de sí misma. Usted quiere líderes, santos, ejemplos a seguir, a imitar, porque por sí mismo es pobre, deficiente; por ello, usted dice: “Si pudiese seguir a alguien, me enriquecería”. Usted nunca se verá enriquecido; usted se convertirá en el más pobre porque es solo cuando la mente, cuando la totalidad del ser, se encuentra vacía, sin buscar, que la creatividad de la realidad aparece.
Ustedes no tienen que creer en lo que yo estoy diciendo: sus santos, sus líderes les han conducido hacia ninguna parte. Ustedes solo tienen guerras, miseria, disputas, un continuo batallar interna y externamente. Pero si pueden ver lo que ustedes son -que son pobres internamente, que están atrapados en luchas y miserias-, verlo sin tratar de cambiar lo que son por otra cosa -lo cual solo sería una modificación; si pudiesen permanecer con lo que es sin guardar ningún deseo de transformarlo, entonces habría una transformación. Pero, mientras la mente esté tratando de imitar, de ajustarse, de medirse con sus ideas preconcebidas de lo que es o de lo que no es un santo, entonces todo ello no será más que una persecución de su particular realización, lo cual es vanidad.
Interlocutor: Si pudiésemos experimentar la inmortalidad, ¿existiría el miedo a la muerte?
KRISHNAMURTI: ¿Es posible para la mente, para usted, tener la experiencia de algo que no es mortal, que no es creado por la mente, que no pertenece al tiempo? Obviamente, si pudiésemos tener la experiencia de ello, no existiría el miedo a la muerte. Pero, ¿es eso posible? ¿Es posible para una mente que es temerosa, que funciona dentro de los dominios del tiempo, es posible para una mente así experimentar aquello que está fuera del tiempo? Quizá, si uno llevase a cabo algunos trucos, podría experimentar algo, pero eso aún estaría dentro de los dominios del tiempo.
Por lo tanto, abandonemos por el momento la cuestión de qué es lo inmortal, porque desconocemos lo que es; pero sí que conocemos el miedo a la muerte, a la vejez y a deterioro; estamos muy familiarizados con ello. En consecuencia, examinémoslo, profundicemos en ello; y no preguntemos si podemos estar libres del temor si experimentamos la inmortalidad; una pregunta así tiene muy poca razón de ser.
Tenemos miedo a la muerte, lo cual significa que estamos temerosos de llegar a un final. Tememos ver que todo lo que hemos adquirido -las experiencias que hemos acumulado, el conocimiento, las relaciones, los afectos, las virtudes que hemos cultivado- llegue a acabarse. Uno puede albergar la esperanza o la creencia de que habrá una resurrección en el futuro, pero sigue habiendo temor, porque el futuro es incierto. Aunque sus religiones, sus sacerdotes, sus esperanzas, han dicho que existe algún tipo u otro de continuidad, aún subsiste la incertidumbre. Uno no quiere morir; este es un hecho. En consecuencia, ¿existe en ello la comprensión del temor relacionado con la muerte?
¿Es posible morir mientras se vive? Por favor, escuchen: si yo no estoy acumulando, si no estoy viviendo en el futuro, en el mañana; si estoy satisfecho con el desbordante júbilo del momento, entonces, no existe una continuidad. Continuidad implica tiempo: yo fui, yo soy, yo seré. Siempre y cuando yo esté seguro de que seré, no tendré miedo; pero el seré es algo muy incierto; y entonces busco la inmortalidad, una confirmación de que voy a continuar.
¿Existe transformación en la continuidad? ¿Puede algo que continúa en el tiempo estar en un estado de completa revolución? ¿Puede haber renovación en algo que continúa? ¿Y no es importante morir internamente cada día, no teóricamente, sino realmente no acumular, no dejar que ninguna experiencia eche raíces, no pensar en el mañana psicológicamente?
Mientras pensemos en términos de tiempo, existirá el miedo a la muerte. He aprendido, pero no he llegado a la culminación, y antes de morirme debo encontrarla; o, si no la encuentro antes de morir, al menos espero encontrarla en mi próxima vida, etcétera. Todo nuestro pensar se basa en el tiempo: nuestro pensamiento es lo conocido, es el resultado de lo conocido, y lo conocido es el proceso del tiempo; y es con esa mente que tratamos de descubrir lo que es inmortal, lo que más allá del tiempo, lo cual no es sino una búsqueda en vano, carente de sentido, excepto para los filósofos, teóricos y especuladores. Si yo quiero hallar la verdad, no mañana, sino realmente, directamente, ¿acaso no debo yo -con el mí, el yo que siempre está acumulando, compitiendo y dándose a sí mismo continuidad por medio de la memoria- dejar de continuar? ¿Es posible morir mientras se vive –que no es perder la memoria de forma artificial, lo cual es amnesia, sino dejar realmente de acumular por medio de la memoria y, en consecuencia, cesar de darle continuidad al mí? Viviendo en este mundo, que pertenece al tiempo ¿es posible para la mente generar, sin ningún tipo de compulsión, un estado en que quien tiene experiencias y la experiencia misma carezcan de razón de ser? Mientras haya alguien que tenga experiencias, que sea el observador, el pensador, debe existir el miedo a acabarse y, en consecuencia, a la muerte. Mientras siga buscando otras experiencias, mientras siga fortaleciendo mi propia continuidad a través de mi familia, de mi propiedad, de mi nación, de mis ideas, de cualquier forma de identificación, debe existir el miedo a que todo se acabe.
Y, por tal razón, si fuese posible para la mente comprender todo esto, ser plenamente consciente de ello y no únicamente decir: “Sí, es muy simple”; si la mente pudiese ser consciente de la totalidad del proceso de la conciencia, si pudiese ver completamente lo que significa la continuidad y el tiempo, y la futilidad del buscar a través del tiempo para encontrar lo que está más allá de él; si tomase consciencia de todo ello, entonces, quizá hubiese muerte, que, de hecho, es la creatividad total que está más allá del tiempo.
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Comentarios sobre el Vivir
La comprensión no es un don reservado a los pocos, sino que viene a los que son serios en su autoconocimiento. La comparación no trae comprensión; la comparación es otra forma de distracción, así como el juicio es evasión. Para que la verdad sea, la mente tiene que estar sin comparar y sin evaluar. Cuando la mente está comparando, evaluando, no está quieta, está ocupada. Una mente ocupada es incapaz de clara y sencilla percepción.
“¿Quiere ello decir, pues, que debo despojarme de todos los valores que he edificado, del conocimiento que he acumulado?”
¿No debe estar libre la mente para descubrir? ¿Traen la libertad del conocimiento, la información, las conclusiones y experiencias de uno mismo y de otros, esta vasta y acumulada carga de la memoria? ¿Hay libertad mientras exista el censor que está juzgando, condenando, comparando? La mente nunca está en calma si siempre está adquiriendo y calculando; y ¿no tiene la mente que estar serena para que la verdad sea?
“Veo eso, pero ¿no estáis pidiendo demasiado a una mente simple e ignorante como la mía?”
¿Sois simple e ignorante? Si realmente lo fuerais, sería una gran delicia empezar con la verdadera indagación; pero desgraciadamente no lo sois. La sabiduría y la verdad vienen a un hombre que verdaderamente dice, “soy ignorante, no sé”. Los sencillos, los inocentes, no los que están cargados de conocimiento, verán la luz, porque son humildes.
“Yo quiero sólo una cosa, conocer el verdadero propósito de la vida, y vos me lanzáis una lluvia de cosas que superan mi comprensión. ¿No podéis hacer el favor de decirme en simples palabras cuál es el verdadero significado de la vida?”
Señor, tenéis que empezar muy cerca para llegar lejos. Queréis lo inmenso sin ver lo que está cerca. Queréis conocer el sentido de la vida. La vida no tiene principio ni fin es tanto muerte como vida; es la hoja verde y la hoja seca que es llevada por el viento; es el amor y su inconmensurable belleza; es el dolor del aislamiento y la gloria de la soledad. No puede medirse, ni la mente puede descubrirla.
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La disolución de la Orden de la Estrella
La Disolución de la Orden de la Estrella La Orden de la Estrella se fundó en 1911 para proclamar la venida del Maestro Krishnamurti. El 2 de agosto de 1929, el día de la apertura del Campamento anual de la Estrella en Ommen, Holanda, Krishnamurti disolvió la Orden ante 3000 miembros. Lo que él dijo entonces es igualmente válido hoy.
Vamos a discutir esta mañana la disolución de la Orden de la Estrella. Se alegrarán muchas personas, y otros estarán bastante tristes. No es una cuestión para regocijarse ni para entristecer, porque es inevitable, como voy a explicar.
Ustedes recordarán la historia de cómo el diablo y un amigo suyo estaban caminando calle abajo, cuando vieron delante de ellos un hombre inclinarse y recoger algo de la tierra, mirarlo, y guardarlo en su bolsillo. Dijo el amigo al diablo: «¿Qué recogió ese hombre?». «Él recogió un pedazo de Verdad», dijo el diablo. «Ése es un mal negocio para usted, entonces», dijo su amigo. «Oh, para nada,» contestó el diablo, «yo voy a permitirle organizarlo.»
Yo mantengo que la Verdad es una tierra sin caminos, y ustedes no pueden acercársele en absoluto por ningún camino, por ninguna religión, por ninguna secta. Ése es mi punto de vista, y adhiero a él absolutamente e incondicionalmente. La Verdad, siendo ilimitada, incondicionada, inaccesible por cualquier camino en absoluto, no puede organizarse; ni se debe formar una organización para conducir o para forzar a la gente a lo largo de cualquier camino determinado. Si ustedes entienden primero esto, entonces verán cómo es imposible ordenar una creencia. Una creencia es puramente una cuestión individual, y usted no puede y no debe organizarla. Si usted lo hace, se transforma en muerta, cristalizada; se convierte en un credo, una secta, una religión, para ser impuesta a otras. Esto es lo que todos a lo largo del mundo estamos intentando hacer. La verdad se limita y se hace un juguete para aquellos que son débiles, para aquellos que sólo están disgustados momentáneamente. La verdad no se puede limitar, más bien el individuo debe hacer el esfuerzo de ascender a ella. Usted no puede traer la cima de la montaña al valle. Si usted quiere alcanzar la cima de la montaña, debe pasar a través del valle, subir por sus laderas, sin miedo a los precipicios peligrosos. Usted debe subir hacia la verdad, no puede «ser traída abajo» o ser ordenada para usted. El interés en ideas es sostenido principalmente por organizaciones, pero las organizaciones despiertan solamente interés desde afuera. El interés, que no nació por amor a la Verdad en sí misma, sino que fue despertado por una organización, no tiene ningún valor. La organización se convierte en un armazón en el cual sus miembros pueden encajar convenientemente. Ellos ya no se esfuerzan por alcanzar la Verdad o la cima de la montaña, sino que tallan para ellos mismos un nicho conveniente donde guardarse, o permiten que la organización los guarde, y consideran que la organización los llevará por eso a la Verdad.
Esa es la primer razón, desde mi punto de vista, de por qué debe disolverse la Orden de la Estrella. A pesar de esto, ustedes formarán otras Órdenes probablemente, continuarán perteneciendo a otras organizaciones que buscan la Verdad. Yo no quiero pertenecer a ninguna organización de tipo espiritual, por favor entienda esto. Yo haría uso de una organización que me llevara a Londres, por ejemplo; éste es un tipo diferente de organización, meramente mecánico, como el poste o el telégrafo. Utilizaría un automóvil de motor o un buque de vapor para viajar, éstos son sólo mecanismos físicos que no tienen nada que ver con espiritualidad. De nuevo, yo mantengo que ninguna organización puede llevar al hombre a la espiritualidad.
Si una organización es creada para este propósito, se vuelve una muleta, una debilidad, una esclavitud, y deja inválido al individuo, y le impide crecer, establecer su singularidad, miente en el descubrimiento por sí mismo de lo absoluto, de la verdad incondicionada. Esta es otra razón por la que he decidido, siendo la cabeza de la Orden, disolverla. Nadie me ha persuadido a esta decisión.
Éste no es ningún hecho extraordinario, porque yo no quiero seguidores, y quiero explicar esto. En el momento en que usted sigue a alguien, usted deja de seguir a la Verdad. Yo no estoy interesado si usted presta atención a lo que digo o no. Quiero hacer algo en el mundo y voy a hacerlo con concentración firme. Me estoy refiriendo solamente a una cosa esencial: liberar al hombre. Yo deseo librarlo de todas las jaulas, de todos los miedos; y no fundar religiones, nuevas sectas, ni establecer nuevas teorías ni nuevas filosofías. Entonces usted me preguntará naturalmente por qué viajo por el mundo y hablo continuamente. Le diré por qué razón hago esto: no porque desee a un partidario, no porque desee un grupo de discípulos especiales. (¡Cómo aman los hombres ser diferente de sus compañeros, sin embargo cuán ridículas, absurdas y triviales pueden ser sus distinciones! Yo no quiero animar esa absurdidad.) No tengo ningún discípulo, ningún apóstol, ni en la tierra ni en el reino de la espiritualidad.
Ni el señuelo de dinero, ni el deseo de vivir una vida cómoda me atrae. ¡Si yo quisiera llevar una vida cómoda no vendría a un Campamento o viviría en un país húmedo! Estoy hablando francamente porque quiero dejar esto claro de una vez por todas. No quiero discusiones infantiles año tras año.
Un reportero que me entrevistó consideró un acto magnífico disolver una organización en que había miles y miles de miembros. Para él era un gran acto porque, dijo: «¿Qué hará usted después, cómo vivirá usted? No tendrá ningún partidario, las personas ya no lo escucharán.» Si hay sólo cinco personas que escucharán, que vivirán, que vuelvan sus caras hacia la eternidad, será suficiente. ¿De qué sirve tener miles que no entienden, que estén totalmente llenos de prejuicios, que no quieren lo nuevo, pero traducirían más bien lo nuevo para satisfacer sus propios egos estériles, estancados? Si yo hablo fuertemente, por favor no me entiendan mal, no es por falta de compasión. ¿Si usted va a un cirujano por una operación, no es bondadoso de su parte operar aun cuando él le cause dolor? Así pues, de modo semejante, si hablo rectamente, no es por carecer de verdadero amor.
Como he dicho, tengo solamente un propósito: hacer al hombre libre, para impulsarlo hacia la libertad, ayudarle a romper todas las limitaciones, porque solo ello le dará felicidad eterna, lo dará la realización incondicional de sí mismo.
Porque soy libre, no condicionado, entero -no una parte, no relativo, sino la Verdad entera que es eterna- deseo a aquellos que buscan entenderme, para ser libres; no seguirme, no hacer de mí una jaula que se volverá una religión, una secta. Más bien deben ser libres de todo miedo, del miedo a la religión, del miedo a la salvación, del miedo a la espiritualidad, del miedo al amor, del miedo a la muerte, del miedo a la vida misma. Como un artista que pinta un cuadro porque siente deleite en esa pintura, porque es su auto expresión, su gloria, su bienestar, así es que yo hago esto y no porque deseo cualquier cosa de cualquier persona.
Ustedes están acostumbrados a la autoridad, o a la atmósfera de autoridad que piensan los llevará a la espiritualidad. Ustedes piensan y esperan que otro pueda, por su extraordinario poder -un milagro- transportarlos a este reino de libertad eterna que es la Felicidad. Su perspectiva entera de vida está basada en esa autoridad.
Ustedes me han escuchado durante tres años, sin ninguna transformación, excepto en unos pocos. Ahora analicen lo que estoy diciendo, sean críticos, para que puedan entender completamente, fundamentalmente. Cuando usted busca una autoridad para llevarlo a la espiritualidad, usted está automáticamente obligado a construir una organización alrededor de esa autoridad. Por la misma creación de esa organización que, usted piensa, ayudará a esta autoridad a llevarlo a la espiritualidad, usted se aprisiona en una jaula.
Si hablo francamente, por favor recuerden que lo hago no por aspereza, no por crueldad, ni por falta de entusiasmo en mi propósito, sino porque quiero que entiendan lo que estoy diciendo. Ésa es la razón de por que ustedes están aquí, y sería una pérdida de tiempo si yo no explicara claramente, decididamente, mi punto de vista.
Durante dieciocho años se han estado preparando para este evento, para la Venida del Maestro del mundo. ¡Durante dieciocho años ustedes han organizado, han buscado a alguien que les daría un nuevo deleite a sus corazones y mentes, que transformaría su vida entera, que les daría una nueva comprensión; a alguien que les educaría a un nuevo plano de la vida, que les daría un nuevo estímulo, que los haría libre; y ahora miren lo que está pasando! Consideren, razonen por ustedes mismo, y descubran de qué manera la creencia no los ha hecho diferentes, con la diferencia superficial de llevar una insignia que es trivial, absurda. ¿De qué manera ha barrido esta creencia todas las cosas no esenciales de la vida? Ésa es la única manera de juzgar: ¿de qué manera está usted más libre, más pleno, más peligroso para cada sociedad que esté basa da en lo falso y lo no esencial? ¿De qué manera los miembros de esta organización de la Estrella se vuelven diferentes?
Como he dicho, ustedes se ha estado preparando durante dieciocho años para mí. A mí no me interesa si creen que yo soy el maestro del mundo o no. Eso es de importancia muy pequeña. Puesto que ustedes pertenecen a la organización del Orden de la Estrella, ustedes han dado su simpatía, su energía, reconociendo que Krishnamurti es el maestro, parcialmente o totalmente: totalmente para aquellos que realmente están buscando, sólo parcialmente para aquellos que están satisfecho con sus propias medio-verdades.
Ustedes se han estado preparando durante dieciocho años, y miren cuántas dificultades hay en su manera de comprensión, cuántas complicaciones, cuántas cosas triviales. Sus prejuicios, sus miedos, sus autoridades, sus iglesias nuevas y viejas; todo esto, yo mantengo, es una barrera para entender. No puedo explicarme más claramente. Yo no quiero que usted esté de acuerdo conmigo, no quiero que me siga, yo quiero que usted entienda lo que estoy diciendo.
Esta comprensión es necesaria porque su creencia no lo ha transformado, sólo lo ha complicado, y porque usted no está dispuesto a hacer frente a las cosas tal cual son. Usted quiere tener su propio dios, nuevos dioses en lugar de las religiones viejas, nuevas formas en lugar de las viejas, nuevo en lugar de lo viejo, todo igualmente sin valor, todas las barreras, todas las limitaciones, todas las muletas. En lugar de las distinciones espirituales viejas usted tiene nuevas distinciones espirituales, en lugar de los cultos viejos usted tiene nuevos cultos. Ustedes están dependiendo para su espiritualidad de alguien más, para su felicidad de algún otro, para su esclarecimiento de algún otro; y aunque ustedes han estado preparándose para mí durante dieciocho años, cuando digo que todas estas cosas son innecesarias, cuando digo que deben poner todo lejos y mirar dentro de ustedes mismos para el esclarecimiento, para la gloria, para la purificación, y para la incorruptibilidad del uno mismo, ninguno de ustedes está deseoso de hacerlo. Puede haber unos, pero muy, muy pocos.
¿Entonces por qué tener una organización?
¿Por qué tener personas falsas, hipócritas, que me siguen como la encarnación de la Verdad? Por favor recuerden que no estoy diciendo algo áspero o duro, pero nosotros hemos alcanzado una situación cuando ustedes deben enfrentar las cosas tal cual son. Dije el año pasado que no me comprometería. Muy pocos me escucharon entonces. Este año la he hecho absolutamente claro. Yo no sé cuántos miles de miembros a lo largo del mundo se han estado preparando para mí durante dieciocho años, pero ellos no están dispuestos ahora a escuchar, incondicional, enteramente, a lo que digo.
¿Entonces por qué tener una organización?
Cuando dije antes, que mi propósito es hacer a los hombres incondicionalmente libres, porque mantengo que la única espiritualidad es la incorruptibilidad del sí mismo, que es eterno, que es la armonía entre la razón y amor. Esto es el absoluto, la Verdad no condicionada que es la Vida misma. Quiero por consiguiente hacer al hombre libre, dichoso como el pájaro en el cielo claro, aliviado, independiente, extasiado en esa libertad. Y yo, para quien usted se ha estado preparando durante dieciocho años, ahora digo que usted debe estar libre de todas estas cosas, libre de sus complicaciones, sus enredos. Para esto usted no necesita tener una organización basada en una creencia espiritual. ¿Por qué tener una organización para cinco o diez personas en el mundo que entienden, que están esforzándose, que han apartado todas las cosas triviales? Y para las personas débiles, no puede haber ninguna organización para ayudarlos a encontrar la Verdad, porque la Verdad está en todos; no está lejana, no está cercana; está eternamente allí.
Las organizaciones no pueden hacerlos libres. Ningún hombre puede hacerlos libres; ni lo puede la adoración ordenada, ni la inmolación de ustedes mismos para una causa; ni formándose una organización, ni lanzándose en trabajos, puede hacerlos libres. Usted usa una máquina de escribir para escribir cartas, pero usted no la pone en un altar y le rinde culto. Pero eso es lo que usted está haciendo cuando las organizaciones se convierten en su principal preocupación. «¿Cuántos miembros hay allí?» Ésa es la primer pregunta que me hacen todos los reporteros. «¿Cuántos seguidores tiene? Por su número nosotros juzgaremos si lo que usted dice es verdad o falso.» Yo no sé cuántos hay. No me preocupo por eso. Como he dicho, si hay un solo hombre que fue libre, incluso eso es bastante.
Una vez más, usted tiene la idea que solamente cierta gente tiene la llave del reino de la felicidad. Nadie la tiene. Nadie tiene la autoridad para tener esa llave. Esa llave es su propio Ser, y en el desarrollo y la purificación y en la incorruptibilidad de ese Ser solo está el Reino de la Eternidad.
Entonces ustedes verán cuan absurda es la estructura que han construido, buscando ayuda externa, dependiendo de otros para su consuelo, para su felicidad, para su fuerza. Éstos sólo pueden encontrarse dentro de ustedes mismos.
¿Entonces por qué tener una organización?
Usted está acostumbrado a escuchar cómo ha adelantado, cual es su estado espiritual. ¡Qué infantil! ¿Quién sino usted mismo puede decirle si usted es hermoso o feo por dentro? ¿Quién sino usted mismo puede decirle si usted es incorruptible? Usted no es serio en estas cosas.
¿Entonces por qué tener una organización?
Pero aquellos que realmente desean entender, que están buscando encontrar aquello que es eterno, sin comienzo y sin un final, caminarán con una intensidad mayor, serán un peligro para todo lo que es no esencial, para lo irreal, para las sombras. Y ellos se concentrarán, ellos se volverán la llama, porque ellos entienden. Tal es el cuerpo que debemos crear, y ése es mi propósito. Debido a esa comprensión real habrá verdadera amistad. Debido a esa verdadera amistad -que ustedes no parecen conocer- habrá allí cooperación real por parte de cada uno. Y esto no debido a la autoridad, no debido a la salvación, no debido a la inmolación para una causa, sino porque usted entiende, y por lo tanto es capaz de vivir en lo eterno. Ésta es una cosa mayor que todo el placer, que todo el sacrificio.
Éstas son tan algunas de las razones por las que, después de la consideración cuidadosa por dos años, he tomado esta decisión. No es un impulso momentáneo. Ninguna persona me ha persuadido a ella. Me no persuaden en tales cosas. Por dos años he estado pensando en esto, lentamente, cuidadosamente, pacientemente, y ahora he decidido disolver la orden. Ustedes pueden formar otras organizaciones y esperar a algún otro. Por eso yo no me preocupo, ni en crear nuevas jaulas, ni nuevas decoraciones para esas jaulas. Mi única preocupación es hacer a los hombres absolutamente, incondicionalmente libres.
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El miedo
«Vivir es encontrar por sí mismo lo que es verdad, y usted puede hacerlo sólo cuando hay libertad, cuando hay una continua revolución dentro de usted mismo… Sólo cuando usted está constantemente preguntando, constantemente observando aprendiendo es que se encuentra la verdad, Dios o el amor; y usted no puede preguntarse, observar, aprender; no puede estar profundamente atento, si tiene miedo. Así es que la función de la educación, ciertamente es erradicar interior y exteriormente ese miedo que destruye el pensamiento humano, la relación humana y el amor.»
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Inteligencia y dignidad
«PuEde que seáis capaces de leer las piezas de Bernard Shaw, de citar a Shakespeare, a Voltaire o algún nuevo filosofo. Pero si vosotras mismas no sois inteligentes, si no sois creadoras, ¿para qué sirve la educación? ¿No resulta importante, pues, que tanto los maestros como vosotros, estudiantes, averigüen, descubran, cómo se es inteligente?
Es obvio que la inteligencia os viene cuando no estáis atemorizados, cuando en vosotros no hay miedo. ¿Sabéis que es el miedo? El miedo surge cuando pensáis en lo que la gente pueda decir de vosotros, o en lo que puedan decir vuestros padres; cuando os critican, cuando se os castiga, cuando fracasáis en un examen, cuando no tenéis popularidad en vuestro medio. Gradualmente el miedo os invade, ¿verdad?
Es obvio, pues que el miedo es una de las barreras para la inteligencia, ¿no es cierto? ¿Y no es la esencia de la educación el libertar al estudiante –es decir, a vosotros y a mí– del miedo, y hacer que él se dé cuenta de las causas del miedo para que pueda vivir libre de temor? ¿No es acaso uno de los fines esenciales de la educación, desde la infancia hasta que os lanzáis al mundo, el de ayudarnos a ser libres para que podáis comprender el miedo y las causas del miedo?
Si uno tiene miedo carece de iniciativa. ¿Sabéis que es la iniciativa? ¿Resulta tan difícil describirlo? Tener iniciativa es hacer algo original de un modo espontaneo, natural, sin que a uno lo guíen, lo fuercen, lo controlen; hacer algo que amáis (…) Bien veis que si tenéis miedo, todo eso queda excluido, desaparece de vuestra vida. Si tenéis miedo, habréis por fuerza de seguir la tradición, a alguna persona, a algún «gurú» (guía espiritual). Cuando seguís la tradición, cuando seguís al marido o la esposa, vosotros –como individuos, como seres humanos– perdéis vuestra dignidad.»
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EL MILAGRO DE LA ATENCION
¿Podemos dejar de lado todas las ideas, conceptos y teorías y averiguar por nosotros mismos si existe algo sagrado –no la palabra, porque la palabra no es la cosa, la descripción no es lo descrito–, si hay algo real, no una imaginación, algo ilusorio, fantasioso, no un mito, sino una realidad que nunca puede ser destruida, una verdad que es perdurable?.
Para descubrir eso, para dar con ello, toda clase de autoridad, especialmente la espiritual, dede ser totalmente descartada, porque supone conformismo, obediencia, aceptación de cierta pauta. Una mente debe ser capaz de mantenerse sola, de ser su propia luz. Seguir a otro, pertenecer a un grupo, practicar métodos de meditación prescritos por una autoridad, por la tradición, es totalmente irrelevante para aquel que investiga la cuestión de si existe algo eterno, intemporal, algo que el pensamiento no puede medir y que opera en nuestra vida diaria. Si no funciona como parte de nuestra vida cotidiana, entonces la meditación es una evasión y absolutamente inútil. Todo esto implica que uno debe valerse por sí mismo. Hay una diferencia entre el aislamiento y recogimiento, entre soledad y ser capaz de mantener la propia autonomía de manera clara, no confusa, incontaminada.
Lo que nos concierne es la totalidad de la vida: no uno se sus segmentos o fragmentos, sino la totalidad de lo que hacemos, pensamos, sentimos y como nos comportamos. Puesto que lo que nos incumbe es la totalidad de la vida, en manera alguna podemos tomar un fragmento, que es el pensamiento, y por ese medio resolver todos nuestros problemas . El pensamiento puede conceder autoridad así mismo para juntar a todos los demás fragmentos, los cuales han sido creados por el propio pensamiento. Estamos condicionados a pensar en términos de progreso, de consecución gradual. La gente cree en la evolución psicológica, pero ¿acaso existe el «yo» que, psicológicamente, consigue algo que no sea la proyección del pensamiento?
Para averiguar si existe algo que no sea proyectado por el pensamiento, que no sea una ilusión, un mito, debemos preguntarnos si el pensamiento puede ser controlado, mantenido en suspenso, suprimido, de manera que la mente esté completamente quieta. Control implica el controlador y lo controlado, ¿no es cierto? ¿Quién es el controlador? ¿No es este también creado por el pensamiento, uno de sus fragmantos que ha asumido la autoridad del controlador? Si usted ve eso, entonces el controlador, el experimentador es lo experimentado, el pensador es el pensamiento. No son entes separados. Si comprende eso, entonces no hay ninguna necesidad de controlar.
Si no hay ningú controlador, porque el controlador es lo controlado, entonces, ¿qué sucede? Cuando hay división entre el controlador y lo controlado, hay conflicto y desperdicio de energía. Cuando el controlador es lo controlado, no hay desgaste de energía. entonces tiene lugar la acumulación de toda esa energía que había sido disipada en la represión, en la resistencia producida por la división entre el controlador y lo controlado. Cuando no hay división alguna, usted tiene toda esa energía para ir más allá de aquello que creyó que debía ser controlado. Debe comprenderse claramente que en la meditación no hay ningún control ni sometimiento del pensamiento a una disciplina, porque el que disciplina y controla es un fragmento del pensamiento. Si usted ve la verdad de eso, entonces posee toda la energía que ha sido disipada mediante la comparación, el control y la represión para ir más allá de lo que realmente es.
Estamos preguntando si la mente puede estar absolutamente quieta. porque lo que está quieto tiene gran energía. Es la suma de toda la energía. La mente, que está parloteando, siempre en movimiento, que es el pensamiento continuamente mirando hacia atrás, recordando, acumulando conocimiento, cambiando constantemente, ¿puede estar completamente quieta? ¿Ha intentado alguan vez descubrir si el pensamiento puede estarse quieto? ¿De qué forma va a averiguar cómo producir esta quietud del pensamiento?. Mire, el pensamiento es tiempo y el tiempo es movimiento, medida. En la vida diaria usted mide, compara, tanto en lo físico como en lo psicológico. Eso es medida; la comparación significa medida. ¿Puede usted vivir sin compración en la vida diaria? ¿Puede dejar de comparar por completo , no en la meditación sino en la vida de cada día? Usted compara cuandoescoge entre dos tejidos, esta tela o esa, cuando compara dos automóviles o partes del conocimiento, pero en el plano psicológico, interior, nos comparamos con otros. Cuando esa comparación cesa, como debe ser, entonces ¿podemos valernos completamente por nosotros mismos? Eso es lo que está implícito cuando no hay ninguna comparación, lo cual no significa que usted vegete. De modo que, ¿puede usted vivir su vida diaria sin comparación? Hágalo una vez y descubrirá lo que eso implica. Entonces usted se desprende de una enorme carga; y cuando descarga un peso innecesario, tiene energía.
¿Le ha puesto alguna vez atención a algo de manera total? ¿Le está usted prestando atención a lo que dice el que habla? ¿O escucha con una mente comparativa que adquirido cierto conocimiento y está cotejando lo que se dice con lo que ya sabe? ¿Está interpretando lo que se dice según su propio conocimiento, tendencia o prejuicio? Eso no es atención, ¿verdad? Si presta completa atención con su cuerpo, sus nervios, sus ojos, sus oídos, su mente, con todo su ser, no hay centro desde el que esté atendiendo, solo hay atención. Esa atención es silencio completo.
Por favor, escuche esto. Desgraciadamente, nadie le va a decir todas estas cosas, así que, por favor, póngale atención a lo que se dice, de manera que el acto mismo de escuchar sea un milagro de atención. En esa atención no hay límites, no hay fronteras y, por consiguiente, no hay dirección. Solo hay atención, y, cuando la hay, no existe ni el «usted» ni el «yo», no hay dualidad, no hay observador y observado. Y esto no es posible cuando la mente se mueve en una dirección determinada.
Se nos educa y condiciona para que nos movamos siguiendo direcciones, de aquí hacia allá. Tenemos una idea, una creencia, un concepto o fórmula de que existe una realidad, una dicha, de que hay algo más allá del pensamiento, y fijamos eso como una meta, un ideal, un rumbo, y nos encaminamos en ese sentido. Cuando usted camina dirección, no hay espacio. Cuando se concentra, se dirige o piensa en determinada dirección, no tiene espacio en la mente. No tiene espacio cuando su mente está atestada de apegos, de temores, de la búsqueda de placeres, del deseo de poder y posición. Cuando la mente está atiborrada, no dispone de ningún espacio. El espacio es necesario, y cuando hay atención no hay dirección, sino espacio.
Ahora bien, la meditación implica que no hay movimiento alguno. Eso significa que la mente está completamente quieta, que no se mueve en ningún sentido. No hay ningún movimiento, el cual es tiempo y pensamiento. Si ve, no la descripción verbal, sino la verdad de esto, la cual no puede ser descrita, entonces existe esa mente callada y quieta . Y es necesario tener una mente callada, pero no con el objeto de dormir por más tiempo, de hacer mejor su trabajo o de conseguir más dinero.
Las vidas de la mayoría de las personas son pobres y vacías. Aunque puedan poseer muchísimo conocimiento, sus vidas son míseras, contradictorias, infelices, faltas de integridad. Todo eso es la pobreza, y esas personas desperdician sus vidas tratando de hacerse interiormente ricas, cultivando varias clases de virtudes y todo el resto de ese absurdo desatino. No es que no sea necesaria, pero la virtud es orden, y usted solo podrá comprender el orden cuando haya investigado el desorden dentro de sí mismo. Llevamos vidas desordenadas; ese es un hecho. El desorden es la contradicción, la confusión, los diversos deseos agresivos, el decir una cosa y hacer otra, el tener ideales, y la división entre los ideales y uno mismo. Todo eso es desorden, y cuando se da cuenta de él y le presta toda su atención, de esta surge el orden, el cual es virtud, algo vivo, no algo fabricado, practicado y afeado.
La meditación es la transformación de la mente, uan revolución psicológica, de tal manera que, no en teoría o como ideal, sino en cada mivimiento de nuestra vida diaria, haya compasión, amor y la energía que trasciende toda la mezquindad, cerrazón y superficialidad. Cuando la mente está verdaderamente callada, no acallada mediante el deseo y la voluntad , entonces existe una clase de movimiento totalmente distinto que no pertenece al tiempo.
Como usted comprederá, sería absurdo adentrarnos en eso. Sería una descripción verbal y, por lo tanto, irreal. Lo importante es el arte de la meditación. Una acepción de la palabra «arte» es ponerlo todo, en nuestra vida diaria, en un sitio, de manera que no haya confusión. Y cuando en nuestra vida de cada día haya orden, recta conducta y una mente que esté completamente callada, entonces la mente descubrirá por sí misma si lo inconmensurable existe o no. Hasta que usted descubra eso que es la más alta forma de santidad, la vida será anodina y carente de sentido. y esa es la razón por la que la recta meditación es absolutamente necesaria, de forma que la mente se vuelve joven, fresca e inocente. Inocente significa incapaz de ser herida. Todo eso está implícito en la meditación no desvinculada de nuestra vida diaria. La meditación es necesaria en la misma compresión de nuestro vivir cotidiano. O sea, atender por completo, cuandi habla con alguien, a su forma de andar y de pensar, a lo que piensa; prestale atención a eso forma parate de la meditación.
La meditación no es una evasión. No es algo misterioso. de la meditación se desprendeuna vida que es santa, sagrada. Y, por consiguiente, usted trata todas las cosas como sagradas.
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Observar sin el «Yo»
Brockwood Park, Inglaterra, 5 de Septiembre, 1970
(Traducido por Ivan Maldonado)
Estoy muy contento de que sea una mañana tan hermosa. Un cielo bonito y el campo encantador. Pero me temo de que no es un fin de semana de entretenimiento. Lo que hablaremos es bastante serio, y quizás después de que yo haya hablado un poco podamos hablar, discutir o dialogar, o hablar todos juntos acerca de lo que hemos estado diciendo.
No se cómo se sienten acerca de lo que está pasando en el mundo, en nuestro ambiente, a nuestra cultura y sociedad. A mí me parece que hay tanto caos, tanta contradicción y tanta disputa, guerra, odio y dolor. Y los varios líderes, tanto políticos y religiosos, intentan encontrar una respuesta en alguna ideología, o en alguna creencia, o en una fe cultivada. Y ninguna de estas cosas parecen responder a los problemas.
Nuestros problemas siguen eternamente. Y si nosotros pudiéramos en estas cuatro charlas en esta tienda y las dos discusiones que tendrán lugar, si pudiéramos ser lo bastante serios para entrar en esta cuestión de cómo traer, no sólo en nosotros sino en la sociedad, una revolución, no una revolución física porque eso sólo lleva a la tiranía y al control elevado de la burocracia. Si pudiéramos muy profundamente descubrir por nosotros mismos qué hacer, sin depender de cualquier autoridad, incluyendo a este portavoz, o de un libro, de una filosofía, de cualquier modelo estructural de comportamiento, sino realmente averiguar irrevocablemente, si uno es capaz de qué hacer acerca de toda esta confusión, esta disputa, esta extraordinaria, contradictoria e hipócrita vida que uno lleva.
Para mí parece estar bastante claro que para observar debe haber libertad. No sólo los fenómenos exteriores, sino también observar qué está pasando dentro de nosotros, observar sin ningún prejuicio, sin tomar ningún lado, sino examinar muy de cerca, libremente, el proceso entero de nuestros pensamientos y nuestra actividad, nuestros placeres, miedos, y todas las cosas que hemos construido alrededor de nosotros, no sólo externamente sino en nosotros mismos como una forma de resistencia, demandas compulsivas, escapes y así sucesivamente.
Si pudiéramos hacer esto de forma consistente, con plena intención, para descubrir por nosotros mismos una manera de vivir que no sea contradictoria, entonces quizás estas charlas valdrán la pena. De otra manera será otra conferencia más, otro entretenimiento, agradable o bastante absurdo, lógico o ilógico y así sucesivamente. Así si pudiéramos completamente entregarnos a nosotros mismos a la examinación, observar íntimamente qué está pasando, tanto exterior como interiormente.
Ahora la dificultad yace, me parece a mí, en la capacidad de observar, en ver las cosas como son, y no como nos gustaría que fueran, o como deberían ser, sino realmente ver lo que está pasando. El observar tiene su propia disciplina, no la disciplina de imitación, o compulsión, o conformidad sino esa mera observación trae su propia disciplina, no impuesta y no de acuerdo a cualquier modelo particular que implica supresión, sino observar. Después de todo cuando usted observa algo muy de cerca o escucha a alguien plenamente, en ese escuchar verá que hay atención implícita. Y donde hay atención hay disciplina, sin tener que disciplinarse.
Si esto está claro, el próximo punto es, en la observación hay siempre el observador. El observador quién, con sus prejuicios, con su condicionamiento, con sus miedos y culpas y todo el resto de ello, él es el observador, el juez, y a través de sus ojos él ve, y por consiguiente él realmente no está viendo en absoluto, él está meramente llegando a las conclusiones basadas en sus experiencias y conocimientos pasados.
Las experiencias pasadas, las conclusiones y el conocimiento previenen el realmente ver. Y cuando hay tal observador y lo que él observa es distinto, o algo que él tiene que conquistar, o cambiar y así sucesivamente; mientras que si el observador es lo observado–yo pienso que realmente ésta es una cosa radical para entender, realmente la cosa más importante para entender si vamos a discutir seriamente cualquier cosa: es que en nosotros hay esta división, esta contradicción, el observador y los muchos fragmentos que él observa. Los muchos fragmentos constituyen el `Yo ‘, el ego, la personalidad, lo que sea que quieran llamarlo, los muchos fragmentos. Y uno de los fragmentos se vuelve el observador, o el censor, y ese fragmento ve sobre los varios otros fragmentos. Por favor hagan esto mientras estamos hablando, sin estar de acuerdo o desacuerdo, sino observando este hecho que está ocurriendo dentro de uno mismo; se pone muy interesante y bastante divertido si usted va a él muy, muy en serio.
Nosotros nos componemos de muchos fragmentos, cada uno contradice el otro. Tanto lingüísticamente, objetivamente y teóricamente. Deseos contradictorios, búsquedas contradictorias, ambiciones que niegan el afecto, el amor y así sucesivamente–uno es consciente de estos fragmentos. Y quién es el observador que decide lo que debería hacer, lo que debe pensar, en lo que debe convertirse? Ciertamente uno de los fragmentos. Se convierte en el analizador, él asume la autoridad. Un fragmento, entre los muchos otros fragmentos, asume la censura, y se hace el actor, el hacedor, forzando a los otros fragmentos para conformar y por consiguiente provocando contradicción. ¿No sé si vemos esto muy claramente? Entonces qué va hacer uno, sabiendo que la mayoría de nosotros están hechos de estos muchos fragmentos, Cuál fragmento va actuar? ¿O son todos los fragmentos que van actuar? ¿está siguiendo? O la acción de cualquiera de estos fragmentos provoca contradicción, conflicto y por consiguiente confusión. ¿Correcto? ¿Nos estamos comunicando mutuamente? Comunicación al estar pensando juntos. No sólo verbalmente, sino entendiendo juntos, yendo juntos, creando juntos. Un fragmento cree en dios o no cree en dios, y otro fragmento quiere una seguridad, no sólo seguridad física sino psicológica. Un fragmento tiene miedo, otro fragmento intenta dominar ese miedo. Viendo ésta contradicción extraordinaria en nosotros, qué podemos hacer? Los fragmentos no pueden ser integrados, lo cual implica que hay un integrador. ¿Correcto? Es decir, el integrador se vuelve en otro fragmento. Entonces no es integración, no es un fragmento que asume una posición superior como el ego más superior, o la cosa más intelectual y domina el resto. O un fragmento que se siente engrandecido emocionalmente e intenta funcionar sobre líneas emocionales. Viendo así esto muy claramente, ¿cuál es la acción que será total, que no será contradictoria? ¿Y quién es el que está viendo todos los fragmentos? ¿Es otro fragmento que dice, `Yo observo todos los otros fragmentos? estamos yendo juntos? O sólo hay observación sin el observador. ¿Podemos ir hacia adelante? ¿Entiende usted mi pregunta? ¿Hay una observación, un ver, sin el `Yo ‘ como la vista del observador? Y creando por consiguiente una dualidad, una división. Ese es realmente básicamente nuestro problema, no es así? hemos dividido el mundo, geográficamente, como ingleses, franceses, indios, americanos, rusos y así sucesivamente, e interiormente hemos dividido psicológicamente al mundo, aquéllos que creen y aquéllos que no creen, mi país, tu país, mi dios, tu dios y todo el resto de esto. Y esta división ha traído guerras. Y un hombre que viviría completamente en paz, no sólo consigo mismo sino con el mundo, tiene que entender esta división, esta separación. Y puede el pensamiento traer ésta total observación? ¿No sé si estamos siguiendo este asunto juntos?
¿Quién es responsable de esta división? el católico, el protestante, el comunista, el Socialista, el musulmán, el hindú? ¿Me está siguiendo? Esta división que está ocurriendo dentro, externa e internamente – quién ¿es el responsable? ¿El Papa? ¿El Arzobispo? ¿Los políticos? ¿Quién es? ¿Es el pensamiento? ¿El intelecto? ¿Puede observar el pensamiento sin división? ¿Me está siguiendo? Nosotros observamos–o el pensamiento observa–todos los muchos factores de estas divisiones; ¿y no es el pensamiento mismo que ha provocado esta división, el intelecto? Y el intelecto es una de estas divisiones, uno de las fragmentaciones y ese intelecto se ha convertido en algo extremadamente importante, que es el pensamiento ¿correcto? Para nosotros el pensamiento es la cosa más importante, el intelecto. Y nosotros esperamos resolver todos los problemas de nuestra vida a través del pensamiento, no es así? Al pensar en un problema, intentando suprimirlo o darle libre soberanía. El pensamiento es el factor, es el instrumento que siempre está observando. ¿correcto?
Ahora es decir, el pensamiento es uno de los fragmentos. Usted no vive debido al pensamiento, usted tiene sus sentimientos, sus apetitos, sus placeres. Así si el pensamiento produce contradicción, como lo tuyo y lo mío, como el cielo y el infierno y todo el resto de ésto, entonces cómo observaremos, veremos, sin el fragmento que llamamos pensamiento? no sé si usted se ha puesto esta pregunta alguna vez. El pensamiento persigue toda la respuesta del pasado, recuerdos. El pensamiento nunca es libre, y con ese pensamiento, con ese instrumento, nosotros estamos siempre enfrentando a la vida, siempre respondiendo a cada desafío con el pensamiento. Ahora, podemos observar con los ojos con una mente que no está formada por el pensamiento? Es decir, podemos observar sin ninguna conclusión, sin ningún prejuicio, sin estar comprometido a una teoría en particular o acción? Qué significa observar con los ojos que han aprendido acerca de estos muchos factores, fragmentos que constituyen el `Yo ‘. Es decir, mientras no haya auto- conocimiento, mientras no me conozca a mí mismo completamente, funcionaré en fragmentos. Y cómo observarme a mí mismo, cómo aprender sobre mí, sin el censor interviniendo en la observación. ¿Estamos yendo juntos?
Mire, yo quiero aprender sobre mí porque yo veo cuán extremadamente importante es si yo totalmente entiendo al mundo, acción y una nueva manera de vivir en conjunto. Tengo que entenderme a mí mismo, no según algún filósofo, psicólogo sabio. Quiero aprender acerca de mí mismo como realmente soy, sin ninguna distorsión, sin suprimir nada, lo que soy tanto consciente como inconscientemente. Quiero conocerme completamente. ¿Ahora cómo aprenderé? Cómo aprenderé acerca de lo que soy? Para aprender debe haber una cierta pasión, mucha curiosidad, sin ninguna convicción, tomando las cosas por hecho, mirarme a mí mismo sin ninguna fórmula. ¿Puede hacer uno esto?
De otra forma usted no puede aprender sobre usted, obviamente. Si digo: «Estoy celoso» la misma verbalización de ese hecho, o de ese sentimiento, ya la ha condicionado. ¿correcto? Por consiguiente yo no puedo ver nada más allá de esto. Entonces debe haber un aprendizaje acerca del uso de las palabras, para no ser atrapado por las palabras, y la realización que la palabra, la descripción, no es lo descrito o la cosa.
Así que para ver, para aprender sobre uno mismo debe haber libertad de toda la conclusión. Soy feo, no quiero mirarme a mí mismo. No sé lo que encontraré en mí. Tengo miedo de mirarme a mí mismo. Ustedes saben todas las cosas que nosotros hemos puesto. ¿así, puede uno observar sin ningún sentido de condena? Porque si hay condena entonces es uno de los fragmentos que han recogido, eso ha sido condicionado por una sociedad particular o cultura en que vive. Si usted es católico está condicionado–2,000 años de propaganda han condicionado su mente, y con esa mente usted observa. Y en esa observación hay ya condenación, justificación, por consiguiente usted no aprende. ¿correcto? El acto de aprender implica que debe haber libertad del pasado. Obviamente.
Ahora estamos aprendiendo aquí juntos y está uno libre de la cultura que ha condicionado la mente? Habiendo nacido como hindú o musulmán, con siglos de propaganda–no hagas esto, haz esto, cree en esto, no creas en esto–ha condicionado la mente. Y tal mente dice, `Voy aprender acerca de mí mismo’. No se dá cuenta de que está condicionada, y una mente condicionada no es posible que aprenda. Por consiguiente debe estar libre de su condicionamiento. No sé si usted está siguiendo todo esto?
Sabe lo que implica cuándo usted dice, `Sí, lo estamos’? No ser un inglés, o un francés, no pertenecer a ninguna religión, no tener ningún prejuicio, no llegar a ninguna conclusión, lo cual significa libertad. Y es sólo tal mente que puede aprender acerca de sí misma. Por consiguiente uno tiene que estar consciente de su propio condicionamiento. Entonces el problema surge: ¿quién va ha estar consciente del condicionamiento? ¿Me sigue?
Sólo hay condicionamiento, no, estar consciente del condicionamiento. ¿No sé si lo ven esto? El momento que estoy consciente de mi condicionamiento hay una dualidad, no es así? Yo que estoy consciente de un condicionamiento en particular y del que uno es consciente quiere cambiar su condicionando, romperlo, librarse de él. Por consiguiente esto crea conflicto. ¿correcto? Toda la división va a crear conflicto. ¿correcto? Señor, mire, el católico y el protestante, usted tiene un ejemplo muy bueno. Cualquier división va a provocar contradicción, conflicto y disputa. Si yo digo, `Estaré consciente de mi condicionamiento’, hay una contradicción, una separación inmediata. Así para estar consciente del condicionamiento de uno. ¿Ve usted? Voy a estar consciente de mi condicionamiento, es una cosa. Y la otra es estar consciente de esto. No-verbalmente, porque la palabra no es la cosa, y por consiguiente la percepción real de él. ¿Puede hacerlo? No en una terapia de grupo, o análisis–por dios! con ninguna de estas cosas–pero realmente está uno consciente de este condicionamiento? Para estar consciente de que soy hindú. Estar alerta implica observar sin ninguna opción. El momento que usted tiene opción es una fragmentación.
¿Puede observarse usted sin ninguna imagen de usted mismo? La imagen de usted es el condicionamiento. ¿correcto? Y para observar sin ninguna imagen que significa no sé lo que yo soy, voy a averiguarlo. En esto hay ninguna suposición, conclusión, por consiguiente la mente está libre para observar, aprender. ¿correcto? Pero al aprender el momento que hay una acumulación usted ha dejado de aprender. Mire señor, suponga que yo me he observado a mí mismo y he visto que soy esto, como un hecho, y de esa observación yo he aprendido algo sobre mí. Habiendo aprendido acerca de mí es el pasado. ¿correcto? Con ese conocimiento del pasado yo voy a observar, por consiguiente yo dejo de observar. Es sólo el pasado que está observando. ¿correcto? Por lo tanto puedo yo, puede la mente observar sin acumular? ¿Entiende usted el problema? Simplemente mire al problema primero, no al qué hacer. Cuando usted entiende el problema muy claramente la acción sigue de forma natural. Me observo a mí mismo y a través de esa observación he aprendido algo. Después de haber aprendido, observo más allá. Habiendo aprendido más, continúo observando, por consiguiente el observador se convierte en el analizador. ¿correcto? Por favor vea esto. Avancemos. El observador, el analizador es el resultado de muchas cosas que ha aprendido de él mismo, y con los ojos del pasado, como el analizador, como la persona quién ha acumulado conocimiento, él examina, mira, aprende. Así el pasado siempre está intentando a aprender qué está pasando en el presente. ¿Está esto claro?
Así puede haber un aprendizaje, esto es mirar, observando, sin ningún sentido de acumulación, para que la mente esté siempre fresca para aprender? Sólo tal mente es una mente libre. Puede la mente estar libre del pensamiento al observar, al aprender? Porque usted ve que uno quiere aprender, naturalmente, viendo la naturaleza pasajera de nuestra vida, el agotamiento del placer reavivado por el pensamiento, dando continuidad al placer por el pensamiento, viendo cómo todo se acaba, uno quiere averiguar si hay algo que está más allá, que es transcendental, que es algo distinto a la rutina diaria, aburrimiento diario, ocupación diaria, cuidado diario. Después de todo lo que las religiones prometen: buscar a dios, amar a dios. Pero para aprender si hay algo que está más allá del pensamiento, más allá del intelecto, más allá de la rutina, uno debe estar libre de todas las creencias, no es así? Lo que no significa que usted se vuelva un ateo. Los ateos y los creyentes son ambos lo mismo.
Quiero averiguar en serio si hay algo que está más allá de ‘lo que és’ lo que significa que la mente debe estar totalmente libre de cualquier miedo, de lo contrario el miedo proyectará algo que le dará un consuelo. De modo que debo aprender todo sobre el miedo, la mente debe investigar todo este terrible problema del miedo. Si la mente quiere averiguar algo que está más allá de la imaginación, el mito, el símbolo, el hombre ha proyectado como dios, la mente debe estar libre de todo eso que poder averiguar. Y posiblemente no puede averiguar si allí hay cualquier forma de miedo. Y somos seres humanos aterrorizados. Así puede la mente aprender la naturaleza entera del miedo, no sólo los miedos conscientes sino los miedos profundamente arraigados de la que la mayoría de nosotros está inconsciente?
De ahí nace la pregunta: ¿cómo los miedos inconscientes van ha ser revelados, ser expuestos? Está siguiendo todo esto? Será expuesto a través de análisis que significa el analizador, que significa que un fragmento va a analizar. O a través de sueños descubrir todos los temores, y ese es un peligroso camino, para averiguar a través de sueños lo que somos porque los sueños son meramente la continuación de eso que somos durante la vida diaria. ¿No? ¿Es todo esto demasiado para una sola mañana?
Público: No.
K: Bien. Entonces cómo es la mente, que se ha dividido a sí mismo en consciente y en inconsciente, qué de nuevo está dividida, por consiguiente hay contradicción, cómo va la mente ha estar consciente de toda esta estructura y de la naturaleza de la conciencia? ¿El yo? ¿Me sigue usted? Sin la división. Y hay partes ocultas en la mente, profundamente en las esquinas más oscuras de nuestras mentes, ocurriendo toda clase de cosas. Nada extraordinario, es tan tonta como la mente consciente, las cosas de la mente consciente. Entonces cómo será expuesto todo esto? No a través del análisis obviamente. ¿correcto? Si realmente ve esto, la imposibilidad, el peligro, la falsedad del análisis–espero que no haya ningún analista aquí, mala suerte si hay – -si usted realmente ve eso, entonces su mente está libre para observar sin análisis. No sé si usted ve esto.
Mire señor, seamos muy simples en esto. El análisis implica tiempo. ¿correcto? El análisis implica el analizador quién es diferente de la cosa analizada. Y es el analizador diferente de la cosa a la que él quiere analizar? Ciertamente que ambos son el mismo sólo él, un fragmento, ha asumido la parte, el conocimiento, la asunción que él es diferente y él va a analizar. Y cada análisis debe ser completo. ¿correcto? De otra manera usted lleva encima las equivocaciones de su análisis al próximo análisis. Tiempo, división como el analizador, cada análisis debe estar completo, terminado cada vez, lo cual es imposible. ¿Si usted ve la verdad de esto, el hecho real de ésto, entonces usted está libre de él, no es así? Si usted está libre de él entonces usted tiene una mente diferente que va a observar. ¿Ve usted la diferencia? Si hay la libertad de lo falso–y el análisis es lo falso–entonces mi mente está libre de la carga de aquello que ha sido falso, por consiguiente está libre ver.
Ahora puede la mente ver a la totalidad de la conciencia sin ninguna división como el observador observando la estructura entera de la conciencia? No sé si usted está siguiendo todo esto?. Está siendo todo esto muy complejo? Si es complejo, la vida es compleja. Y para aprender acerca de uno mismo usted tiene que enfrentar esta extraordinariamente y compleja entidad llamada el `Yo ‘. Usted tiene que aprender acerca de esto, y éso es lo que estamos haciendo, nos estamos educando a nosotros mismos.
Entonces, ¿Puede la mente observar la totalidad de sí mismo? Mire, somos seres humanos–por lo menos se supone que lo somos–solamente nos hemos dividido en varias nacionalidades, creencias religiosas, y así sucesivamente. Cuando observa, es decir, cuando va más allá de toda nacionalidad y creencia religiosa, somos agresivos, brutales, violentos, personas que buscan placer, temerosos y así sucesivamente, y tenemos que aprender acerca de todo esto, que es nosotros mismos. Y para aprender sobre nosotros mismos vemos que el análisis no tiene ninguna respuesta en absoluto. Al contrario el análisis previene la acción, niega la acción. Así, puede la mente observar la totalidad de sí mismo, mirarse a sí mismo sin ninguna división? Entonces no hay necesidad del análisis o para las cosas ocultas ser expuestas, vea la cosa entera. Por consiguiente en esa observación usted puede descubrir al miedo. El temor y el placer son las dos cosas principales en nosotros, fuerzas conductoras, exigiendo cada vez más y más placer, y rechazando al miedo. ¿correcto? ¿Ahora qué va hacer con el placer? Usted quiere más de él, ciertamente–tanto física como placer psicológico. Y al mirar al placer muy de cerca, uno se pregunta a sí mismo: ¿Qué es? ¿Qué es el placer? Por favor señores, discutan conmigo. juntos. ¿Qué es el placer para ustedes? Sensación física, factores psicológicos.
Q: Para mí el placer es un escape.
K: Para mí, el señor dice, el placer es un escape. ¿Escape de qué? Estoy escapándome a través del placer? ¿Escapando del miedo de no tener placer? Mírelo. Por favor señores mirense a ustedes mismos y averiguarán muy simple esta cosa. La mayoría de nosotros está persiguiendo el placer, no es así? ¿Por qué? No si deberíamos o no. Sería absurdo decir, `No tengas placer’, cuando usted ve al cielo y los árboles y el campo encantador hay un deleite. ¿Pero por qué esta persecución de placer?
Q: Yo siento que me sostengo a mí mismo al perseguir el placer.
K: ¿Se sostiene así mismoo? ¿Quién es usted mismo? Esto es mucho más complejo que eso. Entren un poco más en esto. En primer lugar estemos muy claros de lo que queremos significar por placer. El placer es completamente distinto de alegría, no es así? ¿No? ¿Cuándo está alegre, cuándo piensa acerca de esto, se convierte en placer, no es así?
Q: El placer es un estímulo.
K: Obviamente un estímulo. Todos sabemos cómo el placer ocurre. Es un estímulo. Bien. Entre en él por favor. Mire los placeres que usted tiene. Y también usted tiene en algunos momentos gran alegría, no es así? Estallido súbito de alegría. ¿Hay una diferencia entre los dos? Mire, usted de repente, cuando está caminando se sienten extremadamente feliz, y en el momento que usted piensa sobre eso, se ha ido. ¿No? ¿No? En ese momento de gran alegría no hay ningún pensador. El pensador entra y dice, `deseo que pudiera tener ese momento extraordinario de nuevo’ Entonces pensador ha hecho de la alegría un placer pensando acerca de esto. ¿No? Hay una diferencia entre la alegría y el placer. Yo he tenido placer. Alguien dijo algo bonito. Yo he tenido placer sexual. Yo he tenido placer al lograr algo, en el éxito, haciendo un nombre para mí mismo. Y ese placer es algo completamente distinto del goce, de la alegría. ¿No?
Q: La alegría ocurre en el ahora.
K: Sí, la alegría ocurre en el ahora, el placer es algo que pasó ayer y quiero que se repita hoy. Pienso acerca de la cosa que me dio placer ayer y el mismo pensamiento sobre ese placer sostiene esa cosa que se llamó agradable ayer. ¿No? Entonces el pensamiento sostiene al placer, no es así? Y también el pensamiento sostiene al miedo. ¿No? ¿Está incierto sobre esto? podría perder mi trabajo; no soy tan parecido como usted, no tan inteligente; podría morir mañana; estoy solo; quiero ser amado; no puedo ser amado, y así sucesivamente. El pensamiento hace ambas cosas, las sostiene no es así?–temor así como placer. ¿No? Entonces ¿qué va hacer acerca de esto? Ponga una final al pensamiento, sabiendo que el pensamiento engendra, sostiene y nutre estos dos. Y para escapar de este patrón nos marchamos. ¿correcto? Nos volcamos a la meditación, al Zen, nos volvemos –usted sabe, comunista, socialista, oh, una docena de cosas. Para escapar de este patrón nos volvemos muy religiosos, o muy mundanos, o nos sublevamos contra el orden establecido, el cual está construido sobre este patrón. Y la persona que se revela crea el mismo patrón, la misma cosa en un patrón distinto. Él todavía está buscando placer, evitando el miedo.
Entonces ¿qué es lo que uno va hacer? ¿Sigue usted esta cosa? Porque toda la estructura religiosa está basada en escaparse de esto: crea en algo el marravilloso, piense en esto todo el tiempo. Pero la otra cosa también sigue todo el tiempo. Entonces hay contradicción en querer estar libre de él, y todavía estar en él. No sé si ve todo esto. Entonces ellos dices, `Suprima al pensamiento, controle el pensamiento, mate la mente’. No? Quién es aquel que va a suprimir el pensamiento? ¿Ve usted el peligro?
Entonces todo ese proceso de pensamiento no tiene significado alguno. ¿correcto? no sé si usted ve todo esto. Todo escapismo no tiene significado, sea si ese escape está en materia social mirando fútbol, o asistiendo, yendo a las iglesias donde hay otra forma de entretenimiento. entonces a menos que usted resuelva este problema básico, es decir, aprender todos sobre esto, entonces sólo la mente puede estar libre de él. Lo que significa, puede la mente observar las varias formas de placeres, los estímulos y así sucesivamente, y también todo los miedos que el pensamiento ha engendrado en su búsqueda de seguridad. ¿correcto? Es decir, las demandas del cerebro que es estar completamente segura de lo contrario no puede funcionar apropiadamente, eficazmente, lógicamente, cuerdamente. ¿correcto? El cerebro que es el almacén de la memoria, experiencia, conocimiento, y ese cerebro con sus pensamientos constantemente está buscando seguridad, permanencia. Y al no encontrar permanencia en ninguna relación–marido/mujer, uste sabe, relación–entonces intenta escapar en alguna forma de creencia, en alguna ideología, en alguna imagen, en nacionalismos, en dios. ¿entiende? Escape.
Así puede la mente, sabiendo todo esto, es decir, aprendendiendo sobre todo esto, que es estar siendo educado, educándose así misma, aprendiendo de sí misma, no de alguien más, porque ningún libro puede darle todo esto, ningún maestro, sólo uno tiene que aprender completamente sobre uno sí mismo. Entonces cuando uno no es egoísta, entonces quizás uno puede observar o ver algo que está más allá de todo esto. Ahora señores, podemos preguntar, hablar, discutir o preguntar?
Q: ¿Puedo hacer una pregunta porfavor? ¿Podría decirme si el inegoismo es real o irreal?
K: Podría decirme si el inegoismo es real o irreal. Me pregunto que significa la palabra `real ‘.
Q: Actual.
K: Actual. Sí. ¿Necesito que alguien me diga si soy egoísta o no–el hecho real? Qué significa eso, egoísmo? ¿Qué significa ser egoísta? Estar preocupado por uno mismo. ¿correcto? Ya sea que ese uno mismo se ha identificado con la nación, con una creencia, con una ideología en particular, un sistema político, o ese ego se identificó con la familia, todavía es el ego. Eso es lo actual. Éso es lo que és. Éso es lo que estamos haciendo todo el tiempo. Mi familia. Y en eso hay también una división–yo y mi familia. Yo con mis ambiciones, con mi codicia, con mi posición. ¿Me está siguiendo? Y la familia persiguiendo también la misma cosa, aislándose uno del otro. ¿correcto? Todo ésto es una forma de egocentrismo, no es así? Esto es lo actual. Ésto es lo que está ocurriendo diariamente en nuestra vida. Me gusta aquéllos que me adúlan, quién me da consuelo; No me gustan aquéllos que dicen algo sobre mi creencia. Usted conoce que todo esto se pone tan absurdamente infantil.
Ahora la pregunta es: ¿puede estar la mente libre de esta actividad egocéntrica? ¿correcto? Esta es realmente la pregunta. No si es o no. Lo cual significa, puede la mente permanecer sola, sin influencias? Sola no significa aislamiento. Señor, mire: cuando uno rechaza completamente todas las absurdidades de nacionalidad, las absurdidades de la propaganda, de propaganda religiosa, rechazar conclusiones de cualquier tipo, realmente, no teóricamente, completamente apartarla, ha entendido muy profundamente la pregunta del placer, el temor y la división–el `Yo ‘ y el No Yo – -hay alguna forma del ego en absoluto?
Entonces uno tiene que estar libre de todo esto para averiguar lo que significa vivir una vida en la cual no hay miedo. Pero desafortunadamente usted ve que la mayoría de nosotros no tenemos ni el tiempo ni la inclinación para seguir esto hasta el fin. Más bien, lo siento, tenemos tiempo suficiente pero no queremos hacer esto porque tenemos miedo de lo que podría pasar. Usted ve que tengo mis responsabilidades con mi familia, no me puedo convertir en monje. Me entiende? Todas las excusas posibles, lo cual significa que no queremos averiguar cómo vivir sin dolor. Y para aprender sobre esto uno tiene que volverse extraordinariamente, y sin elección consciente de uno mismo.
Q: ¿Puedo hacer una pregunta? Si uno pudiera, con esta conciencia sin elección de la que usted habla, realmente llegar a conocer todos los fragmentos en uno mismo, el conflicto de ver estos fragmentos desaparecerían?
K: ¿Los conflictos desaparecerían de alguna forma si uno está conciente? Sabe lo que significa estar consciente? No hagamos una cosa tremendamente compleja de ésto–estar consciente, vea. Vea el cielo, los árboles, el césped verde, para ver la belleza de todo eso. Y para ver el color de su suéter el cual no me gusta. Para ser consciente de mi gustos y disgustos. Es fácil estar consciente de las cosas que no me afectan, como el árbol, el océano, el mar y el viento en la hoja, pero estar consciente de lo que a uno le disgusta, de los prejuicios de uno, de la vanidad de uno, de la arrogancia–inténtelo, estar consciente de ésto, sin ninguna elección, no diga, `está correcto’–o equivocado–`Debo librarme de esto’, `Cuán absurdo ser fútil’–todas éstas son racionalizaciones de un hecho. Estar consciente del hecho. Y en eso, cuando está muy consciente, surge la pregunta: quién es el que está consciente? Cuando pone ésta pregunta usted no está consciente. ¿corriente? Por favor véalo. Cuando pone esta pregunta, quién es el que está consciente, usted no sabe el significado de esa palabra o la importancia de esa palabra `Estar conciente’, porque todavía está pensando en términos de división–el que está consciente. Está claro? ¿Sí señor?
Q: Veo la enorme necesidad de estar consciente sin opciones, cuando usted dijo. Y aún así cuando yo me observo esto no ocurre. En otras palabras el pensador está estorbando siempre, el pensador siempre está comentando, observando, evaluando. ¿Me tendré que quedar con eso? En otras palabras yo pienso que reconozco la necesidad vital para esto para ver no siempre a través de este pasado que condiciona al pensador, y todavía el pensador continúa evaluando y juzgando. Esto no ocurre, esta conciente sin elección simplemente no llega a darse.
K: Usted está diciendo: qué es lo que uno va hacer con el observador, con el pensador.? ¿correcto? Que siempre está interfiriendo, proyectando, quién está decidiendo. ¿Ahora qué hace usted? Por favor dígame. Este es su problema. ¿correcto? Tiene todo éste problema, no es así? ¿Qué hará con éste? Por favor no me conteste. Mírelo primero. Mire la pregunta. Esté consciente de éste hecho que uno siempre está haciendo esto. Quiero ver el mundo como nuevo. Quiero ver cada desafío como algo nuevo al que yo puedo responder con frescura, pero siempre el pensamiento está interfiriendo. ¿correcto? El observador con su condicionamiento, con sus respuestas pasadas, con ojos que están manchado y siempre interfiriendo. Ahora qué va usted hacer? ¿Si realmente es su problema, no un problema teórico, un problema apasionado, qué hará usted?
Q: Averigüar qué lo causa.
K: Ahora espere. ¿Qué lo causa? Espere. Espere. Vaya despacio. Vea qué está implicado. Decir, voy a encontrar qué lo causa, es una parte del análisis que tomará tiempo. ¿correcto? pensé que usted ha abandonado el análisis. Entonces ¿qué hará usted? Al encontrar la causa de ésto, usted puede encontrar la causa al instante, pero el descubrimiento de la causa libera a la mente del censor? ¿correcto? ¿Será? Yo sé por qué estoy enfadado, pero todavía estoy enfadado. Sé lo absurdo de los celos, pero todavía tengo celos. He entrado en la pregunta de la ambición muy cuidadosamente y he descubierto cuan absurda es, soy ambicioso porque en mí mismo no soy realmente nadie, más bien una entidad pequeña, y quiero ser alguien grande. Hay está la causa. Pero todavía el deseo de lograr, tener éxito, todavía está allí. Entonces la causa no libera a la mente de la cosa que quiere entender y estar libre. ¿Entonces qué voy hacer? Por favor proceda. Lo averiguará. El análisis no ayudará. El descubrimiento de la causa no librará a la mente.
Q: Entonces debemos vivirlo y permitirle ser.
K: Vivirlo y permitirle ser. ¿Permitirle ser qué?
Q: Lo que es.
K: Lo que es. Lo que es. Lo que es, es ese pensamiento todo el tiempo, como el censor, interfiriendo, juzgando, evaluando, condenando. Ése es un hecho. Ahora lo ve como veneno. Ahora ¿qué hará usted? ¿realmente lo vé, o es sólo una teoría?
Q: A veces es. Espontáneamente lo ve y en otros momentos no puede verlo.
K: ¿A veces usted lo ve, en otros momentos no. Es así? Cuando ve algo muy peligroso, esa piscina–no la ve a veces y otras no. El peligro está siempre ahí, no es así?
Q: A veces está consciente de ésto y a veces se olvida.
K: Espere. Entiendo eso. ¿Qué significa? Está consciente algunas veces e inconsciente otras veces. ¿correcto? ¿Qué hará usted? Proceda y lo averiguará. ¿Qué hará usted? Que algunas veces está consciente que el censor está operando y previniendo claridad por consiguiente, y otras veces no está conciente en absoluto del censor, usted simplemente está respondiendo rápidamente. Cómo traerá una atención total? ¿correcto? ¿Cómo? ¿Un sistema? ¿Un método? ¿correcto? Usted está dudoso acerca de esto, ¿no es así? un sistema implica práctica no es así? Practique día a día para estar consciente. ¿correcto? ¿Qué significa eso? Se convierte mecánico no es así?, por consiguiente ya no está conciente . Por lo tanto sistemas de cualquier tipo no provocarán atención. Entonces, terminó. ¿correcto? Vea lo que usted ha aprendido. No análisis. ¿correcto? No investigar la causa. No sistemas. ¿correcto? Ahora está su mente libre del análisis, causa, sistemas, está realmente libre?
Q: Por el momento.
K: Ah, no, no. No, por el momento. Significa que usted no ve la verdad de ésto, sólo ve en parte eso que le gusta ver.
Q: Ignorándolo.
K: ¡Ignorándolo! ¿Apartándolo? ¿Ignorándolo. ¿Cómo podría? ¿Podría ignorarlo usted? ¿Ignorar que? Ignorar que estoy pensando absurdamente? Pero ésa es mi vida entera. ¿Cómo puedo ignorar mi vida?
Q: Su vida pasada.
K: Su vida pasada. ¿Sabe usted lo que significa vivir en el presente?
Q: Yo estoy sugiriendo que usted ignore su vida pasada.
K: ¿Señor, sabe usted lo que significa vivir en el presente? Para ignorar el pasado. ¿Puedo ignorar el pasado? Cuando toda mi vida es el pasado. ¿No? Yo soy el pasado. ¿No? El pasado. Todo los pensamientos son el pasado. ¿No? Porque el pensamiento es la respuesta de la memoria. La memoria es conocimiento, experiencia, lo cual es todo el pasado. Puede la mente ignorar todo ésto? Porque la mente es el pasado. Todas las élulas del cerebro son el resultado del pasado. Y dice usted, `Ignórelo y viva en el presente’. Sabe que significa vivir en el presente? Lo que significa no tener tiempo en absoluto, estar libre del tiempo. No en el sentido que perderá el autobús–no me refiero a eso. Si se olvida del tiempo no podrá regresar a casa. Queremos decir por libertad del tiempo implica libertad de la estructura entera del `Yo ‘ lo cual es tiempo que es el pasado. Y uno tiene que aprender sobre todo ésto. Usted no puede decir, seré libre, o ignórelo.
Q: ¿Krishnaji, puedo pedir su consejo? Comprendo que debo encontrar la respuesta. En este proceso de observar los fragmentos de uno mismo, parece venir un sentido de culpa de las limitaciones de uno comparado con una norma establecida de valores, también un sentido de posible deslealtad porque uno anticipa tener que romper ciertas obligaciones a responsabilidades que uno ha emprendido. Es esta otra forma de miedo? ¿Debería uno desatenderlo? ¿Y entonces continúa mirar con alegría y conciencia?
K: Sí señor. Cuando me observo, el interrogador dice, por favor corríjame el señor si no estoy haciéndolo debidamente, el interrogador dice, cuando estoy consciente de mí me siento muy culpable, yo siento varias formas de miedos, de ser irresponsable y así sucesivamente. Todas estas cosas surgen cuando me observo a mí mismo. Que voy hacer? Deslealtad, culpa, miseria, sintiéndose miserable, arrepentimiento, usted sabe, todo trabaja a ese que va a través de. ¿Por qué todos ellos no deben surgir? ¿Por qué no debe surgir estos sentimientos de culpa? Está allí. ¿Está siguiendo lo que estoy diciendo? Permítale venir pero en el momento que dice es culpa, está mal, está bien, debí haber hecho esto, entonces empieza la interferencia del censor. No sé si está siguiendo todos esto. Señores, por favor, sean extremadamente simples acerca de todo esto. Yo me observo y encuentro que he hecho algo feo y eso me hace sentir culpable. Quiero saber por qué. Por qué me siento culpable sobre algo que he hecho? Lo hice y punto. ¿correcto? Ha pasado. He dicho una mentira. Ése es un hecho. Y ninguna cantidad de mi decepción va a esconderlo. Tengo miedo que usted pueda averiguar que yo mentí. No me importa. Averigüe. Esté claro, honrado acerca de esto. Está siguiendo lo que estoy diciendo? Yo he mentido y me siento culpable y sé que he hecho algo feo. Voy a mirarlo, no voy a condenarlo.
Saben señores mirar lo que realmente es, sin el censor, lo que no significa que usted se vuelve calloso, indiferente, al contrario, usted se convierte sensitivo. Y la sensitividad es parte de la inteligencia. Pero el momento que usted lo condena, condenar lo que es, entonces empieza todo el problema. Pero simplemente al mirarlo, que usted ha dicho una mentira, que uno ha estado enfadado, que uno ha tenido miedo, sólo observar. Mire señor, usted depende, psicológicamente de las personas. ¿No? Usted depende. Por qué depende? No que no debería, o que debería. ¿Por qué? Porque los otros le dan comodidad, o lo sostienen psicológicamente. Interiormente uno es pobre y el otro le da un sentimiento de bienestar. Uno está solo, por consiguiente usted depende de otro. No puede estar sólo por consiguiente usted depende. Ahí está. Simplemente para estar consciente de que usted depende y no cultiva el desapego. Pero para estar consciente que usted es dependiente porque está solo. Y averigue lo que significa estar solo. Es un reconocimiento de aislamiento? ¿Entiende usted? ¿La soledad es un hecho de aislamiento, no es así? Completamente aislado de todo y uno tiene miedo de esa soledad. Por consiguiente usted escapa y por consiguiente usted depende. Si ve ésto, realmente ver el hecho no-verbalmente, porque el momento que usted depende, tiene miedo, tiene celos, se pone agresivo, pierde todo el sentido de afecto, amor. Cuando ve todo esto muy claramente entonces la mente está libre de toda dependencia.
Q: ¿Cuál es la dimensión y la magnitud de la mente respecto al espacio?
K: ¿Qué es el tiempo señor? ¿Pienso que es mejor detenernos y continuar con esto mañana, podemos?
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Verdad y sufrimiento
«En breve voy a explicar que la verdad puede ser entendida instantáneamente. No es cuestión de tiempo; no es cuestión de desarrollo ni de habito. La verdad sólo puede comprenderse directamente de inmediato, ahora, en el presente, no en el futuro; y ella puede ser comprendida, sentida, realizada, cuando existe la capacidad de escuchar directamente, de un modo abierto y con el corazón abierto.
Hay sufrimiento: político, social, religioso. Todo nuestro ser psicológico esta confuso, y todos los dirigentes, políticos, religiosos, nos han fallado. Todos los libros han perdido su significación. Podéis consultar el Bhagavad Gita o la Biblia, o el último tratado sobre política o psicología, y encontraréis que ellos han perdido ese sonido típico, esa cualidad de la verdad; se han vuelto meras palabras. Vosotros mismos, sois los repetidores de esas palabras, estáis confusos e inciertos, la simple repetición de palabras nada sugiere. Las palabras y los libros, por consiguiente, han perdido su valor. Es decir si citáis la Biblia, o a Marx, o el Bhagavad Gita, vuestra repetición se convierte en una mentira porque vosotros mismos estáis inciertos, confusos.
El conocimiento propio no puede realizarse mientras no haya meditación. Porque la meditación es un proceso de constante revelación de todo pensamiento y todo sentimiento; no es la fijación en determinada imagen o idea, sino una constante percepción, una constante comprensión, de todo pensamiento y sentimiento a medida que surge. (…) Mientras no haya conocimiento propio, la multiplicación y reproducción de nuestros problemas continuará. Por eso es que el individuo tiene enorme significación. Porque él es el único transformador; sólo él puede revolucionar su vida de relación, y por consiguiente causar una revolución en el mundo, en el mundo de su relación.»
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El circo de la contienda humana
El despertar de la inteligencia.
Conversación con Alain Naudé.
© KRISHNAMURTI.COM.AR
Naudé: Sí. Una vez visto que el desorden – que es el dolor, el sufrimiento – significa desorden en esta conciencia indivisible, la pregunta siguiente es: ¿Qué ha de hacer uno al respecto?
K: Sí.
Naudé: Y como no existe una entidad que pueda hacer algo…
K: Espere, no salte a eso inmediatamente.
Naudé: Porque hemos visto que el desorden es la entidad.
K: ¿Comprendemos eso? No. ¿Comprendemos que el pensador es parte de esta conciencia y no una entidad separada exterior a esta conciencia? ¿Comprendemos que el observador, viendo el contenido, examinándolo, analizándolo, estudiándolo todo, es el contenido mismo? ¿Qué el observador es el contenido?
Naudé: Sí.
K: Formular una verdad es una cosa, pero comprenderla es otra.
Naudé: Eso es cierto. Pienso que no comprendemos totalmente el hecho de que no existe entidad separada de esta cosa que tratamos de cambiar.
K: Cuando hablamos de cambio ello parece sugerir que, dentro de la conciencia, existe una entidad separada capaz de producir una transformación.
Naudé: Pensamos que de algún modo podemos apartarnos de la confusión, mirarla y manipularla desde afuera. Siempre nos decimos: «Bueno, pese a todo, estoy aquí para hacer algo al respecto». Y así escamoteamos más y más.
K: Creando más desorden, más confusión.
Naudé: Cambiamos de decorado y las cosas empeoran.
K: La conciencia del mundo es mi conciencia. En esa conciencia está contenida toda la conducta del hombre, la miseria humana, la crueldad, el daño; todas nuestras actividades están dentro de esa conciencia. Dentro de ella el hombre ha engendrado esta entidad que dice: «Yo estoy separado de mi conciencia», el observador que dice: «Yo soy diferente de la cosa observada». Y el pensador que dice: «Mis pensamientos son diferentes de mí». En primer lugar, ¿es así?
Naudé: Todos creemos que las dos entidades son diferentes. Nos decimos «no debo estar irritado, no debo sufrir, debo mejorar, debo cambiarme a mí mismo». Decimos esto tácita o concientemente todo el tiempo.
K: Porque pensamos que ambas entidades están separadas. Nosotros estamos intentando señalar que no lo están, que son una sola cosa, porque si no hay pensamiento no hay pensador.
Naudé: Eso es cierto.
K: Si no hay cosa observada, no hay observador.
Naudé: Hay cien observadores y cien pensadores en el curso del día.
K: Y yo pregunto, ¿es así? Observo a ese halcón de cola roja que va volando. Lo veo. Cuando observo ese pájaro, ¿estoy observando con la imagen que tengo de él, o simplemente observo? ¿Existe solo la pura observación? Si existe una imagen, lo cual significa palabras, recuerdos y todo lo demás, entonces hay un observador mirando pasar el pájaro. Si solo existe la observación, entonces no hay observador.
Naudé: ¿Quisiera usted explicar por qué hay un observador cuando miro al pájaro con una imagen?
K: Porque el observador es el pasado. El observador es el censor, el conocimiento acumulado, la experiencia, la memoria; ese es el observador; con eso él observa el mundo. El conocimiento que él acumuló es diferente del que acumuló otro observador.
Naudé: ¿Dice usted que la totalidad de esta conciencia – que constituye el problema – no es diferente del observador que la encara? Esto parecería llevarnos a un callejón sin salida, ya que la cosa que procuramos cambiar es la persona misma que procura cambiarla. La pregunta es, ¿entonces qué?
K: Justamente de eso se trata. Si el observador es lo observado, ¿cuál es la naturaleza del cambio en la conciencia? Es lo que intentamos descubrir. Comprendemos que debe haber una revolución radical en la conciencia. ¿Cómo ha de ocurrir esto? ¿Se hará por intermedio del observador? Cuando el observador está separado de aquello que observa, el cambio es entonces un mero truco de escamoteo con los diversos contenidos de la conciencia.
Naudé: Eso es verdad.
K: Ahora vayamos despacio. Uno se da cuenta de que el observador es lo observado, de que el pensador es el pensamiento; esto es un hecho. Detengámonos ahí por un instante.
Naudé: ¿Dice usted que el pensador es el conjunto de todos estos pensamientos que producen la confusión?
K: El pensador es el pensamiento, sea este uno solo o muchos.
Naudé: Pero hay una diferencia, porque el pensador piensa acerca de sí mismo como en una especie de entidad concreta y cristalizada. Aún en medio de esta discusión, el pensador se ve a sí mismo como la entidad concreta a la cual pertenecen todos estos pensamientos, toda esta confusión.
K: Esa entidad concreta, como usted dice, es el resultado del pensamiento.
Naudé: Esa entidad concreta es…
K: … Construida por el pensamiento.
Naudé: Construida por sus pensamientos.
K: Por el pensamiento, no «sus» pensamientos, por el pensamiento.
Naudé: Sí.
K: Y el pensamiento ve que debe haber un cambio. Esta entidad concreta, que es el resultado del pensamiento, espera cambiar el contenido.
Naudé: Que es ella misma.
K: Y así hay una batalla entre el observador y lo observado. La batalla consiste en tratar de controlar, cambiar, adaptar, reprimir, dar una nueva forma, todo eso: esa es la batalla que tiene lugar continuamente en nuestra vida. Pero cuando la mente comprende la verdad de que el observador, el experimentador, el pensador son el pensamiento, la experiencia, lo observado, ¿qué ocurre entonces, sabiendo uno que debe haber un cambio radical?
Naudé: Eso es un hecho.
K: ¿Y cuando el observador que desea cambiar se da cuenta de que él es parte de lo que ha de ser cambiado?
Naudé: Que él es, en realidad, un ladrón que pretende ser policía para atraparse a sí mismo.
K: Muy bien. ¿Entonces que ocurre?
Naudé: Usted ve, señor, que la gente no opina así; dice: «Ejercitando la voluntad he dejado de fumar, ejercitando la voluntad me levanté más temprano, bajé de peso y aprendí idiomas»; dice: «Yo soy el dueño de mi destino, yo puedo cambiar» Todos creen realmente esto. Cada cual cree que es capaz de ejercer la voluntad y actuar sobre su propia vida, sobre su conducta y sobre su pensar.
K: Lo cual quiere decir que uno ha de comprender el significado del esfuerzo, comprender qué es el esfuerzo y por qué existe en absoluto. ¿Es ese el modo de producir una transformación en la conciencia, por medio del esfuerzo, de la voluntad?
Naudé: Sí.
K: ¿Eso qué significa? Cambiar por medio del conflicto. Cuando opera la voluntad, ello es una forma de resistencia: vencer, reprimir, negar, escapar. Todo lo cual es voluntad en acción. Eso significa entonces que la vida es una constante batalla.
Naudé: ¿Quiere usted decir que todo se reduce a que un elemento en esta conciencia domina a otro?
K: Es obvio. Un fragmente domina a otro fragmento.
Naudé: Y por eso mismo el conflicto y el desorden continúan. Sí, esto es claro.
K: De modo que subsiste el hecho central: ha de haber una transformación radical de la conciencia y en la conciencia. Ahora bien, ¿cómo ha de producirse esto? Esa es la verdadera cuestión.
Naudé: Sí.
K: Lo hemos enfocado pensando que un fragmento es superior a los demás, a los otros fragmentos que están dentro del campo de la conciencia.
Naudé: Sí, así lo hemos pensado.
K: De modo que ese fragmento al que llamamos lo superior, la inteligencia, el intelecto, la razón, la lógica, etc., es el producto de los mucho otros fragmentos. Un fragmento ha asumido la autoridad sobre los otros. Pero sigue siendo un fragmento y, por lo tanto, hay una batalla entre él y los otros múltiples fragmentos. ¿Es posible entonces ver que esta fragmentación no resuelve nuestros problemas?
Naudé: Porque ella produce la división y el conflicto, lo cual era nuestro problema desde el principio.
K: Es decir, que cuando existe división entre hombre y mujer hay conflicto. Cuando existe división entre Alemania e Inglaterra o Rusia hay conflicto.
Naudé: Y todo eso es la división dentro de la conciencia misma. También el ejercicio de la voluntad sobre la conciencia es, asimismo, una división dentro de la conciencia.
K: Uno ha de estar libre, pues, de la idea de que por medio de la voluntad es posible cambiar el contenido. Es muy importante que eso se comprenda.
Naudé: Sí, que el ejercicio de la voluntad es meramente la tiranía de un fragmento sobre otro.
K: Eso es simple. Uno también se da cuenta de que estar libre del dominio de la voluntad, es estar libre de esta fragmentación.
Naudé: Pero las religiones del mundo han apelado siempre a la voluntad para llegar a algo o para hacer algo.
K: Sí. Pero nosotros estamos negando eso en su totalidad.
Naudé: Sí.
K: Entonces, ¿qué ha de hacer o no hacer la mente cuando ve que la voluntad no es el camino, que un fragmento imponiéndose a otro sigue siendo fragmentación y, en consecuencia, conflicto, y está por ello aún dentro del campo de la desdicha? ¿Qué ha de hacer una mente en esas condiciones?
Naudé: Sí, esta es realmente la pregunta.
K: Ahora bien, ¿hay algo que una mente así pueda hacer?
Naudé: Cuando usted dice eso, uno piensa: «Si nada hay por hacer, entonces el circo continúa».
K: No, señor. ¡Mire! El circo continúa sólo cuando hay ejercicio de la voluntad.
Naudé: ¿Quiere usted significar que el circo acerca del cual hemos estado discutiendo y al cuál tratamos de cambiar es, de hecho, un producto de la voluntad?
K: Mi voluntad contra su voluntad, etc.
Naudé: Mi voluntad contra otra parte de mí mismo.
K: Y así sucesivamente.
Naudé: Mi deseo de fumar…
K: Exacto. Una mente que empieza diciendo: «Yo debo cambiar», se da cuenta de que un fragmento afirmando que él debe cambiar, está en conflicto con otro fragmento, lo cual es parte de la conciencia. Se da cuenta de eso. Por lo tanto, también comprende que la voluntad, a la que el hombre se ha acostumbrado y que supone ser el único modo de producir un cambio…
Naudé: … No es el factor del cambio.
K: No es el factor del cambio. Por lo tanto, una mente así ha llegado a un nivel por completo diferente.
Naudé: Se ha desembarazado de muchos estorbos.
K: De una gran cantidad de desperdicios.
Naudé: Ha eliminado la división entre lo externo y lo interno, entre la conciencia y su contenido, entre la entidad conciente y la conciencia que le pertenece a ella y a los varios fragmentos. Y ha eliminado también la división entre los diferentes fragmentos dentro de esta conciencia.
K: ¿Qué ha ocurrido entonces? ¿Qué le ha ocurrido a la mente que ha visto todo esto? Y que lo ha visto no de un modo teórico, sino que realmente lo ha sentido y dice: «No más voluntad en mi vida». Lo cual significa no más resistencia en mi vida.
Naudé: ¡Esto es extraordinario! Es como encontrarse un día con el cielo a sus pies. Un cambio como este es tan grande que resulta difícil predecir cual puede ser su alcance.
K: De eso se trata, ese es el punto. ¡Tal cambio ya ha ocurrido!
Naudé: Lo que usted dice es que no hay más dominio de la voluntad, no más esfuerzo, no más división entre lo interno y lo externo…
K: No más fragmentación dentro de la conciencia.
Naudé: No más fragmentación.
K: Es muy importante que se comprenda eso, señor.
Naudé: No más observador separado de lo que observa.
K: Lo cual quiere decir no más fragmentación en la conciencia. Y esto significa que la conciencia solo existe cuando hay conflicto entre fragmentos.
Naudé: No estoy seguro de haber comprendido eso. ¿La conciencia es sus fragmentos?
K: La conciencia es sus fragmentos y la conciencia es la batalla entre los fragmentos.
Naudé: ¿Quiere usted decir que los fragmentos existen solamente porque están en conflicto, en lucha? Cuando no luchan entre ellos, no son fragmentos, porque no actúan como partes. Cesa la acción de una parte sobre otra. Cuando usted dice fragmentación, eso es lo que quiere significar. Esa es la fragmentación.
K: Vea lo que ha ocurrido.
Naudé: Los fragmentos desaparecen cuando no actúan los unos contra los otros.
K: Naturalmente. Cuando Pakistán y la India…
Naudé: … No pelean más, no hay tal cosa como Pakistán y la India.
K: Naturalmente.
Naudé: ¿Dice usted que ese es el cambio?
K: Espere, todavía no lo sé. Vamos a investigarlo. Una mente humana ha comprendido que «yo» soy el mundo y que el mundo es lo que yo soy, que mi conciencia es la conciencia del mundo y que la conciencia del mundo soy yo mismo. Que el contenido de la conciencia con todas sus miserias, etc., es la conciencia misma, y que dentro de esa conciencia hay un millar de fragmentaciones. Que un fragmento de esos muchos fragmentos se convierte en la autoridad, el censor, el observador, el examinador, el pensador.
Naudé: El amo.
K: El amo. Y así él mantiene la fragmentación. ¡Vea la importancia de esto! En el momento que el asume la autoridad, él debe mantener la fragmentación.
Naudé: Sí, evidentemente, porque él es una parte de la conciencia actuando sobre el resto de la conciencia.
K: Por lo tanto él debe mantener el conflicto. Y el conflicto es la conciencia.
Naudé: Usted dijo que los fragmentos son la conciencia ¿y ahora dice usted que los fragmentos son en realidad el contenido?
K: Por supuesto.
Naudé: Los fragmentos son el conflicto. ¿No hay fragmento sin conflicto?
K: ¿Cuándo está activa la conciencia?
Naudé: Cuando está en conflicto.
K: Evidentemente. De otro modo hay libertad, libertad para observar. De manera que la revolución radical de la conciencia y en la conciencia tiene lugar cuando no existe conflicto en absoluto.
Malibú, California, 27 de Marzo de 1971.
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El Arte de Vivir
Prólogo
Me parece que una clase completamente distinta de moralidad y de conducta, y una acción que surja de la comprensión de todo el proceso del vivir, se han vuelto una necesidad urgente en nuestro mundo de crisis y de problemas en constante aumento. Tratamos de abordar estos problemas mediante métodos políticos y de organización, mediante reajustes económicos y diversas reformas; pero ninguna de estas cosas resolverá jamás las complejas dificultades de la existencia humana, aun cuando puedan ofrecer un alivio transitorio. Todas las reformas, por extensas y aparentemente duraderas que sean, son en sí mismas causa de ulterior confusión y nueva necesidad de reformas. Sin comprender todo el complejo ser del hombre, las meras reformas producirán sólo la confusa exigencia de más reformas. Las reformas no terminan nunca y, a lo largo de estas mismas líneas, no existe una solución fundamental.
Las revoluciones políticas, económicas o sociales tampoco son la respuesta, porque han producido tiranías espantosas o la mera transferencia de poder y autoridad a manos de un grupo diferente. Tales revoluciones jamás son la salida para nuestra confusión y para el conflicto en que vivimos.
Pero hay una revolución que es por completo diferente y tiene que ocurrir si hemos de emerger de la inacabable serie de ansiedades, conflictos y frustraciones en que estamos atrapados. Esta revolución tiene que comenzar no con teorías e ideaciones que, a la larga, demuestran ser inútiles, sino con una transformación radical en la mente misma. Una transformación semejante sólo puede tener lugar mediante una educación correcta y el total desarrollo del ser humano. Es una revolución que ha de ocurrir en la totalidad de la mente, y no sólo en el pensamiento. El pensamiento, después de todo, es sólo un resultado y no la fuente, el origen. Tiene que haber una transformación radical en el origen mismo y no una mera modificación del resultado. Al presente, nos entretenemos con los resultados, con los síntomas. No producimos un cambio vital desarraigando los viejos métodos de pensamiento, liberando a la mente de las tradiciones y los hábitos. Es en este cambio vital en el que estamos interesados, el cual sólo puede originarse en una correcta educación.
La función de la mente es investigar y aprender. Por aprender no entiendo el mero cultivo de la memoria o la acumulación de conocimientos, sino la capacidad de pensar clara y sensatamente sin ilusión, partiendo de hechos y no de creencias e ideales. No existe el aprender, si el pensamiento se origina en conclusiones previas. Adquirir meramente información o conocimiento, no es aprender. Aprender implica amar la comprensión y amar hacer una cosa por sí misma. El aprender sólo es posible cuando no hay coacción de ninguna clase. Y la coacción adopta muchas formas, ¿no es así? Hay coacción a través de la influencia, a través del apego o la amenaza, mediante la estimulación persuasiva o las sutiles formas de recompensa.
La mayoría de la gente piensa que el aprendizaje es favorecido por la comparación, mientras que en realidad es lo contrario. La comparación genera frustración y fomenta meramente la envidia, la cual es llamada competencia. Como otras formas de persuasión, la comparación impide el aprender y engendra el temor. También la ambición engendra temor. La ambición, ya sea personal o identificada con lo colectivo, es siempre antisocial. La así llamada ambición noble es fundamentalmente destructivo en la relación.
Es necesario alentar el desarrollo de una buena mente, una mente capaz de habérselas con múltiples problemas de la vida como una totalidad, y que no trate de escapar de ellos volviéndose de ese modo contradictoria en sí misma, frustrada, amarga o cínica. Y es esencial que la mente se percate de su propio condicionamiento, de sus propios motivos y de sus búsquedas.
Puesto que el desarrollo de una buena mente constituye uno de nuestros intereses fundamentales, es muy importante el modo como uno enseña. Tiene que haber un cultivo de la totalidad de la mente y no sólo la transmisión de informaciones. En el proceso de impartir conocimiento, el educador ha de invitar a la discusión y alentará a los estudiantes para que investiguen y piensen de una manera independiente.
La autoridad, «el que sabe», no tiene cabida en el aprender. El educador y el estudiante están ambos aprendiendo, a través de la especial relación mutua que han establecido; pero esto no quiere decir que el educador descuide el sentido de orden en el pensar. Ese orden no es producido por la disciplina en la forma de enunciaciones afirmativas del conocimiento, sino que surge naturalmente cuando el educador comprende que en el cultivo de la inteligencia tiene que haber un sentido de libertad. Esto no significa libertad para hacer lo que a uno le plazca o para pensar con espíritu de mera contradicción. Es la libertad en la que al estudiante se le ayuda a darse cuenta de sus propios impulsos y motivos, los que se revelan a través de su cotidiano pensar y actuar.
Una mente disciplinada nunca es libre, ni puede ser libre jamás una mente que ha reprimido el deseo. Es sólo mediante la comprensión de todo el proceso del deseo como la mente puede alcanzar la libertad. La disciplina limita siempre a la mente a un movimiento dentro de la estructura de un sistema particular de pensamiento o de creencia, ¿no es así? Y una mente semejante jamás está libre para ser inteligente. La disciplina genera sumisión a la autoridad. Provee la capacidad para desempeñarse dentro del patrón de una sociedad que requiere habilidad funcional, pero no despierta la inteligencia, la cual posee su capacidad propia. La mente que no ha cultivado otra cosa que la capacidad por medio de la memoria es como la moderna computadora electrónica la cual, si bien funciona con habilidad y exactitud asombrosas, sigue siendo solamente una máquina. La autoridad puede persuadir a la mente para que piense en una dirección particular. Pero ser guiada para pensar a lo largo de ciertas líneas o en los términos de una conclusión previa, no es pensar en absoluto; es funcionar meramente como una máquina humana, lo cual engendra descontento irreflexivo que acarrea frustración y otras desdichas.
Estamos interesados en el desarrollo total de cada ser humano, en ayudarlo a realizar su más alta y plena capacidad propia -no alguna capacidad ficticia que el educador tiene en vista como un concepto o un ideal-. Cualquier espíritu de comparación impide el florecimiento pleno del individuo, ya sea que se trate de un científico o de un jardinero. La más plena capacidad de un jardinero es igual a la más plena capacidad de un científico, cuando no hay comparación; pero cuando la comparación interviene, surgen el menosprecio y las relaciones envidiosas que crean conflicto entre hombre y hombre. Como sucede con el dolor, el amor no es comparativo; no puede ser comparado con lo más grande o lo más pequeño. El dolor es dolor, como el amor es amor, ya sea que exista en el rico o en el pobre.
El más pleno desarrollo de todos los individuos crea una sociedad de iguales. La actual lucha para producir igualdad en el nivel económico o en algún nivel espiritual, no tiene ningún sentido. Las reformas sociales que apuntan a establecer la igualdad engendran otras formas de actividad antisocial; pero con la educación correcta no es necesario buscar la igualdad mediante reformas sociales o de otra especie, porque la envidia -con su comparación de capacidades- cesa.
Debemos diferenciar aquí entre función y nivel social. El nivel social, con todo su prestigio emocional y jerárquico, surge sólo a través de la comparación de funciones, al considerarlas como función superior e inferior. Cuando cada individuo está floreciendo a su más plena capacidad, no hay comparación de funciones; sólo existe la expresión de la capacidad como maestro o primer ministro o jardinero, y entonces el nivel social pierde su aguijón de envidia.
La capacidad funcional o técnica se reconoce, hoy en día, cuando poseemos un título a continuación de nuestro nombre; pero si estamos verdaderamente interesados en el desarrollo total del ser humano, nuestro enfoque es por completo diferente. Un individuo que posee la capacidad necesaria puede graduarse académicamente y agregar letras a su nombre, o puede no hacerlo, como le plazca. Pero conocerá por sí mismo sus propias aptitudes profundas, que no serán formuladas por un título y cuya expresión no habrá de producir esa confianza egocéntrico que habitualmente engendra la capacidad técnica. Una confianza semejante es comparativa y, por lo tanto, antisocial. La comparación puede existir para propósitos utilitarios, pero no es la tarea del educador comparar las capacidades de sus estudiantes y producir evaluaciones más altas o más bajas.
Puesto que estamos interesados en el desarrollo total del individuo, al estudiante no debe dejársela que al principio elija sus propias materias, porque su elección probablemente esté basada en prejuicios y estados de ánimo pasajeros o en encontrar lo que resulta más fácil de hacer; o puede que elija de acuerdo con los requerimientos inmediatos de una necesidad particular. Pero si se le ayuda a descubrir por sí mismo y a cultivar sus capacidades innatas, entonces elegirá naturalmente no las materias más fáciles, sino aquéllas por las que puede expresar sus capacidades hasta su más pleno y alto nivel. Si al estudiante se le ayuda, desde el principio mismo, a mirar la vida como una totalidad con todos sus problemas psicológicos, intelectuales y emocionales, no se sentirá atemorizado por ella.
La inteligencia es la capacidad de abordar la vida como una totalidad; y el hecho de otorgar calificaciones al estudiante no asegura la inteligencia. Por el contrario, degrada la dignidad humana. Esta evaluación comparativa mutila la mente -lo cual no quiere decir que el maestro no deba observar el progreso de cada estudiante y llevar un registro de ello-. Los padres, naturalmente ansiosos por conocer el progreso de sus hijos, querrán un informe; pero si, desafortunadamente, no comprenden lo que el maestro está tratando de hacer, el informe se convertirá en un instrumento de coacción para producir los resultados que ellos desean, y de ese modo desvirtuarán la tarea del educador.
Los padres deben comprender la clase de educación que la escuela se propone impartir. Por lo general, se satisfacen con ver que sus hijos se preparan para obtener algún título que les asegure buenos medios de vida. Muy pocos se interesan en algo más que esto. Desde luego, desean ver a sus hijos felices, pero más allá de este vago anhelo, muy pocos piensan en el desarrollo total de los niños. Como casi todos los padres ansían, por encima de cualquier otra cosa, que sus hijos tengan una carrera de éxito, los fuerzan con amenazas o les intimidan afectuosamente para que adquieran conocimientos y así es como el libro se vuelve tan importante; esto va acompañado por el mero cultivo de la memoria, por la mera repetición, sin que tras ello exista la calidad de un verdadero pensar.
Tal vez, la mayor dificultad que debe afrontar el educador es la indiferencia de los padres a una educación más amplia y profunda. La mayoría de ellos se interesa solamente en el cultivo de algún conocimiento superficial que asegure a sus hijos posiciones respetables en una sociedad corrupta. Así que el educador no sólo ha de educar a los niños del modo correcto, sino también ha de ver que los padres no deshagan lo que de bueno pueda haberse hecho en la escuela. En realidad, la escuela y el hogar deben ser centros mancomunados de educación correcta; de ninguna manera han de oponerse entre sí, con los padres deseando una cosa y el educador haciendo algo por completo diferente. Es muy importante que los padres sean plenamente informados de lo que el educador está haciendo y se interesen vitalmente en el desarrollo total de sus hijos. Es tanto responsabilidad de los padres ver que esta clase de educación sea llevada a la práctica, como de los maestros, cuya carga ya es suficientemente pesada. Un desarrollo total del niño sólo puede producirse cuando existe la correcta relación entre el maestro, el estudiante y los padres. Como el educador no puede ceder a las fantasías pasajeras o las obstinadas exigencias de los padres, es necesario que éstos comprendan al educador y cooperen con él, sin generar conflicto y confusión en sus hijos.
La curiosidad natural del niño, el impulso de aprender existe desde el principio mismo, y sin duda debe ser alentado inteligentemente de manera constante, a fin de que se mantenga vital y sin distorsión alguna; ello habrá de conducirlo gradualmente al estudio de una variedad de materias. Si esta avidez por aprender es estimulada en el niño todo el tiempo, entonces su estudio de las matemáticas, de la geografía, de la historia, de la ciencia o de cualquier otra materia no será un problema, ni para el niño ni para el educador. El aprendizaje se facilita cuando hay una atmósfera dichosa de afecto y atenta solicitud.
La apertura emocional y la sensibilidad pueden cultivarse únicamente cuando el estudiante se siente seguro en la relación con sus maestros. El sentimiento de seguridad es una necesidad primordial en los niños. Hay una diferencia inmensa entre el sentimiento de seguridad y el sentimiento de dependencia. Consciente o inconscientemente, la mayoría de los educadores cultiva el sentimiento de dependencia y, por lo tanto, alienta sutilmente el temor, lo cual también hacen los padres a su propia manera, afectuosa o agresiva. La dependencia es producida en el niño por las aseveraciones autoritarias o dogmáticas de los padres y de los maestros acerca de lo que el niño debe ser y hacer. La dependencia va siempre acompañada por la sombra del temor, y este temor obliga al niño a obedecer, a amoldarse, a aceptar sin reflexión los edictos y las sanciones de sus mayores. En esta atmósfera de dependencia queda aplastada la sensibilidad; pero cuando el niño sabe y siente que está seguro, su florecimiento emocional no se ve bloqueado por el temor.
Este sentido de seguridad en el niño no es lo opuesto a la inseguridad. Implica que se siente tan cómodo en la escuela como en su propia casa, siente que él puede ser lo que es sin que lo fuercen en modo alguno, que puede subirse a un árbol sin que lo reprendan si llega a caerse. Este sentido de seguridad puede tenerlo sólo si los padres y los educadores están profundamente interesados en el bienestar del niño.
Es importante que el niño, en la escuela, se sienta tranquilo, completamente seguro desde el primer día. Esta primera impresión es fundamental. Pero si el educador, artificialmente, por diversos medios trata de ganarse la confianza del niño y le permite hacer lo que a éste le plazca, entonces está cultivando la dependencia, no le transmite al niño el sentimiento de que está seguro, de que se encuentra en un lugar donde hay personas hondamente interesadas en su bienestar total.
El propio impacto de esta nueva relación basada en la confianza, relación que tal vez el niño jamás había conocido antes, contribuirá a una comunicación natural en la que el joven no considerará a los mayores como una amenaza a la que debe temer. Un niño que se siente seguro tiene sus propios medios naturales de expresar el respeto que es esencial para el aprendizaje. Este respeto está despojado de toda autoridad, de todo temor. Cuando el niño tiene este sentimiento de seguridad, su conducta o comportamiento no es algo impuesto por los mayores, sino que se vuelve parte del proceso de aprender. A causa de que se siente seguro en su relación con el maestro, el niño será naturalmente atento; es sólo en esta atmósfera de seguridad donde pueden florecer la apertura emocional y la sensibilidad. Sintiéndose cómodo, seguro, el niño hará lo que le gusta; pero al hacer lo que le gusta descubrirá qué es lo correcto, y su conducta no se deberá entonces a la resistencia ni a la obstinación ni a sentimientos reprimidos ni a la mera expresión de un impulso momentáneo.
La sensibilidad implica ser sensible a todo lo que nos rodea: a las plantas, a los animales, a los árboles, al cielo, a las aguas del río, al pájaro que vuela; y también a los estados de ánimo de las personas a nuestro alrededor, al extraño que pasa cerca de nosotros. Esta sensibilidad genera la cualidad de una respuesta generosa, no calculada, que constituye la verdadera moralidad y conducta. Siendo sensible, el niño tendrá una conducta abierta y sin reservas; por lo tanto, una simple sugerencia por parte del maestro será aceptada fácilmente, sin resistencia ni fricción alguna.
Como estamos interesados en el desarrollo total del ser humano, debemos comprender sus impulsos emocionales, que son mucho más fuertes que cualquier razonamiento intelectual; tenemos que cultivar la capacidad emocional y no contribuir a reprimirla. Cuando comprendamos esto y, por consiguiente, seamos capaces de tratar tanto con los problemas emocionales como con los intelectuales, no habrá ninguna razón para temer abordarlos.
Para el desarrollo total del ser humano, se vuelve indispensable la soledad, como un medio de cultivar la sensibilidad. Uno tiene que saber lo que es estar solo, lo que es meditar, lo que es morir; y las ¡aplicaciones de la soledad, de la meditación, de la muerte, sólo pueden ser conocidas si uno las anhela. Estas aplicaciones no pueden ser enseñadas, tienen que ser aprendidas. Uno puede indicar, pero aprender a base de lo indicado no es experimentar la soledad o la meditación. Para experimentarlas, uno debe hallarse en un estado de investigación; sólo una mente que investiga es capaz de aprender. Pero cuando la investigación es suprimida por el conocimiento previo o por la autoridad y la experiencia de otro, el aprender se vuelve mera imitación, y la imitación hace que un ser humano repita lo aprendido sin experimentarlo.
La enseñanza no consiste tan sólo en impartir información, sino que es el cultivo de una mente inquisitivo. Una mente así penetrará en el problema de lo que es la religión y no aceptará meramente las religiones establecidas, con sus templos y rituales. La búsqueda de Dios, de la verdad o como guste uno llamarlo -y no la mera aceptación de la creencia y el dogma- es la verdadera religión.
Tal como el estudiante lava sus dientes todos los días, se baña todos los días, así también tiene que existir la acción de sentarse quietamente con otros o a solas. Esta soledad creativa no puede ser producida por la enseñanza o impulsada por la autoridad externa de la tradición o inducida por la influencia de aquellos que desean sentarse quietamente, pero son incapaces de permanecer solos. Esta soledad ayuda a la mente a que se vea con claridad a sí misma como en un espejo y a que se libere del inútil esfuerzo de la ambición con todas sus complejidades, temores y frustraciones que son el resultado de la actividad egocéntrica. La soledad confiere estabilidad a la mente, la da una constancia que no puede ser medida en términos de tiempo. Esa claridad de la mente es el carácter. La falta de carácter es el estado de contradicción interna.
Ser sensible es amar. La palabra «amor» no es el amor. Y el amor no puede dividirse como el amor a Dios y el amor al hombre, ni puede medirse como el amor a uno solo y el amor a muchos. El amor se brinda a sí mismo tal como una flor da su perfume; pero nosotros estamos siempre midiendo el amor en nuestras relaciones y, debido a eso, lo destruimos.
El amor no es un producto del reformador o del trabajador social, no es un instrumento político con el que se pueda crear acción. Cuando el político y el reformador hablan de amor, están usando la palabra sin tocar la realidad que implica, porque el amor no puede ser empleado como un medio para un fin, ya sea éste inmediato o se encuentre en el lejano futuro. El amor pertenece a toda la Tierra y no a un campo o bosque en particular. El amor de la realidad no puede ser abarcado por ninguna religión; y cuando las religiones organizadas lo usan, deja de existir. Las sociedades, las religiones organizadas y los gobiernos totalitarios, perseverando en sus múltiples actividades, destruyen inconscientemente ese amor que, cuando actúa, se convierte en pasión.
En el desarrollo total del ser humano mediante la correcta educación, la calidad del amor debe ser nutrida y sostenida desde el comienzo mismo. El amor no es sentimentalismo ni es devoción. Es tan poderoso como la muerte. El amor no puede ser comprado mediante el conocimiento; y una mente que, sin amor, persigue el conocimiento, es una mente que trafica con la crueldad y aspira meramente a la eficiencia.
De modo que el educador debe interesarse desde el principio mismo en esta calidad del amor, la cual es humildad, delicadeza, consideración, paciencia y cortesía. La modestia y la cortesía son innatas en el hombre que ha tenido una educación apropiada; él es atento con todo, incluyendo los animales y las plantas, y esto se refleja en su conducta y en su manera de hablar.
El énfasis en esta calidad del amor libera a la mente del ensimismamiento en su ambición, en su codicia y en su afán adquisitivo. ¿Acaso el amor no tiene, en relación con la mente, un refinamiento que se expresa como respeto y buen gusto? ¿Acaso no produce la purificación de la mente, la que de otro modo tiene una tendencia a fortalecerse en la arrogancia? El refinamiento en la conducta no es un ajuste autoimpuesto o el resultado de una exigencia externa; surge espontáneamente, con la calidad del amor. Cuando hay una comprensión del amor, entonces el sexo y todas las complicaciones y sutilezas de la relación humana pueden abordarse con sensatez y no con excitación y aprensión.
El educador para quien es de primordial importancia el desarrollo total del ser humano, tiene que comprender las ¡aplicaciones del impulso sexual que juega un papel tan importante en nuestra vida y, desde el principio mismo, ha de afrontar la natural curiosidad de los niños, sin que en ello se manifieste un interés morboso. El impartir meramente información biológica a los adolescentes puede conducir a la experimentación de lujuria, si no se percibe la calidad del amor. El amor libera del mal a la mente. Sin amor y sin comprensión por parte del educador, el mero separar a los muchachos de las chicas, ya sea con alambre de púas o con edictos, no hace sino fortalecer su natural curiosidad y estimular esa pasión que forzosamente tiene que degenerar en mera satisfacción. Por lo tanto, es esencial que los muchachos y las chicas sean educados juntos, de manera apropiada.
Esta calidad del amor también tiene que expresarse cuando uno realiza trabajos manuales, tales como la jardinería, la carpintería, la pintura, la artesanía; y a través de los sentidos, cuando uno mira los árboles, las montañas, la riqueza de la Tierra, la pobreza que los hombres han creado entre ellos mismos; y también al escuchar música, el canto de los pájaros, el murmullo de las aguas que corren.
Estamos interesados no sólo en el cultivo de la mente y en el despertar de la sensibilidad emocional, sino también en un cabal desarrollo físico, y a esto debemos dedicar una atención considerable. Porque si el cuerpo no es sano, vital, distorsionará inevitablemente el pensamiento y contribuirá a la insensibilidad. Esto es tan obvio que no necesitamos examinarlo en detalle. Es necesario que el cuerpo goce de una excelente salud, que se le proporcione la clase apropiada de alimentación y duerma lo suficiente. Si los sentidos no están alerta, el cuerpo impedirá el desarrollo total del ser humano. Para tener gracia en los movimientos y un control bien equilibrado de los músculos, tienen que haber diversas formas de ejercicios, danzas y juegos. Un cuerpo que no se conserva limpio, que es descuidado y no se mantiene en una postura correcta, no conduce a la sensibilidad de la mente y de las emociones. El cuerpo es el instrumento de la mente; pero el cuerpo, las emociones y la mente componen el ser humano total. A menos que vivan armoniosamente, el conflicto es inevitable.
El conflicto contribuye a la inestabilidad. La mente puede dominar el cuerpo y reprimir los sentidos, pero debido a eso toma el cuerpo insensible; y un cuerpo insensible se convierte en un obstáculo para el vuelo pleno de la mente. La mortificación del cuerpo no conduce en absoluto a la búsqueda de niveles más profundos de conciencia; y esto sólo es posible cuando la mente, las emociones y el cuerpo no se contradicen entre sí sino que están integrados, operan al unísono sin esfuerzo alguno, sin ser dirigidos por ninguna creencia, ningún concepto o ideal.
En el cultivo de la mente, nuestro acento no debe estar puesto en la concentración sino en la atención. La concentración es un proceso de forzar la mente, restringiéndola a un punto, mientras que la atención carece de fronteras. En ese proceso, la mente está siempre limitada por una frontera, pero cuando nuestro interés es comprender la totalidad de la mente, la mera concentración se vuelve un impedimento. La atención es ilimitada, sin las fronteras del conocimiento. El conocimiento llega mediante la concentración y, cualquiera sea la extensión del conocimiento, sigue estando dentro de sus propias fronteras. En el estado de atención la mente puede y debe usar el conocimiento, el cual, por necesidad, es un resultado de la concentración; pero la parte jamás es el todo, y juntando entre sí las múltiples partes no se contribuye a la comprensión de lo total. El conocimiento, que es el proceso aditivo de la concentración, no produce la comprensión de lo inmensurable. Lo total no se encuentra nunca encerrado entre los corchetes de una mente concentrada.
La atención es, entonces, de primordial importancia, pero no se obtiene mediante el esfuerzo de la concentración. Es un estado en el que la mente está siempre aprendiendo, sin un centro alrededor del cual el conocimiento se acumule como experiencia. Una mente que se concentra sobre sí misma, usa el conocimiento como un medio para su propia expansión; y una actividad semejante se vuelve contradictoria y antisocial.
Aprender, en el verdadero sentido de la palabra, sólo es posible en ese estado de atención en el que no existe compulsión externa ni interna. El recto pensar surge sólo cuando la mente no se halla esclavizada por la tradición y la memoria. Es la atención la que permite que el silencio tope con la mente, lo cual abre la puerta a la creación. Por eso la atención es de extrema importancia.
El conocimiento es necesario en el nivel funcional, como un medio de cultivar la mente y no como un fin en sí mismo. Estamos interesados no en el desarrollo de una capacidad determinada, como la de matemático o científico o músico, sino en el desarrollo total del estudiante como ser humano.
¿Cómo ha de originarse el estado de atención? No puede ser cultivado mediante la persuasión, la comparación, la recompensa o el castigo, que son todas formas de coacción. La eliminación del temor es el principio de la atención. El temor debe existir, por fuerza, en tanto haya un impulso de ser o llegar a ser esto o aquello, lo cual constituye la persecución del éxito con todas sus frustraciones y tortuosas contradicciones. Uno puede enseñar concentración, pero la atención no puede enseñarse, tal como es imposible enseñar la libertad con respecto al temor; pero podemos empezar a descubrir las causas que producen el temor y, en la comprensión de estas causas, está la eliminación del temor. Así, la atención surge espontáneamente cuando alrededor del estudiante hay una atmósfera de bienestar, cuando él tiene la sensación de hallarse seguro, tranquilo, y advierte la acción desinteresada que llega con el amor. El amor no compara; de ese modo se terminan la envidia y la tortura del «llegar a ser».
El descontento general que casi todos, jóvenes o viejos, experimentamos, pronto encuentra una vía de satisfacción y, de esa manera, nuestras mentes se echan a dormir. El descontento se despierta de vez en cuando a causa del sufrimiento, pero la mente vuelve a buscar una solución gratificadora. Se halla atrapada en esta rueda de la insatisfacción y la gratificación, y el constante despertar a través del dolor es parte de nuestro descontento. El descontento es la vía de la investigación, pero no puede haber investigación si la mente está atada a la tradición, a los ideales. La investigación es la llama de la atención.
Por descontento entiendo el estado en que la mente comprende lo que es lo real, e investiga constantemente para descubrir más. Es un movimiento para ir más allá de las limitaciones de lo que es; y si uno encuentra caminos y medios con los cuales sofocar o superar el descontento, entonces aceptará las limitaciones de la actividad egocéntrico y de la sociedad en que vive.
El descontento es la llama que quema los desechos de la satisfacción, pero la mayoría de nosotros busca disiparla de diversas maneras. Nuestro descontento se convierte entonces en la persecución del «más», en el deseo de una casa más grande, un automóvil mejor, etc., todo lo cual se halla dentro del campo de la envidia; y es la envidia la que sostiene un descontento semejante. Estoy hablando de un descontento en el que no existen la envidia ni la codicia del «más», un descontento que no está alimentado por ningún deseo de satisfacción. Este descontento es un estado puro que existe en cada uno de nosotros, si no se lo apaga a causa de una mala educación, mediante soluciones gratificadoras, la ambición o la persecución de un ideal. Cuando comprendamos la naturaleza del verdadero descontento, veremos que la atención forma parte de esa llama ardiente que consume la pequeñez y deja a la mente libre de las limitaciones que implican las búsquedas y gratificaciones que la encierran dentro de sí misma.
Así, la atención surge solamente cuando existe una investigación que no se basa en el progreso propio o en la gratificación. Esta atención debe ser cultivada en el niño, desde el comienzo mismo. Ustedes encontrarán que cuando hay amor -que se expresa mediante la humildad, la cortesía, la paciencia, la delicadeza- ya están libres de las barreras que erige la insensibilidad; de ese modo están ayudando a generar este estado de atención en el niño desde una edad muy temprana.
La atención no es algo que pueda aprenderse, pero ustedes pueden ayudar a despertarla en el estudiante, no creando a su alrededor ese sentido de compulsión que produce una existencia contradictoria en sí misma. Entonces, la atención del niño puede ser enfocada en cualquier momento sobre un tema determinado, y no será la estrecha concentración producida por el impulso compulsivo de adquisición o logro.
Una generación de niños educados de esta manera estará libre del afán adquisitivo y del temor, que son la herencia psicológica de sus padres y de la sociedad en que han nacido; y a causa de que han sido educados así, no dependerán de la herencia de la propiedad. Esta cuestión de la herencia es destructivo: impide que sean verdaderamente independientes y limita la inteligencia, porque engendra una sensación falsa de seguridad que los hace sentirse seguros de sí mismos sin base alguna, creando así una oscuridad mental en la que nada nuevo puede florecer. Pero una generación de seres humanos educados de esta manera por completo diferente -que hemos estado considerando- creará una nueva sociedad; porque ellos tendrán la capacidad nacida de esta inteligencia no trabada por el temor.
Puesto que la educación es tanto responsabilidad de los padres como de los maestros, tenemos que aprender el arte de trabajar juntos, y eso es posible solamente cuando cada uno de nosotros percibe lo que es verdadero. Es esta percepción de la verdad la que nos une, no la opinión, la creencia o la teoría. Hay una diferencia enorme entre lo conceptual y lo factual. Lo conceptual nos puede unir transitoriamente, pero habrá una nueva separación si nuestro trabajo en conjunto es sólo un asunto de convicción. Si cada uno de nosotros ve la verdad, podrá haber discrepancia en los detalles, pero no existirá el impulso de separarse. Sólo el tonto se separa a causa de algún detalle. Cuando todos ven la verdad, el detalle jamás puede convertirse en materia de disensión.
Casi todos estamos acostumbrados a trabajar juntos según las líneas de la autoridad establecida. Nos reunimos para desarrollar un concepto o promover un ideal, y todo esto requiere convicción, persuasión, propaganda y demás. Este trabajar juntos por un concepto, por un ideal, es completamente distinto de la cooperación que surge al ver la verdad y la necesidad de poner esa verdad en acción. Trabajar bajo el estímulo de la autoridad -ya sea la autoridad de un ideal o la autoridad de una persona que representa ese ideal- no es verdadera cooperación. Una autoridad central que conoce muchísimo o que tiene una fuerte personalidad y está obsesionada por ciertas ideas puede forzar o persuadir sutilmente a otros para que trabajen con ella; pero éste no es, ciertamente, el trabajo en conjunto de individuos alertas y vitales.
En cambio, cuando cada uno de nosotros comprende por sí mismo la verdad de cualquier problema, entonces nuestra comprensión común de esa verdad conduce a la acción, y una acción semejante es cooperación. Aquél que coopera porque ve la verdad como verdad, lo falso como falso y la verdad en lo falso, también sabrá cuándo no cooperar, lo cual es igualmente importante.
Si cada uno de nosotros comprende la necesidad de una revolución fundamental en la educación y percibe la verdad de lo que hemos estado considerando, entonces trabajaremos juntos, sin ninguna forma de persuasión. La persuasión existe sólo cuando alguien adopta una posición de la cual no está dispuesto a moverse. Cuando está meramente convencido de una idea o atrincherado en una opinión, genera oposición, y entonces él o el otro tienen que ser persuadidos, influidos o inducidos para que piensen de una manera diferente. Una situación así no se presentará jamás, cuando cada uno de nosotros vea por sí mismo la verdad de algo. Pero si no vemos la verdad y actuamos basados meramente en la convicción verbal o en el razonamiento intelectual, entonces es forzoso que haya argumentos, acuerdo o desacuerdo, con toda la distorsión y el esfuerzo inútil que eso implica.
Es esencial que trabajemos juntos. Es como si construyéramos una casa; si algunos de nosotros están construyendo y otros están demoliendo, es obvio que la casa jamás llegará a construirse. De modo que debemos tener muy en claro, individualmente, que vemos y comprendemos de hecho la necesidad de producir la clase de educación gracias a la cual se dará origen a una generación nueva, capaz de habérselas con los problemas de la vida como una totalidad, no como partes aisladas y no relacionadas con lo total.
A fin de poder trabajar juntos de este modo realmente cooperativo, debemos reunimos con frecuencia y tener cuidado de no quedar sumergidos en los detalles. Aquellos de nosotros que estamos seriamente dedicados a producir la clase correcta de educación, tenemos la responsabilidad no sólo de llevar a la práctica todo cuanto hemos comprendido, sino también de ayudar a otros para que alcancen esta comprensión. La enseñanza es la más noble de las profesiones, si es que puede siquiera ser llamada una profesión. Es un arte que requiere no sólo logros intelectuales, sino una paciencia y amor infinitos. Ser correctamente educados es comprender nuestra relación con todas las cosas -con el dinero, con la propiedad, con la gente, con la naturaleza- en el vasto campo de nuestra existencia.
La belleza forma parte de esta comprensión, pero la belleza no es meramente un asunto de proporciones, forma, buen gusto y comportamiento. La belleza es ese estado en el que la mente ha abandonado el centro del yo, por la pasión de la sencillez. La sencillez no tiene fin; y sólo puede haber sencillez cuando existe una austeridad que no es el resultado de la disciplina calculada y de la renuncia. Esta austeridad es el olvido de sí mismo, el cual sólo puede tener su origen en el amor. Cuando carecemos de amor, creamos una civilización en la que se busca la belleza de la forma sin la austeridad y vitalidad internas propias del simple olvido de uno mismo. No hay tal olvido de nosotros mismos si nos inmolamos en la ejecución de buenas obras, en ideales, en creencias. Estas actividades parecen estar libres del yo, pero en realidad el yo sigue operando bajo la cubierta de diferentes rótulos. Sólo la mente inocente puede inquirir en lo desconocido. Pero la inocencia calculada, que puede vestir un taparrabo o la túnica de un monje, no es esa pasión del olvido de sí mismo, desde el cual surgen la cortesía, la delicadeza, la humildad, la paciencia, que son expresiones del amor.
La mayoría de nosotros conoce la belleza únicamente a través de aquello que ha sido creado o producido: la belleza de una forma o de un templo. Decimos que un árbol o una casa o la curva muy distante de un río tienen belleza. Y por medio de la comparación sabemos qué es la fealdad -al menos eso es lo que creemos-. ¿Pero es comparable la belleza? ¿Es belleza aquello que se ha hecho evidente, que se ha manifestado? Consideramos bella una pintura en particular, decimos que un poema o un rostro son bellos porque ya conocemos qué es la belleza merced a lo que nos han enseñado o porque estamos familiarizados con ello y tenemos una opinión formada al respecto. ¿Pero acaso con la comparación no llega a su fin la belleza? ¿Es la belleza una mera familiaridad con lo conocido o es un estado del ser en el que puede existir o no la forma creada?
Estamos siempre persiguiendo la belleza y evitando lo feo, y esta búsqueda de enriquecimiento mediante lo uno y la evitación de lo otro tiene que engendrar, inevitablemente, insensibilidad. Ciertamente, para comprender o sentir qué es la belleza, tiene que haber sensibilidad tanto a lo que llamamos bello como a lo que llamamos feo. Un sentimiento no es bello ni feo, es sólo un sentimiento, y de ese modo lo distorsionamos o lo destruimos. Cuando al sentimiento no se le pone rótulo, permanece intenso, y esta intensidad apasionada es esencial para la comprensión de aquello que no es fealdad ni belleza manifestada. Es de suma importancia el sentimiento sostenido, esa pasión que no es la mera lujuria ni la gratificación propia; porque esta pasión es la que crea la belleza y, por no ser comparable, no tiene opuesto.
Al intentar producir un desarrollo total del ser humano, es obvio que debemos tomar muy en consideración la mente inconsciente al igual que la consciente. El mero educar la mente consciente sin comprender la inconsciente genera contradicción interna en las vidas humanas, con todas sus frustraciones y desdichas. La mente oculta es mucho más vital que la superficial. La mayoría de los educadores se interesa solamente en transmitir información o conocimientos a la mente superficial, preparándola para conseguir un empleo y ajustarse a la sociedad. De ese modo jamás tocamos la mente oculta. Todo lo que hace la así llamada educación es superponer una capa de conocimiento y técnica y proveer cierta capacidad para que nos amoldemos al medio.
La mente oculta es mucho más poderosa que la mente superficial, por bien educados que estemos y por más capaces que seamos de ajustamos al medio; y no se tarta de algo misterioso. La mente oculta o inconsciente es la depositaria de la memoria racial. La religión, la superstición, el símbolo, las tradiciones peculiares de una raza determinada, la influencia de la literatura tanto sagrada como profana, de las aspiraciones, de las frustraciones, de los hábitos y de las diversidades de alimentación, todo eso está arraigado en el inconsciente. Los deseos manifiestos y los deseos secretos con sus motivaciones, esperanzas y temores, sus sufrimientos y placeres, y las creencias alimentadas por el impulso de seguridad que se traduce de múltiples maneras, estas cosas también están contenidas en la mente oculta, la cual no sólo posee esta capacidad extraordinaria de contener el pasado residual, sino que también es capaz de influir sobre el futuro. Las insinuaciones de todo esto se transmiten a la mente superficial por medio de los sueños y de varias otras maneras, cuando esa mente no está ocupada en su totalidad con los sucesos cotidianos.
La mente oculta no tiene nada de sagrado y no hay en ella nada que deba temerse, ni tampoco requiere un especialista para que la exponga a la mente superficial. Pero a causa del enorme poder de la mente oculta, la superficial no puede habérselas con ella como quisiera. La mente superficial es, en gran medida, impotente en relación con su propia parte oculta. Por mucho que trate de dominar, moldear, controlar lo oculto, apenas si puede, a causa de sus exigencias y actividades sociales, arañar la superficie de lo oculto; y entonces hay entre ambas mentes una hendidura, una contradicción. Tratamos de tender un puente sobre este abismo mediante la disciplina, mediante prácticas diversas, sanciones y demás, pero no es posible lograrlo de ese modo.
La mente consciente está ocupada con lo inmediato, el limitado presente, mientras que la inconsciente está bajo el peso de los siglos y no puede ser reprimida o desviada de su curso por una necesidad inmediata. Lo inconsciente tiene la cualidad del tiempo profundo, y la mente consciente, con su cultura recién adquirida, no puede habérselas con ello conforme a sus urgencias pasajeras. Para erradicar la contradicción interna, la mente superficial tiene que comprender este hecho y permanecer tranquila -lo cual no implica dar oportunidad a los innumerables impulsos de lo oculto-. Cuando no hay resistencias entre lo manifiesto y lo oculto, entonces lo oculto, a causa de que tiene la paciencia del tiempo, no invadirá lo inmediato.
La mente oculta, inexplorada y no comprendida, con su parte superficial que ha sido «educada», entra en contacto con los retos y las exigencias del presente inmediato. Puede que lo superficial responda al reto adecuadamente, pero a causa de que hay contradicción entre lo superficial y lo oculto, cualquier experiencia de lo superficial sólo incremento el conflicto con lo oculto. Esto produce más experiencias aún, ampliando así el abismo entre el presente y el pasado. La mente superficial, al experimentar lo externo sin comprender lo interno, lo oculto, sólo ocasiona un conflicto más vasto y profundo.
La experiencia no libera ni enriquece a la mente, como por lo general pensamos que hace. En tanto la experiencia fortalezca al experimentador, tiene que haber un conflicto. Al tener experiencias, una mente condicionada sólo refuerza su condicionamiento y así perpetúa la contradicción y la desdicha. Sólo para la mente que es capaz de comprender en totalidad sus propios comportamientos, la experiencia puede ser un factor de liberación.
Una vez que se perciben y comprenden los poderes y las capacidades de las múltiples capas de lo oculto, entonces los detalles pueden ser sabia e inteligentemente investigados. Lo importante es la comprensión de lo oculto y no la mera educación de la mente superficial a fin de que adquiera conocimientos, por indispensables que sean. Esta comprensión de lo oculto libera del conflicto a la mente total, y sólo entonces hay inteligencia.
Tenemos que despertar la plena capacidad de la mente superficial que vive en la actividad cotidiana y también tenemos que comprender lo oculto. En la comprensión de lo oculto existe un vivir total en el que llega a su fin la contradicción interna con su dolor y su felicidad alternantes. Es esencial estar familiarizado con la mente oculta y percatarse de sus operaciones; pero es igualmente importante no estar ocupado con ella ni darle una significación indebida. Es sólo cuando la mente comprende lo superficial y lo oculto que puede ir más allá de sus propias limitaciones y descubrir esa bendición que no pertenece al tiempo.
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EXTRACTO DEL LIBRO «EL ARTE DE VIVIR»
CAPITULO 1
¿Alguna vez han pensado ustedes por qué se les educa, por qué están aprendiendo historia, matemáticas, geografía o lo que fuere? ¿Alguna vez se han preguntado por qué asisten a escuelas y colegios? ¿Acaso no es muy importante averiguar por qué se les atesta con información, con conocimientos? ¿Qué es toda la así llamada educación? Sus padres les envían aquí, tal vez porque ellos mismos han aprobado ciertos exámenes y han obtenido diversos títulos. ¿Se han preguntado alguna vez por qué están aquí, y los maestros les han preguntado por qué están aquí? ¿Saben los maestros por qué ellos están aquí? ¿No deben ustedes tratar de averiguar qué significa toda esta lucha, esta lucha para estudiar, para aprobar exámenes, para vivir en cierto lugar lejos de sus casas y no tener miedo, para ser hábiles en los deportes y demás? ¿No deberían sus maestros ayudarles a investigar todo esto y no a prepararlos meramente para que aprueben los exámenes?
Los chicos aprueban los exámenes porque saben que tendrán que obtener un empleo, que deberán ganarse la vida. ¿Por qué aprueban los exámenes las chicas? ¿Para poder conseguir con su educación mejores maridos? No se rían, sólo piensen en esto. ¿Acaso sus padres les envían lejos, a la escuela, porque en su hogar son ustedes un estorbe? Pasando los exámenes, ¿van ustedes a comprender toda la significación de la vida? Algunas personas son muy ingeniosas en la aprobación de los exámenes, pero eso no significa necesariamente que sean inteligentes. Otras, que no saben cómo aprobar los exámenes, pueden ser mucho más inteligentes; pueden ser más capaces con sus manos y pueden considerar las cosas más profundamente que la persona que sólo rellena su cabeza para aprobar los exámenes.
Muchos chicos estudian solamente para tener un empleo y ésa es toda la aspiración que tienen en la vida. Pero después de que consiguen el empleo, ¿qué sucede? Se casan, tienen hijos y por el resto de sus vidas están presos en la maquinaria, ¿no es así? Se vuelven oficinistas, abogados, policías o lo que fuere; viven en perpetua lucha con sus esposas, con sus hijos; la vida que llevan es una batalla constante hasta que mueren.
¿Y qué es lo que ocurre con ustedes, las chicas? Se casan -aspiran a eso, así como el interés de sus padres es que se casen- y después tienen hijos. Si disponen de algún dinero se interesan en sus saris y en cómo lucen; se preocupan por las reyertas que tienen con sus maridos y por lo que dirá la gente.
¿Alcanzan a ver todo esto? ¿Acaso no lo advierten en sus familias, en sus vecinos? ¿No han notado cómo esto ocurre todo el tiempo? Casi ninguno de ustedes averigua cuál es el significado de la educación, por qué necesitan que se les eduque, por qué sus padres quieren que se les eduque, por qué se pronuncian elaborados discursos acerca de lo que se supone que la educación está haciendo en el mundo. Ustedes quizá puedan leer las obras de Bernard Shaw, quizá puedan citar a Shakespeare o Voltaire o a algún nuevo filósofo, pero si en sí mismos no son inteligentes, si no son creativos, ¿cuál es el sentido de esta educación?
¿No es, entonces, esencial tanto para los maestros como para los estudiantes descubrir cómo ser inteligentes? La educación no consiste en que sean meramente capaces de leer y de aprobar exámenes; cualquier persona lista puede hacer esto. La educación consiste en cultivar la inteligencia, ¿no es así? Por inteligencia no entiendo la astucia o el tratar de ser hábil a fin de superar a otros. La inteligencia, por cierto, es algo completamente distinto. La inteligencia existe cuando no sienten temor ¿Y cuándo sienten temor? El temor surge cuando piensan en lo que la gente puede decir de ustedes o en lo que podrán decir sus padres; temen ser criticados, temen ser castigados o fracasar en la aprobación de un examen. Cuando el maestro les reprende o cuando no son populares en su clase, poco a poco se introduce furtivamente el temor.
El temor es, obviamente, una de las barreras para la inteligencia, ¿no es así? Y la esencia misma de la educación consiste en ayudar al estudiante -ustedes y yo- a tomar conciencia de las causas del temor y a comprenderlas, de modo tal que desde la infancia misma en adelante pueda vivir libre de temor.
¿Se dan cuenta de que están atemorizados? Sienten temor, ¿verdad? ¿O están libres de temor? ¿Acaso no sienten temor de sus padres, de sus maestros, de lo que la gente podría pensar? Supongamos que hicieron algo que sus padres y la sociedad desaprueban. ¿No sentirían temor? Supongamos que las chicas quisieran casarse con alguien que no pertenece a la clase o a la casta de ellas, ¿no tendrían miedo de lo que la gente podría decir? Si el futuro marido no ganara el dinero suficiente o si no tuviera posición o prestigio, ¿no se sentirían avergonzadas? ¿No temerían que sus amigas pudieran pensar mal de ellas? ¿Y no temen todos a la enfermedad, a la muerte?
La mayoría de nosotros tiene miedo. No digan «no» tan rápidamente. Quizá no hayamos pensado al respecto; pero si lo hacemos advertimos que casi todos en el mundo, tanto los adultos como los niños, tienen alguna clase de temor que les corroe el corazón. ¿No es función de la educación ayudar a cada individuo a librarse del temor, de modo que pueda ser inteligente? A eso aspiramos en la escuela, lo cual significa que los propios maestros han de estar realmente libres de temor. ¿De qué sirve que los maestros hablen de no tener miedo si ellos mismos temen lo que sus vecinos podrían decir, si temen a sus esposas?
Si uno está atemorizado, no puede haber iniciativa en el sentido creativo de la palabra. Tener iniciativa en este sentido es hacer algo original, hacerlo espontáneamente, naturalmente, sin ser forzado, guiado, controlado. Es hacer algo que uno ama. Ustedes deben haber visto a menudo una piedra en medio de la carretera y un automóvil que choca contra ella. ¿Alguna vez han quitado esa piedra? ¿O alguna vez, cuando salían a pasear y observaban a la gente pobre, a los paisanos, a los aldeanos, han hecho alguna cosa, la han hecho espontáneamente, naturalmente, por iniciativa propia, sin esperar que alguien les dijera lo que deben hacer?
Vean, si sienten temor, todo esto está excluido de sus vidas; se vuelven insensibles y no observan lo que ocurre alrededor de ustedes. Si sienten temor están atados por la tradición, siguen a algún líder o gurú. Cuando están atados por la tradición, cuando temen a sus maridos o a sus esposas, pierden su dignidad como seres humanos individuales.
¿No es, entonces, tarea de la educación liberarlos del temor y no prepararlos meramente para que aprueben ciertos exámenes, por necesario que esto pueda ser? Esencialmente, profundamente, ése debe ser el propósito vital de la educación y de todos los maestros; ayudarles desde la infancia a que se liberen del temor, de modo que cuando salgan al mundo sean seres humanos inteligentes, plenos de verdadera iniciativa. La iniciativa se destruye cuando están meramente copiando, cuando están amarrados por la tradición, cuando siguen a un dirigente político o a un swami religioso. Seguir a alguien es sin duda perjudicial para la inteligencia.
El proceso mismo de seguir crea una sensación de temor; y el temor cierra las puertas a la comprensión de la vida con todas sus extraordinarias complicaciones, sus luchas, sus sufrimientos, su pobreza, su opulencia y su belleza -la belleza de los pájaros o de la puesta del sol sobre el agua-. Cuando están atemorizados, son completamente insensibles a todo esto.
¿Puedo sugerirles que pidan a sus maestros que les expliquen lo que hemos estado hablando? ¿Lo harán? Descubran por sí mismos si los maestros han comprendido estas cosas, eso contribuirá a que ellos los ayuden a ser más inteligentes, a no tener miedo. En cuestiones de esta clase necesitamos maestros que sean muy inteligentes, inteligentes en el verdadero sentido, no sólo en el sentido de haber aprobado los exámenes de maestría o de licenciatura. Si les interesa, vean si pueden arreglárselas para disponer durante el día de un período en el que discutan y conversen sobre todo esto con sus maestros. Puesto que se volverán adultos, van a tener maridos, esposas, hijos, y tendrán que saberlo todo acerca de lo que es la vida, la vida con su lucha para ganarse la subsistencia, con sus desdichas, con su belleza extraordinaria. Todo esto tendrán que conocerlo y comprenderlo; y la escuela es el lugar para aprender acerca de estas cosas. Si los maestros les enseñan meramente matemáticas y geografía, historia y ciencia, es obvio que eso resulta insuficiente. Lo importante para ustedes es que estén alerta, que hagan preguntas, que descubran, de modo que puedan despertar la propia iniciativa.
CAPITULO 2
Hemos estado considerando el problema del temor. Vimos que casi todos estamos atemorizados y que el temor impide la iniciativa porque hace que nos aferremos a la gente y a las cosas como una enredadera se aferra a un árbol. Nos aferramos a nuestros padres, a nuestros maridos, a nuestros hijos e hijas, a nuestras esposas y a nuestras posesiones. Ésa es la forma exterior del temor. Estando internamente atemorizados, tenemos miedo de estar solos. Podremos poseer muchos saris, joyas y otras propiedades, pero internamente, psicológicamente, somos muy pobres. Cuanto más pobres somos en lo interno, tanto más tratamos de enriquecemos exteriormente apegándonos a las personas, a la posición, a la propiedad.
Cuando estamos atemorizados nos aferramos no sólo a las cosas externas sino también a las internas, tales como la tradición. Para la mayoría de las personas de edad avanzada y para las que en lo interno son insuficientes y vacías, la tradición importa muchísimo. ¿Han notado esto entre sus amigos, sus padres y maestros? ¿Lo han notado en sí mismos? En el momento en que hay temor, temor interno, tratan de ocultarlo bajo la respetabilidad, siguiendo una tradición, y así pierden la iniciativa. A causa de que les falta iniciativa y sólo siguen a otros, la tradición se vuelve muy importante, la tradición de lo que dice la gente, la tradición de lo que ha sido transmitido desde el pasado, la tradición que carece de vitalidad, del sabor de la vida, porque es una mera repetición sin significado alguno.
Cuando uno tiene miedo, hay siempre una tendencia a imitar. ¿Han notado eso? Las personas que tienen miedo imitan a otras; se aferran a la tradición, a sus padres, a sus esposas o maridos, a sus hermanos. Y la imitación destruye la iniciativa. ¿Saben?, cuando dibujan o pintan un árbol, no imitan el árbol, no lo copian exactamente como es, lo cual sería una mera fotografía. A fin de tener la libertad necesaria para pintar un árbol o una flor o una puesta del sol, tienen que sentir lo que estas cosas les comunican, el significado, el sentido que tienen. Esto es muy importante: que traten de comunicar el significado de lo que ven y no que meramente lo copien, porque de ese modo están abiertos al proceso creativo. Y para esto tiene que haber una mente que sea libre, que no esté cargada con la tradición, con la imitación. ¡Miren nada más que sus propias vidas y las vidas de quienes los rodean, vean lo tradicionales, lo imitativas que son!
En ciertas cuestiones están ustedes obligados a ser imitativos, tal como en las ropas que visten, en los libros que leen, en el idioma que hablan. Éstas son todas formas de imitación. Pero es necesario ir más allá de este nivel y sentimos libres para pensar las cosas por nosotros mismos, de modo que no aceptemos irreflexivamente lo que algún otro dice, sin ¡importar quién sea: un maestro en la escuela, un padre o uno de los grandes instructores religiosos. Es esencial que piensen las cosas por sí mismos y no sigan a nadie, porque el seguimiento indica temor, ¿no es así? En el momento en que alguien les ofrece algo que ustedes desean -el paraíso, el cielo o un empleo mejor-, hay temor de no obtenerlo; por consiguiente, empiezan a obedecer, a seguir. En tanto estén deseando algo se hallan atados al temor; y el temor mutila la mente de tal modo, que no pueden ser libres.
¿Saben lo que es una mente libre? ¿Alguna vez han observado la propia mente? No es libre, ¿verdad? Siempre están a la expectativa de lo que sus amigos dicen de ustedes. Esa mente es como una casa cercada por una valla o por un alambre de púas. En este estado nada nuevo puede acontecer; lo nuevo sólo es posible cuando no hay temor. Y es extremadamente difícil para la mente estar libre de temor, porque ello implica realmente estar libres del deseo de imitar, de seguir, libres del deseo de acumular riquezas o de amoldarse a una tradición, todo lo cual no quiere decir que hayan de hacer algo extravagante.
La libertad de la mente adviene cuando no hay temor, cuando la mente no desea alardear y no urde intrigas en busca de posición o prestigio. Entonces no hay sentido de imitación. Y es importante tener una mente así, una mente de verdad libre de la tradición, la cual constituye el mecanismo formador de los hábitos.
¿Es esto demasiado difícil? No creo que sea tan difícil como la geografía o las matemáticas de ustedes. Es mucho más fácil, sólo que jamás han pensado al respecto. Pasan diez o quince años de sus vidas en la escuela adquiriendo información; sin embargo, nunca se toman tiempo -ni una semana, ni siquiera un día- para pensar plenamente, completamente en algunas de estas cosas. Por eso parece tan difícil, pero en realidad no lo es en absoluto. Al contrario, si le dedican tiempo podrán ver por sí mismos cómo trabaja la mente de ustedes, cómo opera, cómo responde. Y es muy importante que empiecen a comprender su propia mente mientras son jóvenes, de otro modo crecerán siguiendo alguna tradición, lo cual tiene muy poco sentido; imitarán, o sea, que seguirán cultivando el temor y así nunca serán libres.
¿Han advertido lo atados que están a la tradición aquí, en la India? Deben casarse de cierta manera, sus padres eligen al marido o a la esposa. Deben practicar ciertos rituales; puede que éstos no tengan ningún sentido, pero están obligados a practicarlos. Tienen líderes a quienes deben seguir. Todo alrededor de ustedes, si lo han observado, refleja un estilo de vida en el que la autoridad se halla muy bien afirmada. Está la autoridad del gurú, la autoridad del grupo político, la autoridad de los padres y de la opinión pública. Cuanto más antigua es una civilización, tanto mayor es el peso de la tradición, con su serie de imitaciones; y, estando agobiada por ese peso, la mente de ustedes jamás es libre. Pueden hablar de libertad política o de cualquier otro tipo de libertad, pero como individuos nunca son libres para descubrir por sí mismos; siempre están siguiendo, siguiendo un ideal, siguiendo a algún gurú o maestro, alguna superstición absurda.
Por lo tanto, toda la vida de ustedes está restringida, limitada, confinada a ciertas ideas; y muy en lo hondo, está el temor. ¿Cómo pueden pensar libremente, si hay temor? Por eso es tan importante estar conscientes de todas estas cosas. Si ven una víbora y saben que es venenosa, se apartan, no se acercan a ella. Pero ignoran que se hallan atrapados en una serie de imitaciones que impiden la iniciativa; están atrapados en ellas inconscientemente. Pero si comienzan a tomar conciencia de ellas y de cómo los tienen sujetos, si se dan cuenta del hecho de que quieren imitar porque sienten temor de lo que la gente pueda decir, porque temen a sus padres o a sus maestros, entonces podrán mirar todas estas imitaciones en las que están atrapados, podrán examinarlas como estudian las matemáticas o cualquier otra materia.
¿Están conscientes, por ejemplo, de que tratan a las mujeres de distinta manera que a los hombres? ¿Por qué tratan desdeñosamente a las mujeres? Al menos los hombres lo hacen con frecuencia. ¿Por qué van a un templo, por qué practican rituales, por qué siguen a un gurú?
Vean, primero tienen que darse cuenta de todas estas cosas y después pueden investigarlas, cuestionarlas, estudiarlas; pero si todo lo aceptan ciegamente porque por los últimos treinta siglos ha sido así, entonces eso no tiene sentido, ¿verdad? Lo que indudablemente necesitamos son individuos como ustedes y como yo que están comenzando a examinar todos estos problemas, no de manera superficial o casual sino más y más profunda, a fin de que la mente tenga libertad para ser creativa, libertad para pensar, libertad para amar.
La educación es un medio para descubrir nuestra verdadera relación con las cosas, con otros seres humanos y con la naturaleza. Pero la mente crea ideas. Y estas ideas se vuelven tan fuertes, tan dominantes, que nos impiden mirar más allá. En tanto haya temor hay seguimiento de la tradición, hay imitación. Una mente que sólo imita es mecánica, ¿no es así? En su funcionamiento es como una máquina: no es creativa, no examina los problemas. Puede producir ciertas acciones, ciertos resultados, pero no es creativa.
Ahora bien, lo que todos debemos hacer -ustedes y yo igual que los maestros, los directores y las autoridades- es investigar juntos todos estos problemas, de modo que cuando dejen este lugar sean individuos maduros, capaces de considerar las cosas por sí mismos, sin depender de alguna estupidez tradicional. Entonces tendrán la dignidad de un ser humano verdaderamente libre. Ése es todo el propósito de la educación, no el de prepararles meramente para que aprueben ciertos exámenes y después, por el resto de sus vidas, sean derivados hacia algo que no aman, como el convertirse en abogados o en oficinistas o en amas de casa o en máquinas de engendrar niños. Tienen que insistir en que se les imparta la clase de educación que les estimule a pensar libremente y sin temor, que les ayude a investigar, a comprender; deben exigirla de sus maestros. De lo contrario, desperdician la vida, ¿no es así? Se les «educa», aprueban los exámenes de licenciatura o maestría, obtienen un empleo que les desagrada pero que aceptan a causa de que tienen que ganar dinero, se casan y tienen hijos… y ahí se quedan, clavados por el resto de sus vidas. Son desdichados, infelices, pendencieros; no tienen nada que esperar, excepto más bebés, más hambre, más desdicha. ¿Llaman a esto el propósito de la educación? Por cierto, la educación tiene que ayudarles a ser tan agudamente inteligentes que puedan hacer lo que aman y no queden atascados en algo estúpido que les hará desgraciados por el resto de sus vidas.
Por lo tanto, mientras son jóvenes deben despertar en su interior la llama del descontento, deben hallarse en un estado de revolución. Ésta es la época para inquirir, para descubrir, para crecer; por eso insistan en que sus padres y sus maestros les eduquen apropiadamente. No se satisfagan meramente con sentarse en una aula y absorber información acerca de este rey o de aquella guerra. Estén descontentos, acudan a sus maestros e inquieran, descubran. Si ellos no son inteligentes, al inquirir así les ayudarán a que sean inteligentes. Y cuando ustedes dejen la escuela crecerán en madurez, en verdadera libertad. Entonces continuarán aprendiendo durante toda la vida hasta que mueran, y serán seres humanos inteligentes, dichosos.
Interlocutor: ¿ Cómo hemos de adquirir el hábito de vivir sin temor?
K.: Mira las palabras que has usado. El «hábito» implica un movimiento que se repite una y otra y otra vez. Si haces algo una y otra vez, ¿asegura eso alguna cosa, excepto la monotonía? ¿Acaso es un hábito la ausencia de temor? Ciertamente, la ausencia de temor llega solamente cuando uno puede afrontar los acontecimientos de la vida y resolverlos a fondo, cuando puede verlos y examinarlos, pero no con una mente agotada que está presa en el hábito.
Si haces algo habitualmente, si estás preso en el hábito, eres meramente una máquina repetitivo. El hábito es repetición, es hacer irreflexivamente la misma cosa una y otra vez, lo cual ¡implica construir un muro a nuestro alrededor. Si a causa de algún hábito has construido un muro a tu alrededor, no estás libre del temor; es el propio vivir dentro del muro el que te hace temer. Cuando tenemos la inteligencia para mirar todo lo que ocurre en la vida, lo cual implica examinar cada problema, cada suceso, cada pensamiento y emoción, cada reacción, sólo entonces estamos libres del temor.
CAPITULO 3
Hemos estado hablando acerca del temor y de cómo vernos libres de él, y hemos visto cómo el temor pervierte la mente impidiéndole ser libre, creativa y privándola, por lo tanto, de la enormemente importante cualidad de la iniciativa.
Creo que debemos considerar también la cuestión de la autoridad. Ustedes saben qué es la autoridad, pero ¿saben cómo nace? El gobierno tiene autoridad, ¿no es así? Está la autoridad del estado, de la ley, del policía y del soldado. Sus padres y sus maestros tienen cierta autoridad sobre ustedes, les hacen hacer lo que ellos piensan que deben hacer: irse a dormir a cierta hora, comer la clase apropiada de comida, conocer la clase correcta de personas. Les disciplinan, ¿verdad? ¿Por qué? Dicen que es por el propio bien de ustedes. ¿Lo es? Investigaremos eso. Pero primero tenemos que comprender cómo surge la autoridad. La autoridad es coacción, compulsión, el poder de una persona sobre otra, de los pocos sobre los muchos o de los muchos sobre los pocos.
Por el hecho de que alguien sea mi padre o mi madre, ¿tiene algún derecho sobre mí? ¿Qué derecho tiene cualquiera de tratar a otro como basura? ¿Qué piensan ustedes que da origen a la autoridad?
Obviamente, en primer lugar está el deseo que cada uno de nosotros tiene de encontrar un modo seguro de comportamiento: queremos que se nos diga lo que debemos hacer. Estando confundidos, preocupados y no sabiendo qué hacer, acudimos a un sacerdote, a un maestro, a un padre o a alguna otra persona buscando una salida para nuestra confusión. A causa de que pensamos que él sabe mejor que nosotros lo que hay que hacer, vamos a ver al gurú o a algún otro hombre ilustrado y le pedimos que nos diga cómo debemos actuar. Por lo tanto, es nuestro deseo de encontrar un estilo particular de la vida, una forma de conducta, lo que da origen a la autoridad, ¿no es así?
Digamos, por ejemplo, que voy a ver a un gurú. Acudo a él porque pienso que es un gran hombre que conoce la verdad, que conoce a Dios y que, por lo tanto, puede darme paz. No sé nada acerca de todo esto por mí mismo, de modo que acudo a él, me prostemo, le ofrezco flores, le entrego mi devoción. Deseo ser consolado, que me digan lo que tengo que hacer y, de ese modo, creo una autoridad. Esa autoridad no tiene una existencia real fuera de mí.
Mientras son ustedes jóvenes, el maestro puede señalarles aquello que no conocen. Pero si es de verdad inteligente, les ayudará a que crezcan para ser también inteligentes, les ayudará a que comprendan la confusión en que viven a fin de que no busquen la autoridad, ni la de él ni la de ningún otro.
Existe la autoridad externa del estado, de la ley, del policía. Somos nosotros los que creamos exteriormente esta autoridad, porque tenemos propiedades que proteger. La propiedad es nuestra y no queremos que ningún otro la tenga, y así creamos un gobierno para que proteja lo que poseemos. El gobierno se convierte en nuestra autoridad; es nuestra invención, para que nos proteja, para que proteja nuestro estilo de vida, nuestro sistema de pensamiento. Gradualmente, a través de siglos, hemos establecido un sistema de leyes, de autoridad: el estado, el gobierno, la policía, el ejército, para que «me» proteja y proteja lo «mío».
También está la autoridad del ideal, que no es externa sino interna. Cuando decimos: «debo ser bueno, no debo ser envidioso, debo sentirme fraternal con todos», creamos en nuestra mente la autoridad de un ideal, ¿no es así? Supongamos que soy intrigante, estúpido, cruel, que lo quiero todo para mí, que deseo el poder. Ése es el hecho, es lo que realmente soy. Pero pienso que debo ser fraternal porque así lo han dicho las personas religiosas, y también porque es conveniente, provechoso decir eso; en consecuencia, creo el ideal de la fraternidad. No soy fraternal, pero por diversas razones deseo serio; de ese modo, el ideal se convierte en mi autoridad.
Entonces, a fin de vivir conforme a ese ideal, me impongo una disciplina. Me siento muy envidioso de usted porque tiene un abrigo mejor o un sari más bonito o más títulos; por consiguiente, digo: «no debo tener sentimientos de envidia, debo ser fraternal». El ideal se ha vuelto mi autoridad y trato de vivir conforme a ese ideal.¿Qué sucede entonces? Que vida se convierte en una batalla constante entre lo que soy y lo que debería ser. Me disciplino, y el estado también me disciplina; ya sea comunista, socialista o capitalista, el estado tiene ideas acerca de cómo debo comportarme. Si vivo en un estado así y hago algo contrario a la ideología oficial, soy reprimido por el estado, o sea, por los pocos que controlan el estado.
Existen en nosotros dos partes: la parte consciente y la parte inconsciente. ¿Comprenden lo que eso significa? Supongan que estoy paseando por el camino y hablo con un amigo. Mi mente consciente está ocupada con nuestra conversación, pero hay otra parte de mí que está absorbiendo inconscientemente innumerables impresiones: los árboles, las hojas, los pájaros, la luz del sol sobre el agua. Este impacto de lo externo sobre lo inconsciente ocurre todo el tiempo, aunque nuestra mente consciente esté ocupada. Y lo que absorbe el inconsciente es mucho más importante que lo que absorbe la mente consciente. Ésta puede absorber comparativamente poco. Ustedes absorben conscientemente, por ejemplo, lo que se les enseña en la escuela, y eso no es realmente mucho. Pero la mente inconsciente está absorbiendo de manera constante las acciones recíprocas entre ustedes y el maestro, entre ustedes y sus amigos; todo esto ocurre subterráneamente e importa mucho más que la mera absorción de hechos en la superficie. De manera similar, durante estas charlas de cada mañana, la mente inconsciente está absorbiendo constantemente lo que se dice, y más tarde, durante el día o durante la semana, de pronto lo recordarán. Esto tendrá un efecto mayor sobre ustedes que lo que escuchan conscientemente.
Volvamos atrás: nosotros creamos la autoridad, la autoridad del estado, de la policía, la autoridad del ideal, la autoridad de la tradición. Quiero hacer algo, pero mi padre dice: «No lo hagas». Tengo que obedecerle, de lo contrario se enojará y dependo de él para alimentarme. Él me controla mediante el temor, ¿no es así? Por lo tanto, se convierte en mi autoridad. De igual modo, estamos controlados por la tradición: «debes hacer eso y no aquello, debes vestir tu sari de cierta manera, no debes mirar a los muchachos, o a las chicas…» La tradición les dice lo que deben hacer; y la tradición, después de todo, es conocimiento, ¿verdad? Están los libros que les dicen lo que hay que hacer, sus padres les dicen lo que hay que hacer, la sociedad y la religión les dicen lo que hay que hacer. ¿Y a ustedes qué les ocurre? Quedan aplastados, abatidos. Jamás piensan, jamás actúan y viven vitalmente, porque todas estas cosas les atemorizan. Dicen que tienen que obedecer, de otro modo estarán indefensos. ¿Qué significa esto? Significa que han creado la autoridad, a causa de que están buscando un modo seguro de conducirse, una manera segura de vivir. La persecución misma de la seguridad crea autoridad, y así es como nos volvemos meros esclavos, dientes en las ruedas de una maquinaria, viviendo sin ninguna capacidad para pensar, para crear.
No sé si ustedes pintan. Si lo hacen, generalmente el maestro de arte les dice cómo pintar. Ven un árbol y lo copian. Pero pintar es ver el árbol y expresar sobre la tela o en el papel lo que sienten respecto de ese árbol, lo que significa: el movimiento de las hojas con el susurro del viento que pasa entre ellas. Para hacer eso, para captar el movimiento de la luz y de las sombras, tienen que ser muy sensibles. ¿Y cómo pueden ser muy sensibles a cualquier cosa si tienen miedo y están todo el tiempo diciendo: «debo hacer esto, debo hacer aquello, de lo contrario, ¿qué pensará la gente?». Toda sensibilidad a lo bello es paulatinamente destruida por la autoridad.
Surge, entonces, el problema de si una escuela de esta clase debe disciplinarles. Vean las dificultades que los maestros, si son verdaderos maestros, tienen que afrontar. Alguno de ustedes es una chica o un chico desobediente; si yo soy un maestro, ¿debo imponerle una disciplina? Si lo hago, ¿qué ocurre? Siendo más grande, teniendo más autoridad y todo eso, y porque me pagan para hacer ciertas cosas, le obligo a obedecer. Al hacerlo, ¿no estoy mutilando su mente? ¿No estoy comenzando a destruir su inteligencia? Si le fuerzo para que haga las cosas porque pienso que eso es lo correcto, ¿no le vuelvo estúpido? Y a ustedes les gusta ser disciplinados, que les fuercen para que hagan las cosas, aun cuando exteriormente puedan objetarle. Eso les da una sensación de seguridad. Si no les forzaran, piensan que estarían realmente mal, que harían cosas incorrectas; por lo tanto, dicen: «por favor, disciplíneme, ayúdeme a comportarme correctamente».
Entonces, ¿debo disciplinarles o más bien ayudarles a que comprendan por qué son desobedientes, por qué hacen esto o aquello? Esto significa, sin duda, que como maestro o padre no debo tener sentido alguno de autoridad. Debo ayudarles realmente a que comprendan sus dificultades, por qué son malos, por qué huyen; debo desear que se comprendan a sí mismos. Si les fuerzo no les ayudo. Si como maestro quiero ayudarles de verdad a que se comprendan a sí mismos, eso significa que sólo puedo ocuparme de unos pocos niños o niñas. No puedo tener cincuenta estudiantes en mi clase. Sólo he de tener unos pocos, de modo que pueda prestar atención individual a cada uno de ellos. Entonces, no crearé la autoridad que les obligue a hacer algo que probablemente harían por su propia cuenta una vez que se comprendieran a sí mismos.
Espero, pues, que vean cómo la autoridad destruye la inteligencia. Después de todo, la inteligencia puede advenir sólo cuando hay libertad, libertad para pensar, para sentir, para observar, para investigar. Pero si les fuerzo, les hago tan tonitos como yo lo soy; y esto es lo que por lo general ocurre en una escuela. El maestro enseña lo que sabe él y no saben ustedes. ¿Pero qué es lo que el maestro sabe? Un poquito más de matemáticas o geografía. Él no ha resuelto ninguno de los problemas vitales, no ha investigado las cosas enormemente importantes de la vida, ¡y truena como Júpiter o como un sargento mayor!
Por lo tanto, en una escuela de esta clase es esencial que, en vez de ser meramente disciplinados para que hagan lo que se les dice, se les ayude a comprender, a ser inteligentes y libres, porque entonces serán capaces de afrontar sin temor todas las dificultades de la vida. Esto requiere un maestro competente, un maestro que se interese realmente por ustedes, que no está preocupado por el dinero, por su esposa y sus hijos; y es responsabilidad tanto de los estudiantes como de los maestros crear un estado de cosas semejante. No se limiten a obedecer, descubran cómo resolver un problema por sí mismos. No digan: «hago esto porque mi padre quiere que lo haga». Descubran más bien por qué quiere él que lo hagan, por qué piensa él que una cosa es buena y alguna otra es mala. Háganle preguntas, de modo tal que no sólo despierten la propia inteligencia, sino que también le ayuden a él a ser inteligente.
¿Pero qué es lo que suele ocurrir cuando comienzan a hacerle preguntas a su padre? Él les castiga, ¿no es así? Está preocupado por su trabajo y no tiene la paciencia, el amor para sentarse y conversar con ustedes sobre las enormes dificultades de la existencia, de ganarse la vida, de tener una esposa o un marido. No quiere tomarse tiempo para examinar todo esto, de modo que les aparta o les manda a la escuela. Y en esto, el maestro es igual que el padre de ustedes, igual que cualquier otra persona. Pero es responsabilidad de los maestros, de los padres y de todos ustedes, los estudiantes, contribuir al despertar de la inteligencia.
Interlocutor: ¿De qué modo puede uno ser inteligente?
K.: ¿Qué implica esta pregunta? Quieres un método por el cual ser inteligente, lo cual implica que sabes lo que es la inteligencia. Cuando vas a algún lugar, ya sabes cuál es tu destino y sólo tienes que averiguar el modo de llegar más allá. De igual manera, piensas que sabes lo que es la inteligencia y deseas un método por el cual puedas ser inteligente. La inteligencia es el cuestionamiento del método. El temor destruye la inteligencia, ¿no es así? El temor te impide examinar, cuestionar, inquirir; te impide descubrir lo verdadero. Quizá llegues a ser inteligente cuando ya no sientas temor. Tienes que investigar todo el problema del temor y estar libre del temor; entonces existe la posibilidad de que seas inteligente. Pero si preguntas: «¿de qué modo puedo ser inteligente?», estás cultivando meramente un método y así te vuelves tonto.
Interlocutor: Todos sabemos que vamos a morir ¿Por qué le tenemos miedo a la muerte?
K.: ¿Por qué le temes a la muerte? Tal vez sea porque no sabes cómo vivir. Si supieras cómo vivir plenamente, ¿le tendrías miedo a la muerte? Si amaras los árboles, la puesta del sol, si amaras a los pájaros, la hoja que cae, si tuvieras conciencia de los hombres y mujeres que lloran, de la gente pobre, si realmente sintieras amor en tu corazón, ¿estarías temeroso de la muerte? ¿Lo estarías? No te dejes persuadir por mí. Consideremóslo juntos. Ustedes no viven con alegría, no son dichosos, no son vitalmente sensibles a las cosas; por eso preguntan qué va a pasar cuando mueran. Para ustedes la vida es dolor, por eso están mucho más interesados en la muerte. Sienten que tal vez habrá felicidad después de la muerte. Pero ése es un problema tremendo y ustedes no saben cómo investigarlo. Después de todo, en el fondo de esto está el temor: temor de morir, temor de vivir, temor de sufrir. Si no pueden comprender qué es lo que causa el temor y se libran de él, entonces no tiene mucha importancia si están viviendo o si están muertos.
Interlocutor: ¿Como podemos vivir dichosamente?
K.: Cuando estás viviendo dichosamente, ¿lo sabes? Sabes cuando estás sufriendo, cuando tienes un dolor físico. Cuando alguien te golpea o se enoja contigo, sabes que sufres. Pero cuando eres dichoso, ¿lo sabes? ¿Tienes conciencia de tu cuerpo cuando está sano? Ciertamente, la felicidad es un estado del cual somos inconscientes, del cual no nos percatamos. En el momento en que nos damos cuenta de que somos felices, dejamos de ser felices, ¿no es así? Pero casi todos ustedes sufren; siendo conscientes de eso, desean escapar del sufrimiento hacia lo que llaman felicidad. Quieren ser conscientemente felices; y en el momento en que son conscientemente felices, la felicidad se ha ido. ¿Puedes decir alguna vez que eres dichoso? Es solamente después, un instante o una semana después cuando dices: » ¡qué feliz fui, qué dichoso he sido!». En el instante real eres inconsciente de la felicidad, y ésa es su belleza.
CAPITULO 4
El problema de la disciplina es realmente muy complejo, porque la mayoría de nosotros piensa que mediante alguna forma de disciplina tendremos finalmente la libertad. La disciplina es el cultivo de la resistencia, ¿no es así? Pensamos que resistiendo, erigiendo internamente una barrera contra algo que considerarnos malo, seremos más capaces de comprenderlo y de tener libertad para vivir plenamente; pero eso no es un hecho, ¿verdad? Cuanto más resisten o luchan contra algo, tanto menos lo comprenden. Ciertamente, es sólo cuando hay libertad, verdadera libertad para pensar, para descubrir, cuando uno puede llegar a saber alguna cosa.
Pero la libertad, obviamente, no puede existir dentro de una estructura. Y casi todos nosotros vivimos en una estructura, en un mundo creado por ideas, ¿no es así? Por ejemplo, sus padres y sus maestros les dicen lo que está bien y lo que está mal, qué es dañino y qué es beneficioso. Y ustedes saben lo que dice la gente, lo que dice el sacerdote, lo que dice la tradición y lo que han aprendido en la escuela. Todo eso forma una especie de cercado dentro del cual viven, y, viviendo dentro de ese cercado, dicen que son libres. ¿Lo son? ¿Puede un hombre ser libre alguna vez, en tanto esté viviendo en una prisión?
Por lo tanto, uno ha de demoler los muros que lo mantienen preso en la tradición y descubrir por sí mismo qué es lo real, lo verdadero. Tiene que experimentar y descubrir por su cuenta, y no seguir meramente a alguien, por noble o estimulante que sea esa persona y por feliz que uno pueda sentirse en su presencia. Lo importante es ser capaz de examinar, no sólo aceptar, todos los valores creados por la tradición, todas las cosas que la gente ha dicho que son buenas, beneficiosas, valiosas. En el momento en que aceptan, empiezan a amoldarse, a imitar; y el amoldarse, el imitar, el seguir, jamás pueden hacer que uno sea libre y dichoso.
Nuestros mayores dicen que ustedes deben ser disciplinados. La disciplina se la imponen ustedes a sí mismos y les es impuesta por otros, desde fuera. Pero lo importante es estar libres para pensar, para inquirir, de modo que puedan empezar a descubrir por sí mismos. Por desgracia, la mayoría de la gente no quiere pensar, no quiere descubrir; tiene mentes cerradas. Pensar profundamente, investigar las cosas y descubrir por uno mismo lo que es verdadero, resulta muy difícil; requiere percepción alerta, investigación constante, y la mayoría de las personas no tiene ni la disposición ni la energía para eso. Dicen: «usted sabe mejor que yo; usted es mi gurú, mi maestro, y yo le seguiré».
Es entonces muy importante que desde la más tierna edad estén ustedes libres para descubrir y no se hallen cercados por un muro de «debes» y «no debes», porque si les dicen constantemente lo que deben y lo que no deben hacer, ¿qué ocurrirá con su inteligencia? Serán entidades irreflexivas que solamente siguen una carrera, a las que sus padres les dicen con quién deben casarse o no casarse; y eso, evidentemente, no es la acción de la inteligencia. Ustedes podrán pasar sus exámenes y ser muy prósperos, podrán tener buenas ropas y estar llenos de joyas, podrán gozar de amigos y de prestigio, pero en tanto estén atados por la tradición, no puede haber inteligencia.
La inteligencia, por cierto, adviene sólo cuando tenemos libertad para investigar, para considerar cuidadosamente las cosas y descubrir; de ese modo nuestra mente se vuelve muy activa, muy alerta y clara. Entonces somos individuos plenamente integrados, no entidades temerosas que, no sabiendo qué hacer, sienten internamente una cosa y exteriormente se ajustan a algo diferente.
La inteligencia les exige que rompan con la tradición y vivan su propia vida, pero están cercados por las ideas de sus padres acerca de lo que deben y lo que no deben hacer y por las tradiciones de la sociedad. En consecuencia, hay un conflicto desarrollándose internamente, ¿no es así? Ustedes son todos jóvenes, pero no creo que sean demasiado jóvenes como para no darse cuenta de todo esto. Quieren hacer algo, pero sus padres y maestros les dicen: «no lo hagas». Por eso tiene lugar una lucha interna, y en tanto no resuelvan esa lucha estarán atrapados en el conflicto, en la pena, en el dolor, deseando perpetuamente hacer algo y estando impedidos de hacerlo.
Si lo investigan cuidadosamente, verán que la disciplina y la libertad son contradictorias, y que al buscar la verdadera libertad se pone en marcha un proceso diferente que trae su propia clarificación, de modo tal que ustedes simplemente no hacen ciertas cosas.
Mientras son jóvenes, es muy importante que estén libres para descubrir y se les ayude a que descubran lo que realmente quieren hacer en la vida. Si no lo descubren mientras son jóvenes, jamás lo descubrirán y ya nunca serán individuos libres y dichosos. La semilla debe ser sembrada ahora, de modo que comiencen ahora a tomar la iniciativa.
En el camino, han pasado frecuentemente junto a aldeanas que llevan pesadas cargas, ¿no es así? ¿Qué sienten respecto de ellas? Esas pobres mujeres con los vestidos rotos y sucios, con comida insuficiente, que trabajan día tras día por un jornal de hambre, ¿sienten algo por ellas? ¿O están ustedes tan atemorizados, tan ocupados consigo mismos, con sus exámenes, con su apariencia, con sus saris, que jamás les prestan atención? Cuando las ven pasar junto a ustedes, ¿qué sienten? ¿Sienten que son mucho mejores, que pertenecen a una clase más alta y que, por lo tanto, no necesitan tener consideración por ellas? ¿No quieren ayudarlas? ¿No? Eso indica cómo piensan. ¿Acaso están todos tan embotados por siglos de tradición, por lo que dicen sus padres y sus madres, son tan conscientes de que pertenecen a cierta clase, que ni siquiera miran a los aldeanos y aldeanas? ¿Están realmente tan ciegos que no saben lo que pasa alrededor de ustedes?
Es el temor, temor a lo que dirán sus padres, sus maestros, temor a la tradición, temor a la vida, lo que destruye gradualmente la sensibilidad, ¿no es así? ¿Saben lo que es la sensibilidad? Ser sensible es sentir, recibir impresiones, tener simpatía por aquellos que sufren, tener afecto, damos cuenta de las cosas que suceden alrededor de nosotros. Cuando está repicando la campana del templo, ¿se dan cuenta de ello? ¿Escuchan el sonido? ¿Alguna vez ven la luz del sol sobre el agua? ¿Se dan cuenta de la gente pobre, de los aldeanos que han sido controlados, oprimidos durante siglos por los explotadores? Cuando ven a un sirviente que lleva una alfombra pesada, ¿le prestan ayuda?
Todo esto implica la sensibilidad. Pero ya lo ven, la sensibilidad se destruye cuando nos imponen una disciplina, cuando sentimos temor o nos interesamos mucho por nosotros mismos. Interesamos por nuestra apariencia, por nuestros saris, pensar todo el tiempo en nosotros mismos -cosa que casi todos hacemos en una u otra forma-, es ser insensibles, porque entonces la mente y el corazón están cerrados y perdemos toda apreciación de la belleza.
Ser realmente libre implica una gran sensibilidad. No hay libertad si estamos cercados por el interés propio o por distintos muros de disciplinas. En tanto nuestra vida sea un proceso de imitación no puede haber sensibilidad ni libertad. Es esencial, mientras están aquí, sembrar la semilla de la libertad, lo cual implica despertar la inteligencia; porque con esa inteligencia podrán ustedes abordar todos los problemas de la vida.
Interlocutor: ¿Es factible para un hombre librarse de todo sentimiento de temor y, al mismo tiempo, permanecer en la sociedad?
K.: ¿Qué es la sociedad? Un conjunto de valores, un conjunto de normas, regulaciones y tradiciones, ¿no es así? Uno ve estas condiciones externas y dice: «¿puedo tener una relación práctica con todo eso?» ¿Por qué no? Después de todo, si uno encaja meramente en esa estructura de los valores, ¿es libre? ¿Y qué es lo que entiendes por «factible»? Hay muchas cosas que uno puede hacer para ganarse la vida; y si eres libre, ¿acaso no puedes elegir lo que quieres hacer? ¿No es eso factible? ¿O considerarías factible olvidar tu libertad y encajar meramente en la estructura convirtiéndote en abogado, banquero, comerciante o barrendero? Ciertamente, si eres libre y has cultivado tu inteligencia, descubrirás qué es lo mejor para tí. Dejarás de lado todas las tradiciones y harás algo que amas realmente, sin considerar lo que tus padres o la sociedad aprueben o desaprueben. A causa de que eres libre hay inteligencia, y harás algo que es completamente tuyo, actuarás como un ser humano integrado.
Interlocutor: ¿Qué es Dios?
K.: ¿Como vas a descubrirlo? ¿Aceptando la información de alguna otra persona? ¿O tratarás de descubrir por tí mismo qué es Dios? Es fácil formular preguntas, pero experimentar la verdad requiere muchísima inteligencia, muchísima búsqueda e investigación.
Por lo tanto, la primera pregunta es: ¿vas a aceptar lo que otro dice acerca de Dios? No importa quién lo diga, Krishna, Buda o Cristo, porque todos pueden estar equivocados; del mismo modo puede estar equivocado tu propio gurú particular. Ciertamente, para descubrir qué es verdadero, tu mente tiene que estar libre para investigar, lo cual significa que no puede meramente aceptar o creer. Yo puedo darte una descripción de la verdad, pero no será igual que si experimentas la verdad por ti mismo. Todos los libros sagrados describen lo que es Dios, pero esa descripción no es Dios. La palabra «Dios» no es Dios, ¿verdad?
A fin de descubrir qué es verdadero, jamás debes aceptar, jamás debes ser influido por lo que puedan decir los libros, los maestros o cualquier otra persona. Si eres influido por ellos, sólo encontrarás lo que ellos quieren que encuentres. Y debes saber que tu propia mente puede crear la imagen de lo que ella desea: puede imaginar a Dios con barba o con un solo ojo, puede hacer que sea azul o púrpura. De modo que has de estar atento a tus propios deseos y no has de dejarte engañar por las proyecciones de tus propias necesidades y anhelos. Si anhelas ver a Dios de cierta manera, la imagen que verás estará de acuerdo con tus deseos; y esa imagen no será Dios, ¿verdad? Si estás sufriendo y deseas ser consolado, o si te sientes romántico o sentimental en tus aspiraciones religiosas, a larga crearás un Dios que proveerá lo que necesitas; pero eso tampoco será Dios.
Así que tu mente tiene que estar por completo libre; sólo entonces podrás descubrir lo verdadero, no mediante la aceptación de superstición alguna, no mediante la lectura de los así llamados libros sagrados ni siguiendo a ningún gurú. Sólo cuando tengas esta libertad, esta verdadera libertad respecto de las influencias externas, y también estés libre de tus propios deseos y anhelos, de modo que tu mente sea muy clara, sólo entonces te será posible descubrir lo que Dios es. Pero si meramente te sientas y especulas, entonces tu suposición es tan buena como la de tu gurú y es igualmente ilusoria.
Interlocutor: ¿ Podemos darnos cuenta de nuestros deseos inconscientes?
K.: En primer lugar, ¿te das cuenta de tus deseos conscientes? ¿Sabes lo que es el deseo? ¿Te das cuenta de que habitualmente no escuchas a nadie que esté diciendo algo contrario a lo que crees? Tu deseo te impide escuchar. Si deseas a Dios y alguien te señala que el Dios que deseas es el resultado de tus frustraciones y temores, ¿le escucharás? Por supuesto que no. Tú deseas una cosa y la verdad es algo por completo diferente. Te limitas a ti mismo dentro de tus propios deseos. Sólo te percatas a medias de tus deseos conscientes, ¿no es así? Y mucho más difícil es darse cuenta de los deseos que están muy ocultos. Para descubrir lo que está oculto, para descubrir cuáles son sus propias motivaciones, la mente que investiga tiene que ser absolutamente clara y estar completamente libre. Por lo tanto, primero tienes que darte cuenta plenamente de tus propios deseos conscientes; entonces, a medida que te vuelvas cada vez más alerta a lo que está en la superficie, podrás ir penetrando más y más en lo profundo.
Interlocutor: ¿Por qué algunas personas nacen en condiciones de pobreza, mientras que otras son ricas y acomodadas?
K.: ¿Qué es lo que piensas tú? En vez de preguntármelo y esperar mi respuesta, ¿por qué no averiguas lo que tú sientes al respecto? ¿Piensas que es algún proceso misterioso al que llamas karma? En una vida anterior has vivido noblemente y, debido a eso, ¡ahora estás siendo recompensado con riqueza y posición! ¿Es así? O habiendo actuado mal en una vida anterior, ¡estás pagando por ello en esta vida!
Mira, éste es realmente un problema muy complejo. La pobreza es culpa de la sociedad, una sociedad en la que los codiciosos y los astutos prosperan y alcanzan la cúspide. Y nosotros queremos la misma cosa, también queremos trepar por la escalera y llegar a la parte de arriba. Y cuando todos queremos llegar arriba, ¿qué sucede? Pisamos a alguien; y el hombre al que pisan, al que destruyen, pregunta: «¿por qué la vida es tan injusta? Ustedes lo tienen todo y yo no tengo capacidad, no tengo nada». En tanto sigamos trepando por la escalera del éxito, siempre existirán el enfermo y el mal alimentado. Es el deseo de éxito el que tiene que ser comprendido y no por qué hay ricos y pobres o por qué algunos tienen talento y otros no tienen ninguno. Lo que tiene que cambiar es nuestro deseo de trepar, nuestro deseo de ser grandes, de alcanzar el éxito. Todos aspiramos al éxito, ¿no es así? Allí radica la culpa y no en el karma o en alguna otra explicación. El hecho real es que todos nosotros deseamos estar en la cima; quizá no en la cima misma, pero al menos tan alto en la escalera como seamos capaces de treparla. En tanto exista este impulso de ser grande, de ser «alguien» en el mundo, vamos a tener al rico y al pobre, al explotador y a los explotados.
Interlocutor: ¿Es Dios un hombre o una mujer, o es algo completamente misterioso?
K.: Acabo de contestar esa pregunta y me temo que no escuchaste. Este país está dominado por los hombres. Supongamos que digo que Dios es una señora, ¿qué harías? Rechazarías eso porque estás lleno con la idea de que Dios es un hombre. Así que tienes que descubrirlo por ti mismo; pero para descubrir, tienes que estar libre de todo prejuicio.
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¿Puede el discernimiento producir una mutación en las células cerebrales?
Ojai California, USA, 15 de abril de 1980.
Diálogo entre Kirshnamurti y David Bohm ©KRISHNAMURTI.COM.AR
Nota: El interlocutor que también participa del diálogo es G. Narayan, en ese momento director de la
escuela de Rishi Valley.
DAVID BOHM : Usted ha dicho que el discernimiento transforma las células cerebrales y me pregunto si podríamos discutirlo.
KRISHNAMURTI : Tal como está constituido el cerebro funciona en una sola dirección; memoria, experiencia, conocimiento. Ha funcionado en esa área tanto como le fue posible, y la mayoría de las personas están satisfechas con eso.
DB : Bueno, no conocen ninguna otra cosa.
K : Y también han dado al conocimiento un lugar de máxima importancia. Si uno se interesa en el cambio fundamental, ¿por dónde ha de empezar? Suponga que «x» siente que él seguirá yendo en cierta dirección establecida por la humanidad. Ha estado recorriendo ese camino siglo tras siglo, y se pregunta qué es el cambio radical; si concierne al medio ambiente o a las relaciones humanas; o si es un sentimiento de amor, el cual no se encuentra en el área del conocimiento. ¿Dónde debe comenzar? ¿Comprende mi pregunta? A menos que ocurra alguna mutación aquí adentro, dentro de mi mente, del cerebro, yo puedo pensar que he cambiado, pero ese es un cambio superficial, no un cambio en profundidad.
DB : Sí. Lo que eso implica es que el actual estado de cosas afecta no sólo a la mente sino también al sistema nervioso y al cuerpo. Todo se halla predispuesto de determinada manera.
K : Por supuesto. Eso es lo que quise decir, todo el movimiento se encuentra establecido de determinada manera. Y siguiendo ese patrón, yo puedo modificar, ajustar, pulir un poco más, un poco menos, etc. Pero si un hombre se interesa en el cambio radical, ¿por dónde ha de empezar? Como dijimos el otro día hemos confiado en el entorno o en la sociedad o en diversas disciplinas para producir un cambio en nosotros, pero yo siento que todas esas cosas se encuentran en la misma dirección.
DB : En cuanto que ellas emanan de esto, de la manera en que el cuerpo y la mente s hallan establecidos, no van a cambiar nada. Se trata de una amplia estructura que está en el cerebro, en el cuerpo y en toda la sociedad.
K : Sí, sí. Entonces, ¿qué he de hacer? ¿Qué tiene que hacer «x»? Y al formular la pregunta, ¿qué es lo que ha de cambiar?
DB : ¿Qué es lo que usted entiende exactamente por «¿qué es lo que ha de cambiar?» ¿Qué es lo que debe ser cambiado?
K : Sí, ambas cosas: qué es lo que debe ser cambiado y qué es lo que ha de cambiar. Básicamente, ¿qué es lo que ha de cambiar? «x» ve que él puede cambiar ciertas cosas en esta dirección, pero para ir más lejos que eso, ¿qué hay que hacer? Estoy seguro de que el hombre se ha formulado esta pregunta. Usted debe habérsela formulado. Pero aparentemente, la mutación no ha ocurrido. ¿Qué ha de hacer «X» entonces?. Él comprende la necesidad de una revolución radical, una revolución psicológica; percibe que cuanto más cambia, ese cambio es la misma cosa que continúa; cuanto más investiga dentro de sí, ve que la investigación permanece igual, etc. ¿Qué es lo que ha de cambiar entonces, a menos que «X» descubra un modo de cambiar el cerebro mismo?
DB :¿Pero qué cambiará al cerebro?
K : Eso es. ¡El cerebro ha estado siguiendo un patrón durante milenios! Me parece que ya no se trata de «qué» debería yo cambiar. Es esencial que yo cambie.
DB :Estamos de acuerdo, entonces, en que tiene que haber un cambio, pero la pregunta sigue en pie, ¿cómo puede el centro cambiar?
K : Uno debe llegar a ese punto. Sí esta pregunta se la hace a usted como científico, o como ser humano comprometido con la ciencia, ¿cuál sería su respuesta?
DB : Yo no creo que la ciencia pueda habérselas con eso, porque no llega tan lejos. No puede de ningún modo investigar tan a fondo la estructura del cerebro. Muchas cuestiones apuntan a la relación entre el cerebro y la mente, cuestiones que la ciencia no ha sido capaz de resolver. Algunas personas dirían que no hay nada más allá del cerebro…
K : Puramente materialista; entiendo todo eso.
DB : Si no es una cuestión materialista, entonces por ahora la ciencia tiene muy poco que decir al respecto. Tal vez algunas personas lo intentarían, pero la ciencia en general ha sido más exitosa, más sistemática al tratar con la materia. Cualquier intento de hacerlo de otra manera no se ve muy claro.
K : Entonces usted le diría a «X» que cambie internamente, en las células cerebrales, etc. Mi inmediata respuesta a eso es: ¿cómo? Todo el mundo pregunta eso. No es un asunto de fe. No es cosa de cambiar un patrón por otro. De modo que usted me deja sin ninguna dirección, ¿correcto? Me deja sin instrumento alguno que pueda penetrar en esto.
DB : Salvo que cuando usted formula esa pregunta está dando a entender qué hay algo más allá del cerebro. Nosotros no lo sabemos. La afirmación misma implica que el discernimiento se encuentra de alguna manera más allá del cerebro, porque de otro modo no podría cambiar el cerebro.
K : Sí ¿Cómo he de captar eso entonces? No lo puedo captar…
DB : Pero ¿cómo sucederá eso? Usted está diciendo que algo no material puede afectar a la materia. Eso es lo que implica.
K : No estoy seguro.
DB : Creo que el esclarecer esto haría más claro el sentido de su pregunta. De otro modo resulta algo incomprensible.
K : Todo cuanto usted me ha dicho es que el discernimiento transforma, produce una mutación en el cerebro. Ahora usted explica qué es el discernimiento, que no es el resultado de un conocimiento progresivo, no es un recuerdo. Este discernimiento puede ser la verdadera actividad del cerebro.
DB : Muy bien. Expongámoslo de otra manera. El cerebro muchas actividades que incluyen la memoria y todas esas que usted ha mencionado. Hay además una actividad más interna, pero que sigue siendo la actividad del cerebro.
K : Puede que sea la misma actividad.
DB : Mire al formular esto, algo parece no estar del todo claro.
K :Sí. Debemos tener muy claro que ese discernimiento no es el resultado de un conocimiento progresivo, no se consigue mediante ningún ejercicio de la voluntad.
DB : De acuerdo. Creo que la gente en general puede ver que el discernimiento sucede de forma instantánea, que no llega por medio de la voluntad. Los que han reflexionado mínimamente al respecto pueden verlo. También pueden ver que la química probablemente no lo producirá.
K : Me parece que casi todas las personas que se interesan lo ven. Pero yo, al igual que «X», ¿de qué manera he de conseguir este discernimiento? Veo la lógica, veo la razón de lo que usted expresa.
DB : En algunos aspectos, puede perturbar a la gente. No está claro cuál es la lógica, qué es lo que va a producir este cambio este cambio en el cerebro. ¿Es algo más que el cerebro o es algo más profundo que está en el cerebro? Esta es una de las preguntas.
K : Por supuesto.
DB : Eso no está muy claro desde el punto de vista lógico.
INTERLOCUTOR : ¿Está usted diciendo que hay una función del cerebro que actúa sin referencia a su contenido?
K : Sí, al pasado, al contenido.
DB : Ésta es una buena pregunta. ¿Existe en el cerebro una función que es independiente del contenido, que no está condicionada por el contenido, pero que aun podría ser una función física?
K : Comprendo. ¿Es ésta la pregunta? Aparte de la conciencia con su contenido, ¿existe en el cerebro una actividad que no se halle afectada por la conciencia?
DB : Por el contenido, sí.
K : El contenido es la conciencia.
DB : Sí, pero a veces usamos la palabra en otro sentido. A veces damos a entender que podría haber otra clase de conciencia. Así que estaría más claro si lo llamáramos «contenido»
K : Muy bien. Una parte del cerebro que no está afectada por el contenido.
DB : Sí, esto sugiere que el cerebro tiene la posibilidad de cambiar. O el cerebro está
enteramente controlado por su contenido, o de algún modo no está condicionado.
K : ¡Eso es un concepto peligroso!
DB : Pero es lo que usted está diciendo.
K : No. Vea el peligro de eso. Vea el peligro de que uno admita para sí que hay una parte del cerebro…
DB : Una actividad.
K : Muy bien, una actividad del cerebro que no se halla afectada por el contenido.
DB : Es una actividad posible. Puede ser que no haya sido despertada.
K : No ha sido despertada, correcto.
I : ¿Pero cuál es el peligro?
K : Eso es bastante simple. El peligro es que yo estoy admitiendo que Dios está en mí, que en mí existe algo sobrehumano, algo más allá del contenido y que por lo tanto, operará sobre ese contenido o a pesar del contenido.
I : ¿Pero que parte del cerebro ve el peligro?
K : Vayamos despacio. ¿Qué parte del cerebro ve el peligro? Desde luego, es el contenido el que ve el peligro.
I : ¿Lo ve?
K : Oh, sí, porque el contenido es consciente de todas las tretas que ha jugado.
DB : Ésa es similar a muchas de las viejas tretas.
K : Sí.
DB : Esas tretas que hemos discutido antes, la presunción de que Dios está dentro de uno, el imaginar que llevamos a Dios dentro de nosotros. Obviamente, aquí hay un peligro.
I : ¿Pero podría el cerebro, viendo el peligro, hacer no obstante esa afirmación? Porque esa afirmación podría estar señalando en la dirección correcta.
DB : Aunque sea peligrosa, puede ser necesario hacerla; esa afirmación puede estar en la trayectoria correcta.
K : El inconsciente, que forma parte del contenido, puede captar esto y decir: «Sí», con lo que ve el peligro instantáneamente.
I : Ve su propia trampa.
K : Sí, ve la trampa que ha creado. Por lo tanto evita esa trampa. Eso es cordura. ¿Hay una actividad que sea por completo independiente del contenido? Entonces, ¿forma parte del cerebro esa actividad?
DB : ¿Es una actividad natural del cerebro? ¿Una actividad material en el propio cerebro?
K : ¿Y que significa eso?
DB : Bueno, si existe una actividad natural así, de algún modo podría despertarse, y esa actividad podría cambiar al cerebro.
K : ¿Pero diría usted que sigue siendo material?
DB : Sí. Es que podría haber diferentes niveles de la materia.
K : Eso es lo que estoy tratando de averiguar. Correcto.
DB : Pero vea, si uno piensa de ese modo, podría haber un nivel más profundo de la materia que no estuviera condicionado por el contenido. Por ejemplo, sabemos que la materia en el universo generalmente no se halla condicionada por el contenido de nuestros cerebros. Podría haber un nivel más profundo de la materia no condicionada en ese sentido.
K : Entonces seguiría siendo materia, refinada o «super», o lo que fuere; seguiría siendo el contenido.
DB : ¿Por qué dice usted eso? Mire, tiene que ir despacio. ¿Usted dice que la materia es contenido?
K: Sí
DB : ¿Intrínsecamente? Pero eso tiene que aclararse, porque no es obvio.
K : Discutámoslo. Fijemos bien esto. El pensamiento es materia.
DB :Bueno, el pensamiento es parte del contenido, parte del proceso material. No está claro que exista independientemente como materia. Uno puede decir que el agua es materia; uno puede verter agua de un vaso a otro, el agua tiene una sustancia independiente. Pero no está claro si el pensamiento podría ser considerado como materia por sí mismo, excepto en conjunción con alguna otra sustancia material como el cerebro en el cual tiene lugar. ¿Está claro?
K : No lo entiendo muy bien.
DB : Si usted dice que el agua es materia, eso está claro. Ahora bien, si usted dice que el pensamiento es materia, entonces el pensamiento debe de tener una sustancia independiente similar. Uno dice que el aire es materia, ¿correcto? O que el agua es materia. Ahora bien, las ondas no son materia, son sólo un proceso en la materia. ¿Está claro lo que quiero decir?
K : Sí, una onda es un proceso en la materia.
DB : Un proceso material. ¿Es el pensamiento materia o es un proceso en la materia?
I : Si me permite preguntar, ¿se considera que la electricidad es materia?
DB : En cuanto hay partículas de electrones, es materia, pero también es un movimiento en esa materia, lo cual es un proceso.
I : Por lo tanto es ambas cosas.
DB : Uno puede desarrollar ondas de electricidad, etc.
I : Las ondas serían la materia pero no la acción eléctrica.
DB : La acción eléctrica es como las ondas, pero la electricidad consiste de partículas.
K : ¿ Cuál es la pregunta que nos estamos formulando ahora?
DB : ¿ Es el pensamiento una sustancia material o es un proceso en alguna otra sustancia material como el cerebro?
K : Es un proceso material que tiene lugar en el cerebro.
DB : Sí, los científicos estarían en general de acuerdo con eso.
K : Atengámonos a ello.
DB : Si usted dice que el pensamiento es materia se sentirían muy perplejos.
K :Ya lo veo
I : El pensamiento no existe aparte de las células cerebrales. Reside en el cerebro.
K : O sea que el pensamiento es un proceso material en el cerebro. Eso sería correcto. ¿Puede entonces será alguna vez independiente ese proceso material?
DB : ¿Independiente de qué?.
K : Independiente de algo que no es proceso material. No espere un momento, debemos ir despacio. El pensamiento es un proceso material en el cerebro ¿Todos concordamos acerca de esto?
DB : Sí, obtendríamos un acuerdo muy amplio en eso.
K : Entonces nuestra pregunta es, ¿puede ese proceso material en el cerebro producir un cambio dentro de sí mismo?
DB : Sí, esa es la pregunta.
K : Dentro de sí mismo. Y si ese material pudiera experimentar un cambio en sí mismo, seguiría siendo un proceso material, ¿correcto?
DB : Sí. Aparentemente el pensamiento siempre va a ser un proceso material.
K : Y por lo tanto no es discernimiento. Debemos volver a eso.
DB : ¿Está usted diciendo que el discernimiento no es un proceso material?
K: Vaya despacio. Debemos ser cautos en el empleo de las palabras. El pensamiento es un proceso material en el cerebro y cualquier otro movimiento que brote de ese proceso material sigue siendo material.
DB : Sí, tiene que serlo.
K : Correcto. ¿Existe otra actividad que no sea un proceso material?
DB :Desde luego la gente se ha formulado esa pregunta durante siglos. ¿Existe el espíritu más allá de la materia?
K : ¡Espíritu, Espíritu Santo! ¿Existe alguna otra actividad del cerebro que no pueda ser relacionada con el proceso material?
DB : Bueno, no puede depender de él. El discernimiento no puede depender del proceso material, ya que entonces sería solamente otro proceso material.
K : El discernimiento no puede depender del proceso material, que es el pensamiento.
DB : Pero usted lo estuvo postulando a la inversa, que el proceso material puede depender del discernimiento, puede ser cambiado por el discernimiento.
K : Ah, espere. El proceso material depende del discernimiento, pero el discernimiento no depende de este proceso.
DB : Mucha gente no entendería cómo algo no material puede afectar a algo material.
K : Sí, de acuerdo.
DB : Podría aceptarse fácilmente que algo no material no sea afectado por la materia, ¿pero cómo entonces, la operación funciona a la inversa?
K : ¿Qué dice usted? El cerebro, el pensamiento, con su contenido es un proceso material. Cualquier actividad que provenga de él sigue siendo parte de eso. Entonces, ¿es el discernimiento parte de eso también?
DB : Nos hemos puesto de acuerdo en que el discernimiento es independiente de ese proceso, que no puede formar parte de él. Pero aun así puede actuar dentro del proceso material; este es el punto crítico.
K : Sí. Eso es cierto. El discernimiento es independiente del proceso material: no obstante puede actuar sobre él.
DB : Discutamos eso un poco. Generalmente hablando, en la ciencia si A Actúa sobre B existe habitualmente una acción recíproca de B sobre A. No encontramos situaciones en las que A actúa sobre B pero B jamás actúa sobre A.
K : Ya veo, ya veo.
DB : Esa es una de las dificultades que usted ha planteado. No encontramos esto en ninguna otra parte, en las relaciones humanas, si yo puedo actuar sobre usted, usted puede actuar sobre mí ¿Correcto?
K : Sí, vemos que las relaciones humanas son acción recíproca
DB : Sí, relaciones mutuas.
K : Y en esas relaciones hay respuestas y todo eso. Ahora bien, si yo no respondo a su acción, soy independiente de ella.
DB : Pero la ciencia en general encuentra que es imposible tener una acción unilateral.
K : Muy bien. Por lo tanto estamos insistiendo continuamente en que el proceso material debe tener una relación con lo otro.
DB : En todo caso, una acción. «Relación» es aquí una palabra ambigua. Estaría más claro si usted dijera «acción».
K : Muy bien, El proceso material debe ser capaz de actuar sobre el no material y el no material sobre el material.
DB :Pero eso los haría a ambos iguales.
K : ¡Exactamente!
I : No necesariamente. Uno podría formarse la idea de que el discernimiento es un movimiento mucho más amplio que el proceso material del cerebro y que, por lo tanto, el movimiento más amplio puede actuar sobre el más pequeño, pero el más pequeño no puede actuar sobre el más amplio.
K : Sí, estamos diciendo lo mismo.
DB : El movimiento pequeño no tiene una acción significativa sobre el movimiento más grande. Usted puede tener una situación en la que si uno deja caer una piedra en el océano, el océano la absorbe sin ningún cambio significativo.
K : Sí.
I : Entonces tendríamos todavía una acción en dos sentidos, pero solo una de las acciones sería significativa.
K :No, no. No entre en eso demasiado rápidamente, seamos cautos. El amor no tiene relación alguna con el odio.
DB :Otra vez apareció la palabra «relación». ¿Diría usted, por ejemplo, que el odio no ejerce
acción alguna sobre el amor?
K : Son independientes.
DB : Independientes, no actúan el uno sobre el otro.
K : ¡Ah, éste es un gran descubrimiento! El amor es independiente del odio. Donde está el odio lo otro no puede existir.
DB : Sí, no pueden permanecer lado a lado, actuando el uno sobre el otro.
K : No pueden. Por lo tanto, cuando los científicos dicen: «Sí A tiene una relación con B, entonces B debe tener una relación con A, nosotros estamos contradiciendo eso.
DB : No todos los científicos han dicho eso, unos pocos han dicho otra cosa. No quiero introducir a Aristóteles…
K : Introdúzcalo.
DB : Él dijo que hay un «motor inmóvil», que Dios jamás es movido por la materia, la materia no actúa sobre Él, pero Él actúa. ¿Ve? Ésa es una vieja idea, entonces. Desde los tiempos de Aristóteles, la ciencia ha desechado este concepto y dijo que eso es imposible.
K : Si veo claramente que el amor es independiente del odio, el odio no puede actuar de ninguna manera sobre el amor. El amor puede actuar sobre el odio, pero donde esté el odio no puede estar lo otro.
DB : Bueno, ésas son dos posibilidades. ¿A cuál se refiere usted?
K : ¿Cuáles son las dos posibilidades?
DB : Usted dijo que una posibilidad es que el amor puede actuar sobre el odio y la otra es que no tenga acción alguna el uno sobre el otro.
K :Sí.
DB : ¿Pero cuál?
K : Comprendo. No, el amor no puede actuar sobre el odio.
DB : Correcto. No tienen relación alguna. Pero tal vez el discernimiento pudiera hacerlo.
K : Tenemos que ser muy claros respecto a esto. La violencia y el estar libre de violencia son dos factores por completo diferentes. Uno no puede actuar sobre el otro.
DB : En ese caso uno podría decir que la existencia de uno es la inexistencia del otro y que no hay modo de que puedan actuar juntos.
K : De acuerdo.
DB : No pueden coexistir.
K : Absolutamente. Me atengo a eso. Por lo tanto, cuando este proceso material está en acción, lo otro no puede existir.
DB : ¿Qué es «lo otro» esta vez? ¿El discernimiento?
K : Sí.
DB : Eso niega lo que estuvimos diciendo antes, que hay una acción del discernimiento sobre el proceso material.
K : Ahora, despacio. Sí, donde existe la violencia lo otro (detesto usar la palabra no- violencia) no existe.
DB : ¿Paz o armonía?
K : Donde esté la violencia, la paz no puede existir. Pero donde hay paz, ¿existe la violencia? No, desde luego que no. Por lo tanto la paz es independiente de la violencia.
I : Usted ha dicho muchísimas veces que la inteligencia puede actuar sobre el pensar, que el discernimiento puede afectar el pensar, pero que no opera a la recíproca. Usted ha dado muchos ejemplos de esto.
K : La inteligencia puede aniquilar a la ignorancia, pero la ignorancia no puede tocar a la inteligencia. ¿Correcto? Donde hay amor jamás puede existir el odio. ¿Puede el amor aniquilar al odio?
DB : Dijimos que esto no parece posible porque el odio parece ser una fuerza independiente.
K : Por supuesto que lo es.
DB : Tiene su propio ímpetu, su propia fuerza, su propio movimiento.
I : No capto muy bien esta relación del amor y el odio con la anterior discusión sobre el
discernimiento.
DB : Parecen ser dos áreas diferentes.
I : El pensar es un movimiento y el discernimiento parece ser un no – movimiento en el que al parecer todo está quieto y puede observar el movimiento.
DB : Eso es lo que estamos tratando de comprender, la noción de algo que no es afectado por ninguna otra cosa.
I : ¿No está usted diciendo, entonces, al examinar el amor y el odio, que existen el bien y el mal, y que el mal es una fuerza independiente, completamente separada?
DB : Bueno es independiente del bien.
I : ¿Pero es un proceso que pertenece a la mente o está relacionado con el discernimiento?
DB : A eso estamos llegando.
I : Tome la luz y la oscuridad. Aparece la luz y la oscuridad ha desaparecido.
DB :El bien y el mal, el amor y el odio, la luz y la oscuridad. Cuando uno está presente, lo otro no puede estar. Eso es hasta ahora lo que hemos estado diciendo.
I : ¿Quiere usted decir en un cerebro particular?
DB : En cualquier cerebro, sí, o en cualquier grupo o en cualquier parte. Cada vez que el odio se manifiesta en un grupo no hay amor.
K : Se me acaba de ocurrir algo. El amor no tiene causa; el odio tiene una causa. El discernimiento no tiene causa, el proceso material en forma de pensamiento, tiene una causa ¿Correcto?
DB : Sí, forma parte de la cadena de causa y efecto.
K : ¿Puede lo que no tiene causa actuar de algún modo sobro lo que tiene causa?
DB :Podría hacerlo. No vemos ninguna razón que impida que lo que no tiene causa pueda actuar sobre algo que tiene una causa. No existe ninguna razón obvia. No ocurriría al revés: lo que tiene una causa no puede actuar sobre algo que tiene una causa, porque eso lo invalidaría.
K : Correcto. Pero aparentemente la acción del discernimiento tiene un efecto extraordinario sobre el proceso material.
DB :Puede, por ejemplo, eliminar algunas causas.
K : Como el discernimiento es sin causa, ejerce un efecto definido sobre lo que tiene causa.
DB : Bueno, no necesariamente tiene que resultar así, pero es posible.
K : No, no, yo no digo que sea posible.
DB : Lo que estoy diciendo es que no hemos visto muy bien porque es necesario que sea de ese modo. No hay contradicción cuando pronunciamos la palabra «posible».
K : Muy bien, ya veo. Pero en tanto tengamos claro el sentido de la palabra «posible». Debemos tener cuidado. El amor es sin causa y el odio tiene una causa. Ambos no pueden coexistir.
DB : Sí, eso es cierto. Es por eso que hay una diferencia entre el amor y el discernimiento. Ésa es la razón de que no necesariamente resulte que si algo no tiene causa actuará sobre algo que la tiene. Eso es lo que yo estaba tratando de decir.
K : Sólo quiero explorar un poco más. ¿Es el amor discernimiento?
DB : Hasta donde podemos ver no son iguales. El amor y el discernimiento no son idénticos, ¿verdad? No son exactamente lo mismo.
K : ¿Por qué?
DB : El discernimiento puede ser amor, pero ya ve, también ocurre en un instante.
K : Por supuesto que es algo instantáneo. Y ese repentino esclarecimiento altera todo el patrón, opera sobre él, usa el patrón, en el sentido de que yo arguyo, razono, empleo la lógica, y todo eso. No sé si me expreso claramente.
DB : Me parece que una vez que el esclarecimiento repentino ha operado el patrón es diferente y por lo tanto sería más racional. El esclarecimiento puede hacer posible el uso de la lógica, ya que uno puede haber estado confundido antes.
K : Sí, sí. Aristóteles puede haber llegado a todo esto mediante la lógica.
DB : Bueno, ¡puede haber tenido cierto discernimiento! No lo sabemos.
K : No lo sabemos, pero yo lo estoy poniendo en duda.
DB : Nosotros realmente no sabemos como operaba su mente, porque sólo existen unos pocos libros que han sobrevivido.
K : ¿Diría usted, al leer algunos de esos libros, que él tenía discernimiento?
DB : En realidad yo no he leído directamente a Aristóteles; muy pocas personas lo han hecho porque resulta difícil. La mayoría lee lo que otros han dicho de Aristóteles. Unas cuantas expresiones de él son de uso común, como la del «motor inmóvil». Y algunas de las cosas que él dijo sugiere que cuando menos era muy inteligente.
K : Lo que estoy tratando de decir es que el discernimiento nunca es parcial; yo hablo del discernimiento total, no del parcial.
I : Krishnaji, ¿podría explicar eso un poco? ¿Qué entiende usted por «discernimiento «no parcial»?
K : Un artista puede tener un discernimiento parcial. Un científico puede tener un discernimiento parcial. Pero nosotros estamos hablando del discernimiento total.
I : Pero es que el artista también es un ser humano, por lo que…
K : Pero lo que capta del discernimiento es parcial.
I : Esta encaminado a cierta forma de arte. Lo que usted quiere decir es que ilumina un tema o un área limitada. ¿Es eso lo que entiende por discernimiento parcial?
K : Sí.
I : ¿Qué sería entonces el discernimiento total? ¿Qué abarcaría?
K : La totalidad de la actividad humana.
DB :Ése es un punto. Pero antes nos estábamos preguntando si este discernimiento iluminaría el cerebro, la actividad del cerebro. Al parecer en esa iluminación cambiará la actividad material del cerebro. ¿Es eso correcto? Debemos poner en claro este punto; después podemos plantear la cuestión de la totalidad. ¿Estamos diciendo que el discernimiento es una energía que ilumina la actividad del cerebro? ¿Y que en esa iluminación el cerebro mismo comienza a actuar de una manera diferente?
K : Usted está totalmente en lo cierto. Eso es todo. Eso es lo que ocurre. Sí.
DB : Decimos que la fuente de esa iluminación no se encuentra en el proceso material no tiene causa.
K : No tiene causa.
DB :Pero es una energía real.
K : Es pura energía. ¿Existe la acción sin causa?
DB : Sí, sin tiempo. La causa implica tiempo.
K : O sea, que este destello ha alterado completamente el patrón establecido por el proceso material.
DB : ¿Podría decirse que el proceso material opera generalmente en una especie de oscuridad y que por lo tanto se ha orientado en una dirección equivocada?
K : En la oscuridad, sí. Eso está claro. El proceso material actúa en la ignorancia, en la oscuridad. Y este destello del discernimiento ilumina todo el campo, lo que significa que la oscuridad y la ignorancia han sido disipadas. Me atendré a eso.
DB : Entonces uno podría decir que la oscuridad y la luz no pueden coexistir por obvias razones. Sin embargo la existencia misma de la luz es para cambiar el proceso mismo de la oscuridad.
K : Totalmente de acuerdo.
I : ¿Pero qué contribuye al destello?
K : No hemos llegado a eso todavía. Quiero avanzar en esto paso a paso. Lo que ha sucedido es que el proceso material ha operado en la oscuridad, generando confusión y todo el desorden que impera en el mundo. Pero este destello del discernimiento disipa la oscuridad. Lo que significa que entonces el proceso material ya no está operando en la oscuridad.
DB : Correcto. Pero ahora aclaremos otro punto. Cuando el destello ha desaparecido la luz
continúa.
K : La luz está ahí, el destello es la luz.
DB : En cierto momento el destello es instantáneo, pero entonces, a medida que uno opera desde allí sigue habiendo luz.
K : ¿Por qué establece usted una diferencia entre el destello y la luz?
DB : Simplemente porque la palabra » destello» sugiere algo que ocurre en un instante.
K : Sí.
DB : O sea que estamos diciendo que el discernimiento tendrá duración sólo en ese instante.
K : Debemos ir despacio.
DB : Es una cuestión de lenguaje.
K : ¿Es meramente una cuestión de lenguaje?
DB : Tal vez no, pero si uno emplea la palabra «destello», surge la analogía del relámpago, de luz por un instante, pero entonces, al instante siguiente uno vuelve a estar en la oscuridad, hasta que se produce un nuevo relámpago.
K : No es así.
DB : ¿Cómo es entonces? ¿Es que la luz se enciende súbitamente y luego permanece encendida?
K : No. Porque cuando decimos » permanece encendida» o «se apaga», estamos pensando en términos de tiempo.
DB : Tenemos que dilucidar esto, porque es la pregunta que formulará todo el mundo.
K : El proceso material está operando en la oscuridad, en el tiempo, en el conocimiento, en la ignorancia y así sucesivamente. Cuando tiene lugar el discernimiento, esa oscuridad se disipa. Eso es todo cuanto estamos diciendo. El discernimiento disipa esa oscuridad. Y el pensamiento, que es un proceso material, deja de operar en la oscuridad. Por lo tanto esa luz ha alterado, no, mejor dicho, ha terminado con la ignorancia.
DB : Entonces estamos diciendo que esta oscuridad es realmente una parte integral del contenido del pensamiento.
K : El contenido es oscuridad.
DB : Correcto. Entonces la luz ha disipado la ignorancia.
K : De acuerdo. Ha disipado el contenido.
DB : Pero todavía tenemos que ser muy cuidadosos en caso de que aun retengamos algún
contenido en el sentido usualmente aceptado de la palabra; ya sabe, toda clase de cosas.
K : Por supuesto.
DB : Por lo tanto no podemos decir que la luz haya disipado todo el contenido.
K : Ha disipado el centro de la oscuridad.
DB : Sí, la fuente, el creador de la oscuridad.
K : El yo. ¿Correcto? Ha disipado el centro de la oscuridad que es el yo.
DB : Podría decirse que el yo, que es una parte del contenido, esa parte del contenido que es el centro de la oscuridad, que la crea y mantiene se ha disipado.
K : Sí, me atengo a eso.
DB : Ahora vemos que esto significa un cambio físico en las células del cerebro. Ese centro, ese contenido que es el centro, constituye un determinado conjunto, una forma, una disposición de todas las células cerebrales, y eso en cierto modo se altera.
K : ¡Obviamente! Vea, esto tiene un enorme significado, en nuestra relación con la sociedad, con todo. Ahora la pregunta es: ¿cómo sucede este destello? Empecemos al revés. ¿Cómo sucede el amor? ¿Cómo sucede la paz? La paz no tiene causa, la violencia tiene causa. ¿Cómo sucede eso que no tiene causa cuando toda mi vida es causalidad? No hay «cómo». ¿Correcto? El «cómo» implica una causa, por lo tanto no hay «cómo».
I : ¿Está usted diciendo que puesto que no tiene causa, es algo que simplemente existe…?
K : No, no digo que existe. Ésa es una afirmación peligrosa.
I : En cierto modo tiene que existir.
K: No. En el momento que usted dice que existe, ya no es eso.
DB : Mire, el peligro es que forme parte del contenido.
K : La pregunta que usted formuló era acerca de una mutación en las células cerebrales. Esa pregunta ha sido formulada después de una serie de discusiones. Y hemos llegado a un punto en que decimos que el destello, esa luz, no tiene causa, que la luz opera sobre lo que tiene causa, que es la oscuridad. Esa oscuridad existe mientras el yo esté ahí; Éste es el que origina esa oscuridad, pero la luz disipa el centro mismo de la oscuridad. Eso es todo. Hemos arribado a ese punto y, por lo tanto, hay una mutación. Entonces digo que la pregunta acerca de cómo puedo obtener este destello del discernimiento, de cómo ocurre, es una pregunta errónea. No hay tal «cómo».
I : No hay «cómo», pero hay oscuridad y hay luz.
K : Sólo vea primero que no hay «cómo». Si usted me muestra «cómo», está de vuelta en la oscuridad. ¿De acuerdo?
DB : Sí.
K : Es algo tremendo comprender eso. Yo pregunto algo diferente: ¿por qué carecemos en absoluto de este discernimiento? ¿Por qué éste no empieza desde nuestra infancia?
DB : Bueno, el modo en que vivimos la vida…
K : No, eso es lo que quiero descubrir. ¿Es a causa de nuestra educación? ¿De nuestra sociedad? Yo no creo que se deba a todo eso. ¿Entiende?
DB : ¿Qué dice usted que es, entonces?
K : ¿Hay algún otro factor? Estoy tanteando esta cuestión. ¿Por qué carecemos de este discernimiento? Parece algo tan natural.
DB : En primer lugar, uno diría que algo está interfiriendo con él.
K : Pero es que parece tan natural. ¿Por qué no es natural para todo el mundo? ¿Por qué no es posible que lo sea? Si hablamos de bloqueo, educación, etc., todo lo cual está en el ámbito de la causalidad, entonces eliminar los bloqueos implica una causa más. De modo que seguimos rodando en esa dirección. Hay algo anormal en todo esto.
I : Si uno dijera que hay bloqueos…
K : No quiero usar ese concepto, es el lenguaje de la oscuridad.
I : Entonces podríamos decir que los bloqueos impiden que el discernimiento actúe.
K : Por supuesto. Pero yo quiero alejarme de estos bloqueos.
DB : No exactamente bloqueos, pero nosotros hemos empleado las palabras «centro de
oscuridad», el cual decimos que está manteniendo la oscuridad.
K : ¿Por qué no es natural para todos este discernimiento?
DB : Ésa es la cuestión.
K : ¿Por qué el amor no es natural para todos? ¿Planteo claramente el problema?
DB : Para hacerlo más claro, yo creo que algunas personas podrían sentir que el amor es natural para todos, pero al ser tratadas de cierta manera van quedando gradualmente presas del odio.
K : Yo no creo que sea así.
DB : Entonces nos cabe suponer que el niño, al encontrarse con el odio, no respondería con odio.
K : Sí, eso es correcto.
DB : La mayoría de la gente diría que es natural que el niño responda con odio cuando se
enfrenta al odio.
K : Sí, está mañana oí decir eso. Después me hice la pregunta: ¿por qué? Ahora espere un momento. «X» ha sido expuesto a todas esas circunstancias que podrían haber producido bloqueos, pero «X» no fue afectada por ellas. ¿Por qué entonces no es eso posible para todo el mundo?
DB : Deberíamos poner en claro por qué decimos que sería natural no responder al odio con odio.
K : Muy bien, limitémonos a eso.
DB : Aun cuando uno no haya pensado al respecto. Ya sabe, el niño es incapaz de pensar acerca de todo esto. Algunas personas dirían que es el instinto, el instinto animal…
K : …que consiste en odiar.
DB : Bueno, en devolver golpe por golpe.
K : Devolver golpe por golpe.
DB : El animal responderá con amor si uno lo trata con amor, pero si uno lo trata con odio el animal se defenderá.
K : Por supuesto.
DB : Se volvería malvado.
K : Sí.
DB : Algunas personas dirían entonces que en sus comienzos el ser humano es como el animal y que más tarde puede comprender.
K : Por supuesto. O sea que el ser humano tuvo el mismo origen que el animal; y el animal, el simio, el lobo…
DB :…el lobo también responderá con amor.
K : Y nosotros preguntamos: ¿por qué..?
DB : Mire, casi todo el mundo siente que lo que yo digo es cierto, que cuando somos muy niños somos como el animal. Ahora usted pregunta por qué todos los niños no dejan de responder inmediatamente al odio con el odio.
K : ¿O sea que la culpa de eso la tienen los padres?
DB : Lo que usted da a entender es que no se trata enteramente de eso. Debe ser algo más profundo.
K : Sí, creo que existe algo por completo diferente. Quiero captarlo.
DB : Eso es algo que resultaría importante.
K : ¿Cómo lo descubrimos? ¡Tengamos un destello de discernimiento! Siento que existe algo completamente distinto. Nosotros estamos acometiéndolo desde un punto de vista causal. ¿Sería correcto decir que el origen del hombre no es animal?
DB : Bueno, eso no está claro. La actual teoría de la evolución dice que ha habido simios que se han desarrollado; uno puede seguir la línea de evolución conforme se convierten más y más en seres humanos. Así que cuando usted dice que el origen del hombre no es animal, eso no está claro.
K : Si el comienzo del hombre es animal, entonces ese instinto es natural y luego es altamente cultivado.
DB : Sí, ese instinto es causa y efecto.
K : Causa y efecto, y se vuelve natural. Pero viene alguien y pregunta: ¿Lo es?
DB : Tratemos aclarar eso.
K : Quiero decir que los científicos y los historiadores han sostenido que el hombre empezó desde el simio que, como todos los animales responden al amor y al odio, nosotros como seres humanos respondemos instantáneamente al odio con el odio.
DB : Y viceversa, al amor con el amor.
K : En el principio existieron unas cuantas personas que jamás respondían al odio porque tenían amor. Esas personas implantaron esto en la mente humana. ¿Correcto? O sea que donde existe el amor no existe el odio. Y eso también ha formado parte de nuestra herencia. ¿Por qué hemos cultivado la respuesta del odio al odio? ¿Por qué no hemos cultivado lo otro? ¿O lo otro, el amor, es algo que no puede ser cultivado?
DB : No es causal. El cultivo depende de una causa.
K : Depende del pensamiento, Entonces, ¿por qué hemos perdido lo otro? Hemos cultivado muy esmeradamente, mediante el pensamiento, el concepto de enfrentarnos al odio con el odio, a la violencia con la violencia, etc. ¿Por qué no hemos avanzado con la otra línea, con la del amor, que no tiene causa? ¿Entiende mi pregunta?
DB : Sí.
K : ¿Es esa una pregunta inútil?
DB : Uno no ve ninguna forma de proseguir.
K : No estoy tratando de proseguir.
DB : Tenemos que comprender que hizo que la gente respondiera al odio con el odio…
K : ¡Para «X» lo otro parece tan natural! Por lo tanto, si eso es tan natural para él, ¿por qué no lo es para todos los demás? ¡Debe ser natural para otros! Usted conoce esta antigua idea, que probablemente existe en las religiones judía, hindú, etc., de que lo supremo se manifiesta ocasionalmente. Ésa parece una explicación demasiado fácil. ¿Se ha movido la humanidad en la dirección incorrecta? ¿Hemos torcido el rumbo?
DB : Sí, esto lo hemos discutido antes, que ha habido un desvío del rumbo correcto.
K : Y así respondimos al odio con el odio, a la violencia con la violencia, etc.
DB : Y dimos un valor supremo al conocimiento.
I : ¿No habrá sido otro factor el intento de cultivar la idea del amor? El propósito de las religiones ha sido el de producir amor y mejores seres humanos.
K : No entremos en todo eso. El amor no tiene causa, no es cultivable. Punto final.
I : Sí, pero la mente no ve eso.
K : Pero nosotros hemos explicado todo eso. Yo quiero descubrir por qué, si ello es natural para «X», no lo es para otros. Creo que ésta es una pregunta válida.
DB : Oro punto es la evidencia de que responder con odio al odio no tiene ningún sentido. ¿Por qué entonces continuamos con eso? Porque muchos creen en ese momento que se están protegiendo a sí mismos con el odio, pero eso no es protección.
K : Volviendo a esa pregunta que yo considero válida: «X» no tiene causa, «Y» está preso en la causa. ¿Por qué? ¿Comprende? ¿Es el privilegio de unos cuantos? ¿La elite? No, no. Mirémoslo de otro modo. La mente de la humanidad ha estado respondiendo al odio con el odio, a la violencia con la violencia, y al conocimiento con el conocimiento. Pero «X» es parte de la humanidad y no responde al odio con el odio, como hacen «Y» y «Z». Ellos son parte de la conciencia de «X», parte de todo eso.
DB : ¿Por qué existe está diferencia?
K : Eso es lo que pregunto. Lo uno es natural, lo otro no es natural. ¿Por qué ¿Por qué la diferencia? ¿Quién formula esta pregunta? ¿Las personas «Y» y «Z» que responden al odio con el odio? ¿Son ellas las que formulan la pregunta? ¿O es «X» el que la formula?
I : Parecería que es «X» el que formula esta pregunta.
DB : Sí, pero hace poco decíamos también que ellos no son diferentes. Decimos que «son»
diferentes, pero también decimos que no lo son.
K :Por supuesto. No son diferentes.
DB : Hay una sola mente.
K : Así es, una mente.
DB :Sí, ¿y cómo es que otra parte de esta mente única dice que no es así?
K : De eso se trata precisamente. ¿Cómo sucede que una parte de la mente dice que unos somos diferentes de otros?. Desde luego, hay toda clase de explicaciones y a mí me dejan con el hecho de que «A»,»B» y «C» son diferentes de «X», «Y» y «Z». Y esos son hechos, ¿verdad?
I : Parecen ser diferentes.
K : Oh, no.
I : ¿Son realmente diferentes?
K : Absolutamente; no sólo lo parecen.
DB Creo que la pregunta a la que necesitaríamos volver es: ¿por qué las personas que cultivan el odio dicen que son diferentes de aquellas que no lo cultivan?
K : ¿Dicen eso?
DB : Creo que sí, en cuanto que admitirían que si hubiera alguien que no cultivara el odio, ellos deben ser diferentes.
K : Sí, eso está claro, como luz y oscuridad, etc.. Pero yo quiero averiguar si nos estamos moviendo en la dirección correcta. O sea, «X» me ha dado ese don, pero yo no he llevado ese don conmigo. ¿Entiende lo que quiere decir? He cultivado una respuesta, pero esto no lo he llevado conmigo. ¿Por qué? Si un padre ha respondido al odio con odio, ¿por qué el hijo no ha respondido del mismo modo?
DB : Creo que es una cuestión de discernimiento.
K : Lo que implica que el hijo ha tenido discernimiento desde el principio, desde la infancia misma. ¿Comprende lo que estoy diciendo? ¿Y qué significa eso?
DB : ¿El qué?
K : ¡No quiero entrar todavía en terreno tan peligroso!
DB : ¿De qué se trata? Tal vez quiera usted dejarlo.
K : Falta todavía otro factor. Quiero aprehenderlo. Porque si ésa es una excepción, entonces es algo trivial.
DB : Muy bien. Entonces estamos de acuerdo en que esto se encuentra latente en todos los seres humanos; ¿es eso lo que usted quiere decir?
K : No estoy muy seguro de que sea eso lo que quiero decir.
DB : Pero lo que quise decir es que ese factor se encuentra en toda la humanidad.
K : Ésa es también una afirmación peligrosa.
DB : Eso es lo que usted estuvo diciendo.
K : Lo sé, pero lo estoy cuestionando. Cuando esté completamente seguro se lo diré
DB : De acuerdo. Hemos probado esto y podemos decir que parece prometedor pero que es un poco peligroso. Esta posibilidad se encuentra en todos los seres humanos, y en cuanto que algunas personas la han visto.
K : ¿Lo cual quiere decir que Dios está en usted?
DB : No, es sólo que la posibilidad del discernimiento está ahí.
K : Sí, hasta cierto punto. Estoy cuestionando todo esto. El padre responde al odio con el odio, el hijo no.
DB : Eso sucede de cuando en cuando.
K : No, de modo continuo desde el principio. ¿Por qué?
DB : Debe depender del discernimiento, que revela la inutilidad del odio.
K : ¿Por qué ese hombre tuvo tal discernimiento?
DB : Sí, ¿por qué?
K : ¿Y por qué, si esto le parece tan terriblemente natural a él, no es natural para todos? Como el agua es natural para todos.
DB : Bien, ¿por qué el discernimiento no está presente en todos desde el principio?
K : Sí, eso es lo que pregunto.
DB : Con tanta fuerza que ni siquiera el maltrato pueda afectarlo.
K : Nada puede afectarlo, a eso me refiero. El maltrato, los golpes, el haber sido puesto en toda clase de situaciones espantosas, nada de eso lo ha afectado. ¿Por qué? Estamos llegando a algo.
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¿Puede el discernimiento producir una mutación en las células cerebrales?
Ojai California, USA, 15 de abril de 1980.
Diálogo entre Kirshnamurti y David Bohm
©KRISHNAMURTI.COM.AR
Nota: El interlocutor que también participa del diálogo es G. Narayan, en ese momento director de la
escuela de Rishi Valley.
DAVID BOHM : Usted ha dicho que el discernimiento transforma las células cerebrales y me pregunto si podríamos discutirlo.
KRISHNAMURTI : Tal como está constituido el cerebro funciona en una sola dirección; memoria, experiencia, conocimiento. Ha funcionado en esa área tanto como le fue posible, y la mayoría de las personas están satisfechas con eso.
DB : Bueno, no conocen ninguna otra cosa.
K : Y también han dado al conocimiento un lugar de máxima importancia. Si uno se interesa en el cambio fundamental, ¿por dónde ha de empezar? Suponga que «x» siente que él seguirá yendo en cierta dirección establecida por la humanidad. Ha estado recorriendo ese camino siglo tras siglo, y se pregunta qué es el cambio radical; si concierne al medio ambiente o a las relaciones humanas; o si es un sentimiento de amor, el cual no se encuentra en el área del conocimiento. ¿Dónde debe comenzar? ¿Comprende mi pregunta? A menos que ocurra alguna mutación aquí adentro, dentro de mi mente, del cerebro, yo puedo pensar que he cambiado, pero ese es un cambio superficial, no un cambio en profundidad.
DB : Sí. Lo que eso implica es que el actual estado de cosas afecta no sólo a la mente sino también al sistema nervioso y al cuerpo. Todo se halla predispuesto de determinada manera.
K : Por supuesto. Eso es lo que quise decir, todo el movimiento se encuentra establecido de determinada manera. Y siguiendo ese patrón, yo puedo modificar, ajustar, pulir un poco más, un poco menos, etc. Pero si un hombre se interesa en el cambio radical, ¿por dónde ha de empezar? Como dijimos el otro día hemos confiado en el entorno o en la sociedad o en diversas disciplinas para producir un cambio en nosotros, pero yo siento que todas esas cosas se encuentran en la misma dirección.
DB : En cuanto que ellas emanan de esto, de la manera en que el cuerpo y la mente s hallan establecidos, no van a cambiar nada. Se trata de una amplia estructura que está en el cerebro, en el cuerpo y en toda la sociedad.
K : Sí, sí. Entonces, ¿qué he de hacer? ¿Qué tiene que hacer «x»? Y al formular la pregunta, ¿qué es lo que ha de cambiar?
DB : ¿Qué es lo que usted entiende exactamente por «¿qué es lo que ha de cambiar?» ¿Qué es lo que debe ser cambiado?
K : Sí, ambas cosas: qué es lo que debe ser cambiado y qué es lo que ha de cambiar. Básicamente, ¿qué es lo que ha de cambiar? «x» ve que él puede cambiar ciertas cosas en esta dirección, pero para ir más lejos que eso, ¿qué hay que hacer? Estoy seguro de que el hombre se ha formulado esta pregunta. Usted debe habérsela formulado. Pero aparentemente, la mutación no ha ocurrido. ¿Qué ha de hacer «X» entonces?. Él comprende la necesidad de una revolución radical, una revolución psicológica; percibe que cuanto más cambia, ese cambio es la misma cosa que continúa; cuanto más investiga dentro de sí, ve que la investigación permanece igual, etc. ¿Qué es lo que ha de cambiar entonces, a menos que «X» descubra un modo de cambiar el cerebro mismo?
DB :¿Pero qué cambiará al cerebro?
K : Eso es. ¡El cerebro ha estado siguiendo un patrón durante milenios! Me parece que ya no se trata de «qué» debería yo cambiar. Es esencial que yo cambie.
DB :Estamos de acuerdo, entonces, en que tiene que haber un cambio, pero la pregunta sigue en pie, ¿cómo puede el centro cambiar?
K : Uno debe llegar a ese punto. Sí esta pregunta se la hace a usted como científico, o como ser humano comprometido con la ciencia, ¿cuál sería su respuesta?
DB : Yo no creo que la ciencia pueda habérselas con eso, porque no llega tan lejos. No puede de ningún modo investigar tan a fondo la estructura del cerebro. Muchas cuestiones apuntan a la relación entre el cerebro y la mente, cuestiones que la ciencia no ha sido capaz de resolver. Algunas personas dirían que no hay nada más allá del cerebro…
K : Puramente materialista; entiendo todo eso.
DB : Si no es una cuestión materialista, entonces por ahora la ciencia tiene muy poco que decir al respecto. Tal vez algunas personas lo intentarían, pero la ciencia en general ha sido más exitosa, más sistemática al tratar con la materia. Cualquier intento de hacerlo de otra manera no se ve muy claro.
K : Entonces usted le diría a «X» que cambie internamente, en las células cerebrales, etc. Mi inmediata respuesta a eso es: ¿cómo? Todo el mundo pregunta eso. No es un asunto de fe. No es cosa de cambiar un patrón por otro. De modo que usted me deja sin ninguna dirección, ¿correcto? Me deja sin instrumento alguno que pueda penetrar en esto.
DB : Salvo que cuando usted formula esa pregunta está dando a entender qué hay algo más allá del cerebro. Nosotros no lo sabemos. La afirmación misma implica que el discernimiento se encuentra de alguna manera más allá del cerebro, porque de otro modo no podría cambiar el cerebro.
K : Sí ¿Cómo he de captar eso entonces? No lo puedo captar…
DB : Pero ¿cómo sucederá eso? Usted está diciendo que algo no material puede afectar a la materia. Eso es lo que implica.
K : No estoy seguro.
DB : Creo que el esclarecer esto haría más claro el sentido de su pregunta. De otro modo resulta algo incomprensible.
K : Todo cuanto usted me ha dicho es que el discernimiento transforma, produce una mutación en el cerebro. Ahora usted explica qué es el discernimiento, que no es el resultado de un conocimiento progresivo, no es un recuerdo. Este discernimiento puede ser la verdadera actividad del cerebro.
DB : Muy bien. Expongámoslo de otra manera. El cerebro muchas actividades que incluyen la memoria y todas esas que usted ha mencionado. Hay además una actividad más interna, pero que sigue siendo la actividad del cerebro.
K : Puede que sea la misma actividad.
DB : Mire al formular esto, algo parece no estar del todo claro.
K :Sí. Debemos tener muy claro que ese discernimiento no es el resultado de un conocimiento progresivo, no se consigue mediante ningún ejercicio de la voluntad.
DB : De acuerdo. Creo que la gente en general puede ver que el discernimiento sucede de forma instantánea, que no llega por medio de la voluntad. Los que han reflexionado mínimamente al respecto pueden verlo. También pueden ver que la química probablemente no lo producirá.
K : Me parece que casi todas las personas que se interesan lo ven. Pero yo, al igual que «X», ¿de qué manera he de conseguir este discernimiento? Veo la lógica, veo la razón de lo que usted expresa.
DB : En algunos aspectos, puede perturbar a la gente. No está claro cuál es la lógica, qué es lo que va a producir este cambio este cambio en el cerebro. ¿Es algo más que el cerebro o es algo más profundo que está en el cerebro? Esta es una de las preguntas.
K : Por supuesto.
DB : Eso no está muy claro desde el punto de vista lógico.
INTERLOCUTOR : ¿Está usted diciendo que hay una función del cerebro que actúa sin referencia a su contenido?
K : Sí, al pasado, al contenido.
DB : Ésta es una buena pregunta. ¿Existe en el cerebro una función que es independiente del contenido, que no está condicionada por el contenido, pero que aun podría ser una función física?
K : Comprendo. ¿Es ésta la pregunta? Aparte de la conciencia con su contenido, ¿existe en el cerebro una actividad que no se halle afectada por la conciencia?
DB : Por el contenido, sí.
K : El contenido es la conciencia.
DB : Sí, pero a veces usamos la palabra en otro sentido. A veces damos a entender que podría haber otra clase de conciencia. Así que estaría más claro si lo llamáramos «contenido»
K : Muy bien. Una parte del cerebro que no está afectada por el contenido.
DB : Sí, esto sugiere que el cerebro tiene la posibilidad de cambiar. O el cerebro está
enteramente controlado por su contenido, o de algún modo no está condicionado.
K : ¡Eso es un concepto peligroso!
DB : Pero es lo que usted está diciendo.
K : No. Vea el peligro de eso. Vea el peligro de que uno admita para sí que hay una parte del cerebro…
DB : Una actividad.
K : Muy bien, una actividad del cerebro que no se halla afectada por el contenido.
DB : Es una actividad posible. Puede ser que no haya sido despertada.
K : No ha sido despertada, correcto.
I : ¿Pero cuál es el peligro?
K : Eso es bastante simple. El peligro es que yo estoy admitiendo que Dios está en mí, que en mí existe algo sobrehumano, algo más allá del contenido y que por lo tanto, operará sobre ese contenido o a pesar del contenido.
I : ¿Pero que parte del cerebro ve el peligro?
K : Vayamos despacio. ¿Qué parte del cerebro ve el peligro? Desde luego, es el contenido el que ve el peligro.
I : ¿Lo ve?
K : Oh, sí, porque el contenido es consciente de todas las tretas que ha jugado.
DB : Ésa es similar a muchas de las viejas tretas.
K : Sí.
DB : Esas tretas que hemos discutido antes, la presunción de que Dios está dentro de uno, el imaginar que llevamos a Dios dentro de nosotros. Obviamente, aquí hay un peligro.
I : ¿Pero podría el cerebro, viendo el peligro, hacer no obstante esa afirmación? Porque esa afirmación podría estar señalando en la dirección correcta.
DB : Aunque sea peligrosa, puede ser necesario hacerla; esa afirmación puede estar en la trayectoria correcta.
K : El inconsciente, que forma parte del contenido, puede captar esto y decir: «Sí», con lo que ve el peligro instantáneamente.
I : Ve su propia trampa.
K : Sí, ve la trampa que ha creado. Por lo tanto evita esa trampa. Eso es cordura. ¿Hay una actividad que sea por completo independiente del contenido? Entonces, ¿forma parte del cerebro esa actividad?
DB : ¿Es una actividad natural del cerebro? ¿Una actividad material en el propio cerebro?
K : ¿Y que significa eso?
DB : Bueno, si existe una actividad natural así, de algún modo podría despertarse, y esa actividad podría cambiar al cerebro.
K : ¿Pero diría usted que sigue siendo material?
DB : Sí. Es que podría haber diferentes niveles de la materia.
K : Eso es lo que estoy tratando de averiguar. Correcto.
DB : Pero vea, si uno piensa de ese modo, podría haber un nivel más profundo de la materia que no estuviera condicionado por el contenido. Por ejemplo, sabemos que la materia en el universo generalmente no se halla condicionada por el contenido de nuestros cerebros. Podría haber un nivel más profundo de la materia no condicionada en ese sentido.
K : Entonces seguiría siendo materia, refinada o «super», o lo que fuere; seguiría siendo el contenido.
DB : ¿Por qué dice usted eso? Mire, tiene que ir despacio. ¿Usted dice que la materia es contenido?
K: Sí
DB : ¿Intrínsecamente? Pero eso tiene que aclararse, porque no es obvio.
K : Discutámoslo. Fijemos bien esto. El pensamiento es materia.
DB :Bueno, el pensamiento es parte del contenido, parte del proceso material. No está claro que exista independientemente como materia. Uno puede decir que el agua es materia; uno puede verter agua de un vaso a otro, el agua tiene una sustancia independiente. Pero no está claro si el pensamiento podría ser considerado como materia por sí mismo, excepto en conjunción con alguna otra sustancia material como el cerebro en el cual tiene lugar. ¿Está claro?
K : No lo entiendo muy bien.
DB : Si usted dice que el agua es materia, eso está claro. Ahora bien, si usted dice que el pensamiento es materia, entonces el pensamiento debe de tener una sustancia independiente similar. Uno dice que el aire es materia, ¿correcto? O que el agua es materia. Ahora bien, las ondas no son materia, son sólo un proceso en la materia. ¿Está claro lo que quiero decir?
K : Sí, una onda es un proceso en la materia.
DB : Un proceso material. ¿Es el pensamiento materia o es un proceso en la materia?
I : Si me permite preguntar, ¿se considera que la electricidad es materia?
DB : En cuanto hay partículas de electrones, es materia, pero también es un movimiento en esa materia, lo cual es un proceso.
I : Por lo tanto es ambas cosas.
DB : Uno puede desarrollar ondas de electricidad, etc.
I : Las ondas serían la materia pero no la acción eléctrica.
DB : La acción eléctrica es como las ondas, pero la electricidad consiste de partículas.
K : ¿ Cuál es la pregunta que nos estamos formulando ahora?
DB : ¿ Es el pensamiento una sustancia material o es un proceso en alguna otra sustancia material como el cerebro?
K : Es un proceso material que tiene lugar en el cerebro.
DB : Sí, los científicos estarían en general de acuerdo con eso.
K : Atengámonos a ello.
DB : Si usted dice que el pensamiento es materia se sentirían muy perplejos.
K :Ya lo veo
I : El pensamiento no existe aparte de las células cerebrales. Reside en el cerebro.
K : O sea que el pensamiento es un proceso material en el cerebro. Eso sería correcto. ¿Puede entonces será alguna vez independiente ese proceso material?
DB : ¿Independiente de qué?.
K : Independiente de algo que no es proceso material. No espere un momento, debemos ir despacio. El pensamiento es un proceso material en el cerebro ¿Todos concordamos acerca de esto?
DB : Sí, obtendríamos un acuerdo muy amplio en eso.
K : Entonces nuestra pregunta es, ¿puede ese proceso material en el cerebro producir un cambio dentro de sí mismo?
DB : Sí, esa es la pregunta.
K : Dentro de sí mismo. Y si ese material pudiera experimentar un cambio en sí mismo, seguiría siendo un proceso material, ¿correcto?
DB : Sí. Aparentemente el pensamiento siempre va a ser un proceso material.
K : Y por lo tanto no es discernimiento. Debemos volver a eso.
DB : ¿Está usted diciendo que el discernimiento no es un proceso material?
K: Vaya despacio. Debemos ser cautos en el empleo de las palabras. El pensamiento es un proceso material en el cerebro y cualquier otro movimiento que brote de ese proceso material sigue siendo material.
DB : Sí, tiene que serlo.
K : Correcto. ¿Existe otra actividad que no sea un proceso material?
DB :Desde luego la gente se ha formulado esa pregunta durante siglos. ¿Existe el espíritu más allá de la materia?
K : ¡Espíritu, Espíritu Santo! ¿Existe alguna otra actividad del cerebro que no pueda ser relacionada con el proceso material?
DB : Bueno, no puede depender de él. El discernimiento no puede depender del proceso material, ya que entonces sería solamente otro proceso material.
K : El discernimiento no puede depender del proceso material, que es el pensamiento.
DB : Pero usted lo estuvo postulando a la inversa, que el proceso material puede depender del discernimiento, puede ser cambiado por el discernimiento.
K : Ah, espere. El proceso material depende del discernimiento, pero el discernimiento no depende de este proceso.
DB : Mucha gente no entendería cómo algo no material puede afectar a algo material.
K : Sí, de acuerdo.
DB : Podría aceptarse fácilmente que algo no material no sea afectado por la materia, ¿pero cómo entonces, la operación funciona a la inversa?
K : ¿Qué dice usted? El cerebro, el pensamiento, con su contenido es un proceso material. Cualquier actividad que provenga de él sigue siendo parte de eso. Entonces, ¿es el discernimiento parte de eso también?
DB : Nos hemos puesto de acuerdo en que el discernimiento es independiente de ese proceso, que no puede formar parte de él. Pero aun así puede actuar dentro del proceso material; este es el punto crítico.
K : Sí. Eso es cierto. El discernimiento es independiente del proceso material: no obstante puede actuar sobre él.
DB : Discutamos eso un poco. Generalmente hablando, en la ciencia si A Actúa sobre B existe habitualmente una acción recíproca de B sobre A. No encontramos situaciones en las que A actúa sobre B pero B jamás actúa sobre A.
K : Ya veo, ya veo.
DB : Esa es una de las dificultades que usted ha planteado. No encontramos esto en ninguna otra parte, en las relaciones humanas, si yo puedo actuar sobre usted, usted puede actuar sobre mí ¿Correcto?
K : Sí, vemos que las relaciones humanas son acción recíproca
DB : Sí, relaciones mutuas.
K : Y en esas relaciones hay respuestas y todo eso. Ahora bien, si yo no respondo a su acción, soy independiente de ella.
DB : Pero la ciencia en general encuentra que es imposible tener una acción unilateral.
K : Muy bien. Por lo tanto estamos insistiendo continuamente en que el proceso material debe tener una relación con lo otro.
DB : En todo caso, una acción. «Relación» es aquí una palabra ambigua. Estaría más claro si usted dijera «acción».
K : Muy bien, El proceso material debe ser capaz de actuar sobre el no material y el no material sobre el material.
DB :Pero eso los haría a ambos iguales.
K : ¡Exactamente!
I : No necesariamente. Uno podría formarse la idea de que el discernimiento es un movimiento mucho más amplio que el proceso material del cerebro y que, por lo tanto, el movimiento más amplio puede actuar sobre el más pequeño, pero el más pequeño no puede actuar sobre el más amplio.
K : Sí, estamos diciendo lo mismo.
DB : El movimiento pequeño no tiene una acción significativa sobre el movimiento más grande. Usted puede tener una situación en la que si uno deja caer una piedra en el océano, el océano la absorbe sin ningún cambio significativo.
K : Sí.
I : Entonces tendríamos todavía una acción en dos sentidos, pero solo una de las acciones sería significativa.
K :No, no. No entre en eso demasiado rápidamente, seamos cautos. El amor no tiene relación alguna con el odio.
DB :Otra vez apareció la palabra «relación». ¿Diría usted, por ejemplo, que el odio no ejerce
acción alguna sobre el amor?
K : Son independientes.
DB : Independientes, no actúan el uno sobre el otro.
K : ¡Ah, éste es un gran descubrimiento! El amor es independiente del odio. Donde está el odio lo otro no puede existir.
DB : Sí, no pueden permanecer lado a lado, actuando el uno sobre el otro.
K : No pueden. Por lo tanto, cuando los científicos dicen: «Sí A tiene una relación con B, entonces B debe tener una relación con A, nosotros estamos contradiciendo eso.
DB : No todos los científicos han dicho eso, unos pocos han dicho otra cosa. No quiero introducir a Aristóteles…
K : Introdúzcalo.
DB : Él dijo que hay un «motor inmóvil», que Dios jamás es movido por la materia, la materia no actúa sobre Él, pero Él actúa. ¿Ve? Ésa es una vieja idea, entonces. Desde los tiempos de Aristóteles, la ciencia ha desechado este concepto y dijo que eso es imposible.
K : Si veo claramente que el amor es independiente del odio, el odio no puede actuar de ninguna manera sobre el amor. El amor puede actuar sobre el odio, pero donde esté el odio no puede estar lo otro.
DB : Bueno, ésas son dos posibilidades. ¿A cuál se refiere usted?
K : ¿Cuáles son las dos posibilidades?
DB : Usted dijo que una posibilidad es que el amor puede actuar sobre el odio y la otra es que no tenga acción alguna el uno sobre el otro.
K :Sí.
DB : ¿Pero cuál?
K : Comprendo. No, el amor no puede actuar sobre el odio.
DB : Correcto. No tienen relación alguna. Pero tal vez el discernimiento pudiera hacerlo.
K : Tenemos que ser muy claros respecto a esto. La violencia y el estar libre de violencia son dos factores por completo diferentes. Uno no puede actuar sobre el otro.
DB : En ese caso uno podría decir que la existencia de uno es la inexistencia del otro y que no hay modo de que puedan actuar juntos.
K : De acuerdo.
DB : No pueden coexistir.
K : Absolutamente. Me atengo a eso. Por lo tanto, cuando este proceso material está en acción, lo otro no puede existir.
DB : ¿Qué es «lo otro» esta vez? ¿El discernimiento?
K : Sí.
DB : Eso niega lo que estuvimos diciendo antes, que hay una acción del discernimiento sobre el proceso material.
K : Ahora, despacio. Sí, donde existe la violencia lo otro (detesto usar la palabra no- violencia) no existe.
DB : ¿Paz o armonía?
K : Donde esté la violencia, la paz no puede existir. Pero donde hay paz, ¿existe la violencia? No, desde luego que no. Por lo tanto la paz es independiente de la violencia.
I : Usted ha dicho muchísimas veces que la inteligencia puede actuar sobre el pensar, que el discernimiento puede afectar el pensar, pero que no opera a la recíproca. Usted ha dado muchos ejemplos de esto.
K : La inteligencia puede aniquilar a la ignorancia, pero la ignorancia no puede tocar a la inteligencia. ¿Correcto? Donde hay amor jamás puede existir el odio. ¿Puede el amor aniquilar al odio?
DB : Dijimos que esto no parece posible porque el odio parece ser una fuerza independiente.
K : Por supuesto que lo es.
DB : Tiene su propio ímpetu, su propia fuerza, su propio movimiento.
I : No capto muy bien esta relación del amor y el odio con la anterior discusión sobre el
discernimiento.
DB : Parecen ser dos áreas diferentes.
I : El pensar es un movimiento y el discernimiento parece ser un no – movimiento en el que al parecer todo está quieto y puede observar el movimiento.
DB : Eso es lo que estamos tratando de comprender, la noción de algo que no es afectado por ninguna otra cosa.
I : ¿No está usted diciendo, entonces, al examinar el amor y el odio, que existen el bien y el mal, y que el mal es una fuerza independiente, completamente separada?
DB : Bueno es independiente del bien.
I : ¿Pero es un proceso que pertenece a la mente o está relacionado con el discernimiento?
DB : A eso estamos llegando.
I : Tome la luz y la oscuridad. Aparece la luz y la oscuridad ha desaparecido.
DB :El bien y el mal, el amor y el odio, la luz y la oscuridad. Cuando uno está presente, lo otro no puede estar. Eso es hasta ahora lo que hemos estado diciendo.
I : ¿Quiere usted decir en un cerebro particular?
DB : En cualquier cerebro, sí, o en cualquier grupo o en cualquier parte. Cada vez que el odio se manifiesta en un grupo no hay amor.
K : Se me acaba de ocurrir algo. El amor no tiene causa; el odio tiene una causa. El discernimiento no tiene causa, el proceso material en forma de pensamiento, tiene una causa ¿Correcto?
DB : Sí, forma parte de la cadena de causa y efecto.
K : ¿Puede lo que no tiene causa actuar de algún modo sobro lo que tiene causa?
DB :Podría hacerlo. No vemos ninguna razón que impida que lo que no tiene causa pueda actuar sobre algo que tiene una causa. No existe ninguna razón obvia. No ocurriría al revés: lo que tiene una causa no puede actuar sobre algo que tiene una causa, porque eso lo invalidaría.
K : Correcto. Pero aparentemente la acción del discernimiento tiene un efecto extraordinario sobre el proceso material.
DB :Puede, por ejemplo, eliminar algunas causas.
K : Como el discernimiento es sin causa, ejerce un efecto definido sobre lo que tiene causa.
DB : Bueno, no necesariamente tiene que resultar así, pero es posible.
K : No, no, yo no digo que sea posible.
DB : Lo que estoy diciendo es que no hemos visto muy bien porque es necesario que sea de ese modo. No hay contradicción cuando pronunciamos la palabra «posible».
K : Muy bien, ya veo. Pero en tanto tengamos claro el sentido de la palabra «posible». Debemos tener cuidado. El amor es sin causa y el odio tiene una causa. Ambos no pueden coexistir.
DB : Sí, eso es cierto. Es por eso que hay una diferencia entre el amor y el discernimiento. Ésa es la razón de que no necesariamente resulte que si algo no tiene causa actuará sobre algo que la tiene. Eso es lo que yo estaba tratando de decir.
K : Sólo quiero explorar un poco más. ¿Es el amor discernimiento?
DB : Hasta donde podemos ver no son iguales. El amor y el discernimiento no son idénticos, ¿verdad? No son exactamente lo mismo.
K : ¿Por qué?
DB : El discernimiento puede ser amor, pero ya ve, también ocurre en un instante.
K : Por supuesto que es algo instantáneo. Y ese repentino esclarecimiento altera todo el patrón, opera sobre él, usa el patrón, en el sentido de que yo arguyo, razono, empleo la lógica, y todo eso. No sé si me expreso claramente.
DB : Me parece que una vez que el esclarecimiento repentino ha operado el patrón es diferente y por lo tanto sería más racional. El esclarecimiento puede hacer posible el uso de la lógica, ya que uno puede haber estado confundido antes.
K : Sí, sí. Aristóteles puede haber llegado a todo esto mediante la lógica.
DB : Bueno, ¡puede haber tenido cierto discernimiento! No lo sabemos.
K : No lo sabemos, pero yo lo estoy poniendo en duda.
DB : Nosotros realmente no sabemos como operaba su mente, porque sólo existen unos pocos libros que han sobrevivido.
K : ¿Diría usted, al leer algunos de esos libros, que él tenía discernimiento?
DB : En realidad yo no he leído directamente a Aristóteles; muy pocas personas lo han hecho porque resulta difícil. La mayoría lee lo que otros han dicho de Aristóteles. Unas cuantas expresiones de él son de uso común, como la del «motor inmóvil». Y algunas de las cosas que él dijo sugiere que cuando menos era muy inteligente.
K : Lo que estoy tratando de decir es que el discernimiento nunca es parcial; yo hablo del discernimiento total, no del parcial.
I : Krishnaji, ¿podría explicar eso un poco? ¿Qué entiende usted por «discernimiento «no parcial»?
K : Un artista puede tener un discernimiento parcial. Un científico puede tener un discernimiento parcial. Pero nosotros estamos hablando del discernimiento total.
I : Pero es que el artista también es un ser humano, por lo que…
K : Pero lo que capta del discernimiento es parcial.
I : Esta encaminado a cierta forma de arte. Lo que usted quiere decir es que ilumina un tema o un área limitada. ¿Es eso lo que entiende por discernimiento parcial?
K : Sí.
I : ¿Qué sería entonces el discernimiento total? ¿Qué abarcaría?
K : La totalidad de la actividad humana.
DB :Ése es un punto. Pero antes nos estábamos preguntando si este discernimiento iluminaría el cerebro, la actividad del cerebro. Al parecer en esa iluminación cambiará la actividad material del cerebro. ¿Es eso correcto? Debemos poner en claro este punto; después podemos plantear la cuestión de la totalidad. ¿Estamos diciendo que el discernimiento es una energía que ilumina la actividad del cerebro? ¿Y que en esa iluminación el cerebro mismo comienza a actuar de una manera diferente?
K : Usted está totalmente en lo cierto. Eso es todo. Eso es lo que ocurre. Sí.
DB : Decimos que la fuente de esa iluminación no se encuentra en el proceso material no tiene causa.
K : No tiene causa.
DB :Pero es una energía real.
K : Es pura energía. ¿Existe la acción sin causa?
DB : Sí, sin tiempo. La causa implica tiempo.
K : O sea, que este destello ha alterado completamente el patrón establecido por el proceso material.
DB : ¿Podría decirse que el proceso material opera generalmente en una especie de oscuridad y que por lo tanto se ha orientado en una dirección equivocada?
K : En la oscuridad, sí. Eso está claro. El proceso material actúa en la ignorancia, en la oscuridad. Y este destello del discernimiento ilumina todo el campo, lo que significa que la oscuridad y la ignorancia han sido disipadas. Me atendré a eso.
DB : Entonces uno podría decir que la oscuridad y la luz no pueden coexistir por obvias razones. Sin embargo la existencia misma de la luz es para cambiar el proceso mismo de la oscuridad.
K : Totalmente de acuerdo.
I : ¿Pero qué contribuye al destello?
K : No hemos llegado a eso todavía. Quiero avanzar en esto paso a paso. Lo que ha sucedido es que el proceso material ha operado en la oscuridad, generando confusión y todo el desorden que impera en el mundo. Pero este destello del discernimiento disipa la oscuridad. Lo que significa que entonces el proceso material ya no está operando en la oscuridad.
DB : Correcto. Pero ahora aclaremos otro punto. Cuando el destello ha desaparecido la luz
continúa.
K : La luz está ahí, el destello es la luz.
DB : En cierto momento el destello es instantáneo, pero entonces, a medida que uno opera desde allí sigue habiendo luz.
K : ¿Por qué establece usted una diferencia entre el destello y la luz?
DB : Simplemente porque la palabra » destello» sugiere algo que ocurre en un instante.
K : Sí.
DB : O sea que estamos diciendo que el discernimiento tendrá duración sólo en ese instante.
K : Debemos ir despacio.
DB : Es una cuestión de lenguaje.
K : ¿Es meramente una cuestión de lenguaje?
DB : Tal vez no, pero si uno emplea la palabra «destello», surge la analogía del relámpago, de luz por un instante, pero entonces, al instante siguiente uno vuelve a estar en la oscuridad, hasta que se produce un nuevo relámpago.
K : No es así.
DB : ¿Cómo es entonces? ¿Es que la luz se enciende súbitamente y luego permanece encendida?
K : No. Porque cuando decimos » permanece encendida» o «se apaga», estamos pensando en términos de tiempo.
DB : Tenemos que dilucidar esto, porque es la pregunta que formulará todo el mundo.
K : El proceso material está operando en la oscuridad, en el tiempo, en el conocimiento, en la ignorancia y así sucesivamente. Cuando tiene lugar el discernimiento, esa oscuridad se disipa. Eso es todo cuanto estamos diciendo. El discernimiento disipa esa oscuridad. Y el pensamiento, que es un proceso material, deja de operar en la oscuridad. Por lo tanto esa luz ha alterado, no, mejor dicho, ha terminado con la ignorancia.
DB : Entonces estamos diciendo que esta oscuridad es realmente una parte integral del contenido del pensamiento.
K : El contenido es oscuridad.
DB : Correcto. Entonces la luz ha disipado la ignorancia.
K : De acuerdo. Ha disipado el contenido.
DB : Pero todavía tenemos que ser muy cuidadosos en caso de que aun retengamos algún
contenido en el sentido usualmente aceptado de la palabra; ya sabe, toda clase de cosas.
K : Por supuesto.
DB : Por lo tanto no podemos decir que la luz haya disipado todo el contenido.
K : Ha disipado el centro de la oscuridad.
DB : Sí, la fuente, el creador de la oscuridad.
K : El yo. ¿Correcto? Ha disipado el centro de la oscuridad que es el yo.
DB : Podría decirse que el yo, que es una parte del contenido, esa parte del contenido que es el centro de la oscuridad, que la crea y mantiene se ha disipado.
K : Sí, me atengo a eso.
DB : Ahora vemos que esto significa un cambio físico en las células del cerebro. Ese centro, ese contenido que es el centro, constituye un determinado conjunto, una forma, una disposición de todas las células cerebrales, y eso en cierto modo se altera.
K : ¡Obviamente! Vea, esto tiene un enorme significado, en nuestra relación con la sociedad, con todo. Ahora la pregunta es: ¿cómo sucede este destello? Empecemos al revés. ¿Cómo sucede el amor? ¿Cómo sucede la paz? La paz no tiene causa, la violencia tiene causa. ¿Cómo sucede eso que no tiene causa cuando toda mi vida es causalidad? No hay «cómo». ¿Correcto? El «cómo» implica una causa, por lo tanto no hay «cómo».
I : ¿Está usted diciendo que puesto que no tiene causa, es algo que simplemente existe…?
K : No, no digo que existe. Ésa es una afirmación peligrosa.
I : En cierto modo tiene que existir.
K: No. En el momento que usted dice que existe, ya no es eso.
DB : Mire, el peligro es que forme parte del contenido.
K : La pregunta que usted formuló era acerca de una mutación en las células cerebrales. Esa pregunta ha sido formulada después de una serie de discusiones. Y hemos llegado a un punto en que decimos que el destello, esa luz, no tiene causa, que la luz opera sobre lo que tiene causa, que es la oscuridad. Esa oscuridad existe mientras el yo esté ahí; Éste es el que origina esa oscuridad, pero la luz disipa el centro mismo de la oscuridad. Eso es todo. Hemos arribado a ese punto y, por lo tanto, hay una mutación. Entonces digo que la pregunta acerca de cómo puedo obtener este destello del discernimiento, de cómo ocurre, es una pregunta errónea. No hay tal «cómo».
I : No hay «cómo», pero hay oscuridad y hay luz.
K : Sólo vea primero que no hay «cómo». Si usted me muestra «cómo», está de vuelta en la oscuridad. ¿De acuerdo?
DB : Sí.
K : Es algo tremendo comprender eso. Yo pregunto algo diferente: ¿por qué carecemos en absoluto de este discernimiento? ¿Por qué éste no empieza desde nuestra infancia?
DB : Bueno, el modo en que vivimos la vida…
K : No, eso es lo que quiero descubrir. ¿Es a causa de nuestra educación? ¿De nuestra sociedad? Yo no creo que se deba a todo eso. ¿Entiende?
DB : ¿Qué dice usted que es, entonces?
K : ¿Hay algún otro factor? Estoy tanteando esta cuestión. ¿Por qué carecemos de este discernimiento? Parece algo tan natural.
DB : En primer lugar, uno diría que algo está interfiriendo con él.
K : Pero es que parece tan natural. ¿Por qué no es natural para todo el mundo? ¿Por qué no es posible que lo sea? Si hablamos de bloqueo, educación, etc., todo lo cual está en el ámbito de la causalidad, entonces eliminar los bloqueos implica una causa más. De modo que seguimos rodando en esa dirección. Hay algo anormal en todo esto.
I : Si uno dijera que hay bloqueos…
K : No quiero usar ese concepto, es el lenguaje de la oscuridad.
I : Entonces podríamos decir que los bloqueos impiden que el discernimiento actúe.
K : Por supuesto. Pero yo quiero alejarme de estos bloqueos.
DB : No exactamente bloqueos, pero nosotros hemos empleado las palabras «centro de
oscuridad», el cual decimos que está manteniendo la oscuridad.
K : ¿Por qué no es natural para todos este discernimiento?
DB : Ésa es la cuestión.
K : ¿Por qué el amor no es natural para todos? ¿Planteo claramente el problema?
DB : Para hacerlo más claro, yo creo que algunas personas podrían sentir que el amor es natural para todos, pero al ser tratadas de cierta manera van quedando gradualmente presas del odio.
K : Yo no creo que sea así.
DB : Entonces nos cabe suponer que el niño, al encontrarse con el odio, no respondería con odio.
K : Sí, eso es correcto.
DB : La mayoría de la gente diría que es natural que el niño responda con odio cuando se
enfrenta al odio.
K : Sí, está mañana oí decir eso. Después me hice la pregunta: ¿por qué? Ahora espere un momento. «X» ha sido expuesto a todas esas circunstancias que podrían haber producido bloqueos, pero «X» no fue afectada por ellas. ¿Por qué entonces no es eso posible para todo el mundo?
DB : Deberíamos poner en claro por qué decimos que sería natural no responder al odio con odio.
K : Muy bien, limitémonos a eso.
DB : Aun cuando uno no haya pensado al respecto. Ya sabe, el niño es incapaz de pensar acerca de todo esto. Algunas personas dirían que es el instinto, el instinto animal…
K : …que consiste en odiar.
DB : Bueno, en devolver golpe por golpe.
K : Devolver golpe por golpe.
DB : El animal responderá con amor si uno lo trata con amor, pero si uno lo trata con odio el animal se defenderá.
K : Por supuesto.
DB : Se volvería malvado.
K : Sí.
DB : Algunas personas dirían entonces que en sus comienzos el ser humano es como el animal y que más tarde puede comprender.
K : Por supuesto. O sea que el ser humano tuvo el mismo origen que el animal; y el animal, el simio, el lobo…
DB :…el lobo también responderá con amor.
K : Y nosotros preguntamos: ¿por qué..?
DB : Mire, casi todo el mundo siente que lo que yo digo es cierto, que cuando somos muy niños somos como el animal. Ahora usted pregunta por qué todos los niños no dejan de responder inmediatamente al odio con el odio.
K : ¿O sea que la culpa de eso la tienen los padres?
DB : Lo que usted da a entender es que no se trata enteramente de eso. Debe ser algo más profundo.
K : Sí, creo que existe algo por completo diferente. Quiero captarlo.
DB : Eso es algo que resultaría importante.
K : ¿Cómo lo descubrimos? ¡Tengamos un destello de discernimiento! Siento que existe algo completamente distinto. Nosotros estamos acometiéndolo desde un punto de vista causal. ¿Sería correcto decir que el origen del hombre no es animal?
DB : Bueno, eso no está claro. La actual teoría de la evolución dice que ha habido simios que se han desarrollado; uno puede seguir la línea de evolución conforme se convierten más y más en seres humanos. Así que cuando usted dice que el origen del hombre no es animal, eso no está claro.
K : Si el comienzo del hombre es animal, entonces ese instinto es natural y luego es altamente cultivado.
DB : Sí, ese instinto es causa y efecto.
K : Causa y efecto, y se vuelve natural. Pero viene alguien y pregunta: ¿Lo es?
DB : Tratemos aclarar eso.
K : Quiero decir que los científicos y los historiadores han sostenido que el hombre empezó desde el simio que, como todos los animales responden al amor y al odio, nosotros como seres humanos respondemos instantáneamente al odio con el odio.
DB : Y viceversa, al amor con el amor.
K : En el principio existieron unas cuantas personas que jamás respondían al odio porque tenían amor. Esas personas implantaron esto en la mente humana. ¿Correcto? O sea que donde existe el amor no existe el odio. Y eso también ha formado parte de nuestra herencia. ¿Por qué hemos cultivado la respuesta del odio al odio? ¿Por qué no hemos cultivado lo otro? ¿O lo otro, el amor, es algo que no puede ser cultivado?
DB : No es causal. El cultivo depende de una causa.
K : Depende del pensamiento, Entonces, ¿por qué hemos perdido lo otro? Hemos cultivado muy esmeradamente, mediante el pensamiento, el concepto de enfrentarnos al odio con el odio, a la violencia con la violencia, etc. ¿Por qué no hemos avanzado con la otra línea, con la del amor, que no tiene causa? ¿Entiende mi pregunta?
DB : Sí.
K : ¿Es esa una pregunta inútil?
DB : Uno no ve ninguna forma de proseguir.
K : No estoy tratando de proseguir.
DB : Tenemos que comprender que hizo que la gente respondiera al odio con el odio…
K : ¡Para «X» lo otro parece tan natural! Por lo tanto, si eso es tan natural para él, ¿por qué no lo es para todos los demás? ¡Debe ser natural para otros! Usted conoce esta antigua idea, que probablemente existe en las religiones judía, hindú, etc., de que lo supremo se manifiesta ocasionalmente. Ésa parece una explicación demasiado fácil. ¿Se ha movido la humanidad en la dirección incorrecta? ¿Hemos torcido el rumbo?
DB : Sí, esto lo hemos discutido antes, que ha habido un desvío del rumbo correcto.
K : Y así respondimos al odio con el odio, a la violencia con la violencia, etc.
DB : Y dimos un valor supremo al conocimiento.
I : ¿No habrá sido otro factor el intento de cultivar la idea del amor? El propósito de las religiones ha sido el de producir amor y mejores seres humanos.
K : No entremos en todo eso. El amor no tiene causa, no es cultivable. Punto final.
I : Sí, pero la mente no ve eso.
K : Pero nosotros hemos explicado todo eso. Yo quiero descubrir por qué, si ello es natural para «X», no lo es para otros. Creo que ésta es una pregunta válida.
DB : Oro punto es la evidencia de que responder con odio al odio no tiene ningún sentido. ¿Por qué entonces continuamos con eso? Porque muchos creen en ese momento que se están protegiendo a sí mismos con el odio, pero eso no es protección.
K : Volviendo a esa pregunta que yo considero válida: «X» no tiene causa, «Y» está preso en la causa. ¿Por qué? ¿Comprende? ¿Es el privilegio de unos cuantos? ¿La elite? No, no. Mirémoslo de otro modo. La mente de la humanidad ha estado respondiendo al odio con el odio, a la violencia con la violencia, y al conocimiento con el conocimiento. Pero «X» es parte de la humanidad y no responde al odio con el odio, como hacen «Y» y «Z». Ellos son parte de la conciencia de «X», parte de todo eso.
DB : ¿Por qué existe está diferencia?
K : Eso es lo que pregunto. Lo uno es natural, lo otro no es natural. ¿Por qué ¿Por qué la diferencia? ¿Quién formula esta pregunta? ¿Las personas «Y» y «Z» que responden al odio con el odio? ¿Son ellas las que formulan la pregunta? ¿O es «X» el que la formula?
I : Parecería que es «X» el que formula esta pregunta.
DB : Sí, pero hace poco decíamos también que ellos no son diferentes. Decimos que «son»
diferentes, pero también decimos que no lo son.
K :Por supuesto. No son diferentes.
DB : Hay una sola mente.
K : Así es, una mente.
DB :Sí, ¿y cómo es que otra parte de esta mente única dice que no es así?
K : De eso se trata precisamente. ¿Cómo sucede que una parte de la mente dice que unos somos diferentes de otros?. Desde luego, hay toda clase de explicaciones y a mí me dejan con el hecho de que «A»,»B» y «C» son diferentes de «X», «Y» y «Z». Y esos son hechos, ¿verdad?
I : Parecen ser diferentes.
K : Oh, no.
I : ¿Son realmente diferentes?
K : Absolutamente; no sólo lo parecen.
DB Creo que la pregunta a la que necesitaríamos volver es: ¿por qué las personas que cultivan el odio dicen que son diferentes de aquellas que no lo cultivan?
K : ¿Dicen eso?
DB : Creo que sí, en cuanto que admitirían que si hubiera alguien que no cultivara el odio, ellos deben ser diferentes.
K : Sí, eso está claro, como luz y oscuridad, etc.. Pero yo quiero averiguar si nos estamos moviendo en la dirección correcta. O sea, «X» me ha dado ese don, pero yo no he llevado ese don conmigo. ¿Entiende lo que quiere decir? He cultivado una respuesta, pero esto no lo he llevado conmigo. ¿Por qué? Si un padre ha respondido al odio con odio, ¿por qué el hijo no ha respondido del mismo modo?
DB : Creo que es una cuestión de discernimiento.
K : Lo que implica que el hijo ha tenido discernimiento desde el principio, desde la infancia misma. ¿Comprende lo que estoy diciendo? ¿Y qué significa eso?
DB : ¿El qué?
K : ¡No quiero entrar todavía en terreno tan peligroso!
DB : ¿De qué se trata? Tal vez quiera usted dejarlo.
K : Falta todavía otro factor. Quiero aprehenderlo. Porque si ésa es una excepción, entonces es algo trivial.
DB : Muy bien. Entonces estamos de acuerdo en que esto se encuentra latente en todos los seres humanos; ¿es eso lo que usted quiere decir?
K : No estoy muy seguro de que sea eso lo que quiero decir.
DB : Pero lo que quise decir es que ese factor se encuentra en toda la humanidad.
K : Ésa es también una afirmación peligrosa.
DB : Eso es lo que usted estuvo diciendo.
K : Lo sé, pero lo estoy cuestionando. Cuando esté completamente seguro se lo diré
DB : De acuerdo. Hemos probado esto y podemos decir que parece prometedor pero que es un poco peligroso. Esta posibilidad se encuentra en todos los seres humanos, y en cuanto que algunas personas la han visto.
K : ¿Lo cual quiere decir que Dios está en usted?
DB : No, es sólo que la posibilidad del discernimiento está ahí.
K : Sí, hasta cierto punto. Estoy cuestionando todo esto. El padre responde al odio con el odio, el hijo no.
DB : Eso sucede de cuando en cuando.
K : No, de modo continuo desde el principio. ¿Por qué?
DB : Debe depender del discernimiento, que revela la inutilidad del odio.
K : ¿Por qué ese hombre tuvo tal discernimiento?
DB : Sí, ¿por qué?
K : ¿Y por qué, si esto le parece tan terriblemente natural a él, no es natural para todos? Como el agua es natural para todos.
DB : Bien, ¿por qué el discernimiento no está presente en todos desde el principio?
K : Sí, eso es lo que pregunto.
DB : Con tanta fuerza que ni siquiera el maltrato pueda afectarlo.
K : Nada puede afectarlo, a eso me refiero. El maltrato, los golpes, el haber sido puesto en toda clase de situaciones espantosas, nada de eso lo ha afectado. ¿Por qué? Estamos llegando a algo.
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Mi encuentro con Krishnamurti
John E. Coleman
En un caluroso día de julio, John E. Coleman, un agente de espionaje de la CIA comisionado en Bangkok, buscó la frescura y quietud de un templo budista. En ese momento no calculaba el extraño incidente sobrenatural que allí había de ocurrirle, ni el efecto que éste iba a ocasionarle. A partir de entonces se despertó en él un interés especial por los procesos ocultos de la mente, lo inexplicado e inexplicable, que lo llevó a emprender una investigación a través de casi todo el mundo sobre filosofía oculta y religión. A dicha investigación aplicó su estrenada mente analítica de espía profesional a través de la India, Japón, Birmania, el Tibet, el Nepal, Tailandia, Francia, Gran Bretaña y los Estados Unidos. Su investigación lo llevó a una confrontación personal con algunos de los líderes mundiales de la cultura oriental, incluyendo al doctor D.T. Suzuki y al extraordianrio Krishnamurti. Todas estas experiencias la consignó en su libro «The Quite Mind» (La Mente Quieta), de donde hemos extraído un fragmento sobre el célebre líder religioso de la India.
Mientras esperaba mi avión para salir de Benarés a Nueva Delhi, me fijé en un hindú que se despedía de un grupo de amigos. Era una figura impresionante, entrado en años -quizá cerca de los 70-, alto, con una cabeza poblada de cabello gris. Vestía el tradicional y sencillo vestido de verano de lino blanco. Su partida indudablemente entristecía a sus amigos, quienes le deseaban calurosamente un feliz viaje y un pronto regreso. Supuse que se trataba de alguna celebridad o un huésped honorable.
Marchamos juntos a tomar el avión y pronto me encontré en mi sitio; absorto en la lectura de un libro que había comprado en la librería del aeropuerto, inconsciente de lo que me rodeaba, excepto el hecho de que una guapa joven americana ocupaba el asiento contiguo.
Luego no presté atención al hombre del traje blanco y, de hecho, me olvidé de él en esa parte del viaje. Sin embargo, me di cuenta de algo raro; quizá no tendría importancia, pero él no llevaba ningún equipaje.
«SOY UNA ESPECIE DE FILÓSOFO»
El avión hizo una parada en Lucknow. Los pasajeros salieron y todos nos encaminamos al restaurante del aeropuerto para tomar el almuerzo. Me fijé en que los europeos se reunían en una mesa y me sentí inclinado a unirme a ellos, pero cambié de idea cuando vi que el hombre que había observado a la salida del avión, se dirigía a una pequeña mesa ocupada solamente por un hindú oficial de la Armada. Después de todo, yo estaba en la india para conocer a los hindúes y ésta era una buena oportunidad para ello. Cambiamos las usuales cortesías y me senté presentándome yo mismo. El me dijo que su nombre era Krishnamurti. «Soy una especie de filósofo», dijo.
Si en ese momento hubiera sabido lo que después supe acerca de Krishnamurti, me hubiera sentido agradecido por el significado de tal oportunidad, porque éste era mi primer encuentro con un hombre que por más de 40 años había fascinado a miles de seres en todo el mundo con su sabiduría, un maestro reverenciado, no sólo en su nativa India, sino también en Europa y en los Estados Unidos; un hombre que en su juventud había sido preparado como la reencarnación de un Mesías, por gente muy significativa.
Yo no sabía nada de esto; él era un compañero de viaje en el avión y nos habíamos encontrado casualmente en la misma mesa. Al principio nuestra conversación fue general. Hablamos del clima, de la guerra y de otros tópicos casuales. Me pidió que le pasara la sal; se nos había dado a elegir entre un plato de carne y otro de vegetales, y él escogió este último. Como asunto de interés y por hacer conversación, le pregunté por qué había optado por la ensalada y me contestó que simplemente porque prefería ese alimento, y que en ello no estaba involucrado ningún principio moral. Igual que muchos hindúes, él había sido criado con alimentos vegetales y esa era la razón de su preferencia
«LA VERDAD VIENE DE ADENTRO»
Sabiendo que «Krishna» es una palabra hindú que significa Dios, me aventuré a preguntarle cuál era el significado de su nombre, Krishnamurti. En el sur de la India es costumbre que el octavo hijo, si es varón, se le dé el nombre de Krishna, y su nombre, según me dijo sin la menor traza de autoconciencia, significa «a semejanza de Dios». A partir de allí, nuestra conversación empezó a cambiar de rumbo alejándose de la habitual charla entre compañeros de viaje y me sentí, si no de hecho alentado, tampoco desalentado para dar un paso más hacia adelante. Como ambos teníamos algún tiempo disponible, no vi ningún inconveniente en desarrollar la conversación y había, de mi parte, una sensación particular acerca de aquel hombre, una cualidad indefinible, un aura que parecía alentar las preguntas y una extraña garantía de que sus respuestas serían valiosas; me arriesgaría, de todos modos.
-Usted ha dicho que es «una especie de filósofo» aunque, sabiendo el significado de su nombre, diría que usted es un hombre religioso -sugerí.
-Si por esa palabra usted quiere decir que yo sigo una religión, la respuesta sería «No, señor» -dijo él. Tampoco sigo una filosofía particular. Creo que todas las filosofías y las religiones están equivocadas. La palabra escrita o hablada no es la verdad. La verdad puede tan sólo experimentarse directamente en el momento en que ocurre. Cualquier pensamiento o proyección intelectual de la verdad es un paso fuera de ella, señor.
Hice una pausa momentánea para tratar de comprender lo que había dicho. Hablaba rápida y directamente, con un impecable acento de Oxford; y no pude evitar sentirme divertido aunque un tanto embarazado por la forma en que se dirigía a mí, llamándome formalmente «señor» aunque yo tenía 27 años para sus 65 ó más. Podía ver al hindú, oficial de la armada, sentado a nuestra mesa, algo más que sorprendido del giro que estaba tomando nuestra conversación, pero quizá con algo de rudeza yo no le dediqué atención y él siguió su comida en silencio.
-Ya que usted no sigue ninguna de las religiones establecidas, ¿cuál de los grandes líderes religiosos, en su opinión, es el que más se acerca a enseñar y realizar la última verdad? -le pregunté.
-¡Oh, el Buda! -replicó Krishnamurti sin vacilación y un tanto para mi sorpresa. Esperaba que él hubiera mencionado alguno de los dioses hindúes o quizá a Cristo. El Buda -continuó- se acerca más a las verdades básicas y a los hechos de la vida que ningún otro, aunque yo mismo no soy un budista, por supuesto.
-¿Por qué no? -pregunté tan cortésmente como me permitía mi deseo de ir directamente a los asuntos.
-Ninguna organización, no importa lo antigua o reciente que sea, puede llevar al hombre a la Verdad. La organización es un obstáculo y sólo puede causar impedimento. Bloquea a un hombre para el estudio sincero. La Verdad viene de adentro, viendo por usted mismo. Es cierto que la forma convencional de adquirir conocimiento es leyendo o escuchando, pero para comprender tiene usted que penetrar directamente por la observación silenciosa. Sólo entonces usted comprende.
Hizo una pausa y yo esperé que continuara.
-Evidentemente, si va usted a construir un puente debe estudiar las tensiones y compresiones de la materia, pero cuando se trata de comprender la verdad o el concepto del amor o de determinados pensamientos filosóficos o religiosos (todo lo relacionado con la realidad), ello tiene que ser penetrado y experimentado directamente sin interpretación intelectual. La Verdad viene de adentro. Una vez que usted ha llegado a la comprensión, es capaz de hablar acerca de ella, pero de ahí no se sigue que alguien que escuche ha de comprender.
-Si usted escribe un libro, o fabrica un carro de motor o el aeroplano en que estamos viajando, yo comprendería.
-Ése es el propósito del intelecto, señor: comunicar -replicó Krishnamurti-. Las cosas mecánicas o materiales pueden ser comprendidas, pero si yo trato de decirle a usted lo que es Dios o lo que son la Verdad o el Amor, usted no entenderá por completo. Quizá yo sepa lo que es el Amor, lo que son la Realidad y Dios; es más, puedo escribir un libro acerca de ello y usted puede leerlo y comprenderlo intelectualmente, pero ello no implica automáticamente que usted sepa lo que es el Amor o lo que es la Realidad. Esto debe comprenderlo sólo por experiencia directa, sin interpretación y sin intelectualización. El pensamiento y la palabra no son lo real, ellos distorsionan la realidad.
«LAS COSAS SIMPLEMENTE SUCEDEN»
La corriente de palabras del hombre era por entero fascinante. Yo me sentí muy ansioso de continuar el diálogo. Cuando la comida terminó y nuestros compañeros empezaron a volver al avión, le pregunté si podía ocupar el asiento a su lado para continuar hablando. Pareció alegrarse de tener un compañero, pero una sombra de duda pasó por su faz.
-Pero, ¿qué pasará con la linda muchacha con la que usted estaba sentado cuando abordamos el avión? -me preguntó-. Podría sentirse ofendida si usted la abandona.
Su preocupación por la muchacha -aun el hecho de que él la hubiera notado- me sorprendieron. Yo no la conocía en absoluto y había intercambiado con ella solamente algunas cuantas palabras de cortesía. Le expliqué al anciano lo anterior y cambié mi equipaje a la red cercana a su asiento.
-Veo que no trae maletas; usted viaja ligero -le dije.
-Voy únicamente hasta Nueva Delhi -me contestó. No necesito posesiones y no cargo nada. Tampoco llevo dinero, nunca lo manejo.
-¿Qué hará usted sin dinero y sin ropas en Delhi? -le pregunté. ¿Cómo se las arreglará para alimentos y acomodo?
-Estaré entre amigos -me contestó-. He sido invitado para hablar y la gente que desea que dé mis pláticas también paga el viaje y los alimentos y cualquiera otra cosa que se requiera. Ellos, asimismo, me hospedan en su casa y puede usted estar seguro que estaré cómodo y que nada necesitaré.
-De hecho -continuó- yo no tengo un hogar permanente y ninguna posesión; paso mi vida viajando de un lugar a otro y en todas partes mis amigos cubren todas mis necesidades. No pertenezco a ningún lugar, aunque pertenezco a todos y mis amigos están en todas partes. Mis necesidades son sencillas.
Me pareció que Krishnamurti estaba divertido por la expresión de incredulidad que seguramente se reflejaba en mi cara. Hasta ese momento yo no había adivinado que él era un místico renovador del mundo con multitudes de seguidores en casi toda la Tierra, listos para darle la bienvenida en sus visitas como líder espiritual. A pesar de todas mis lecturas y estudios de filosofía oriental y creencias religiosas, no había encontrado el nombre de Krishnamurti y para él ha de haber sido una novedad encontrarse con un hombre tan serio quien, obviamente, nunca había oído hablar de él.
No obstante, reconocí que estaba en presencia de una notable personalidad, un hombre cuya palabra me penetraba y tenía algún significado. Mi búsqueda de la Verdad, y de la «mente quieta», por fin empezaba a mostrar un destello de resultados. Mirando hacía atrás me parece que el hecho de que yo no era uno de sus admiradores, debe haber sido precisamente lo que indujo a Krishnamurti a hablar conmigo libremente. Mi forma de preguntar era prueba imperdonable de que era un perfecto extraño, aunque sus respuestas fueron detalladas y francas y, lejos de desanimarme o hacerme sentir culpable por mi autosuficiencia y riguroso examen, parecía que lo gozaba y aún me invitaba a hablar más.
Su hablar era vívido y fluyente y las imágenes y gestos que lo acompañaban eran poderosos y expresivos. Los motores del avión sonaban acompasadamente y mientras los otros pasajeros leían o dormían, nosotros sosteníamos nuestra vigorosa discusión.
– ¿Cómo vive usted? -pregunté volviendo al tema del principio.
– ¡Oh, las cosas simplemente suceden!; estoy bien provisto. Soy feliz sin tener bienes propios. La gente me da las cosas, pero yo puedo tomarlas o dejarlas. ¿Para qué queremos posesiones? Cuando usted no quiere las cosas, ellas vienen a usted. Cuando usted quiere las cosas, está en conflicto y sufre cuando no las obtiene. Cuando las logra, entonces desea algo más que le causa un sufrimiento posterior. Mis necesidades son sencillas; todo lo que necesito es algo que comer cada día, unas pocas calorías, la ropa suficiente para mantenerme abrigado. Y de todo esto se me provee adecuadamente. La única ropa que tengo es la que estoy usando -y sonrió.
-Las necesidades del hombre son sencillas, y es bastante fácil satisfacerlas. Las televisiones y los automóviles no son necesarios para mantener la vida y seguramente que ellos llevan al conflicto. Cuando usted los desea, y dedica su devota atención para adquirirlos, es allí donde el conflicto entra en su vida. Usted nunca está satisfecho. Tendemos a vivir en confusión en vez de claridad. Esto es destructivo. De la confusión nace más confusión; pero si estamos alertas a la confusión podemos detenernos y examinar. Nunca empiece la acción partiendo de la confusión, señor, base su acción en la claridad.
«LA OBSERVACIÓN SILENCIOSA»
-¿Cómo puede uno lograr la claridad? -le pregunté.
-Tenemos que comprender el vivir -me contestó-, el vivir de nuestra vida diaria con todas sus miserias, confusiones y conflictos. ¡Esto no es fácil! Si podemos entender cómo vivir, lo siguiente es la muerte. Sin morir no hay vivir. Debemos observarnos constantemente; vernos a nosotros mismos, nuestra envidia, ambición, amargura, cinismo, creencias y observar todo esto. No podremos verlas si queremos cambiarlas. El hecho de ver requiere energía activa y constante observación.
– ¿Qué le recomendaría usted a una persona que pidiera su consejo para el desenvolvimiento espiritual?
-y al preguntarle esto, la faz de Krishnamurti se tomó muy seria.
-Simplemente la observación silenciosa de usted mismo todo el tiempo, en todas sus acciones, pensamientos y ambiente. Estar silenciosamente alerta de las cosas, como ellas surgen, sin interpretación.
-Pero, yo no puedo dar consejos -continuó, riendo repentinamente-. Cuando la gente me pide consejo o seguridad, es como si pidieran una medicina. Yo no puedo darla. La respuesta está dentro de vosotros mismos. Ustedes deben buscarla. Están buscando seguridad y no hay tal cosa. Por eso creen en una religión o tratan de llegar a Dios; esto es por el deseo de sentirse seguros. Un hombre es su propia salvación y es únicamente a través de sí mismo que él puede encontrar la Verdad, no por medio de religiones, pensamientos o teorías y, ciertamente, no por seguir a un líder. Líderes y seguidores se explotan mutuamente. Yo no tengo nada que ver con tales actividades.
-Es a causa de esa urgencia de sentirse seguros por lo que nosotros ponemos nuestra fe en los líderes y, ¿por qué? Porque no queremos hacer cosas equivocadas. El miedo, y no la claridad, es la causa de que sigamos a otro. Queremos una idea permanente, un bien permanente. Cuando llega la claridad no la queremos seguir. Mi enseñanza no envuelve fe alguna, sino una mente que sea libre para examinar.
-Entonces, ¿no tiene valor seguir una religión? -le pregunté.
-Toda organización religiosa es una forma de escape, señor. Ellas ofrecen confort y le dicen qué hay que hacer. «Si usted se comporta apropiadamente, será recompensado.»- Esto es infantil. Es un bloqueo para la comprensión.
Hubo muchas otras preguntas que sentí debían ser planteadas al viejo sabio hindú cuyas palabras habían levantado, por vez primera, un coro de respuestas en mi mente. Pero escuchamos que los motores del avión indicaban -demasiado pronto- que el viaje terminaba y que en pocos minutos al aterrizar, marcharíamos por caminos diferentes.
– ¿Podré encontrarlo en Delhi? -le pregunté.
– Me iré dentro de pocos días -contestó.
– ¿A dónde irá usted después?
– A América, o quizá a Suiza -me dijo vagamente-, prefiero un clima templado.
Al levantarse para abandonar el avión, me di cuenta por primera vez que llevaba un libro bajo el brazo. Cuando vio que yo echaba una mirada al título, sonrió un tanto avergonzado.
-Ésta es la única clase de literatura que leo. Todo lo demás me fastidia.
El libro era una obra de detectives.
Recogí mis maletas y me dirigí a los edificios del aeropuerto por la primera puerta que decía «Salida». Me volví a mirarlo, pero ya no había trazas del hombre vestido de lino blanco. Tan sólo vi una multitud de hombres, mujeres y fotógrafos de prensa, que es lo que aguarda a Krishnamurti dondequiera que va.

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